Míriam Tirado

Blog de Crianza Consciente

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Actualidad, consejos, reflexiones... ¡y mucho más!

Empecé el blog en febrero de 2011, en este apartado encontraras más de mil posts sobre crianza consciente, reflexiones, consejos y mucho más para ayudarte a vivir una maternidad y paternidad plena, consciente y feliz. En mi canal de YouTube encontrarás más de 200 vídeos que te ayudaran a poner perspectiva y humor a tu día a día.

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La noche del loro

Ignasi hoy estaba contento. Hacía 10 años que habían empezado a salir con la que ahora era su mujer y por la mañana, aún tumbados en la cama, habían dicho que por la noche lo celebrarían con una cena «especial». Hacía mucho tiempo que no hacían una cena «especial» porque hacía apenas 13 meses que se habían convertido en padres y, al anochecer, solían estar tan cansados​que estaban por poco más que para cenar lo primero que encontraban y acostarse.

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Érase una vez…

«Érase una vez una niña que no sabía qué le pasaba. Hacía tres días que rompía a llorar por cosas imposibles, cosas que no podían ser. Tenía algo dentro del pecho, algo que no la hacía estar bien, una angustia que cuando se le despertaba, no sabía cómo sacarla. Quería llorar por echarla de su cuerpo y como todo estaba bien, tenía que buscar cosas imposibles para así poder tener motivos de hacerlo. El primer día lloró porque quería que mamá la llevara a la escuela, pero a mamá le era imposible llevarla a la escuela, no podía.

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Imposible dividirse

Eran la una de la madrugada y era la segunda vez que Nia se levantaba para ir a ver qué le pasaba a su hija de dos años. En el primer despertar, ya se había dado cuenta de que le pasaba algo. Le había dicho «fío» (cosa extraña en ella) y lo había notado quizás algo caliente. Pero Abril se había dormido enseguida y a ella no le había parecido que hubiera que poner el termómetro todavía… «Esperemos», pensó…

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Dos mundos, un mismo momento

La Marina estava cansada, molt cansada. Feia dos mesos i mig que havia nascut el Pere, el seu primer fill i fins al moment no havia dormit més de dues hores seguides. Es notava esgotada, sobretot perquè durant molts dies, al vespre, el Pere plorava i plorava i calia passejar-lo amunt i avall a coll més d’una hora per aconseguir consolar-lo i, malgrat ser tan i tan petit, el Pere deixava clar que qui volia que el passegés era la Marina i no el Quim, el seu pare. Ella ho feia de gust, es veia capaç de sostenir el plor del Pere, però alhora, era com si aquella estona passejant-lo sentint-lo plorar i cridar desconsoladament, se li endugués la poca energia que li quedava. Li havien dit de tot; que eren còlics, que potser es quedava amb gana… però alguna cosa li deia a la Marina que el que li passava al Pere és que li costava adaptar-se. Adaptar-se a la nova vida de bebè que li tocava viure.

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