No engañar

Dilemas

27.12.2011

No os he hablado nunca de mi abuelo Pep. Es un hombre fuerte, de bosque, del campo, sin estudios pero más listo y sabio que muchos de los que tenemos carrera. Es gracias a él que me gusta la montaña y el bosque, porque me enseñó a amarlo. Antes, él iba cada día, cada día… y de alguna manera yo siempre he creído que su ámbito era más el bosque que el pueblo, en una casa. Aún es incansable si va a buscar setas y su huerto, es como un jardín zen.

Hay frases suyas que he oído toda la vida, por ejemplo, que “los champiñones no son setas”, y que “a los niños, no hay que engañarlos nunca”. Tan clara tiene esta última «ley de vida» que conmigo la aplicó tan y tan estrictamente que desde que tengo uso de razón sé quiénes son los Reyes y quién pone los regalos debajo de la manta que cubre el Tió. No recuerdo ningún año pensando otra cosa que no fuera lo que era verdad pero no tengo un mal recuerdo de ello, al contrario. Aunque parezca mentira, lo vivía con una ilusión tremenda, a pesar de tener clarísimo qué estaba pasando en realidad. Con mi hermano, al abuelo Pep le costó un poco más porque los otros abuelos del otro lado de la familia eran exactamente de la otra cuerda y hacían todos los esfuerzos para que realmente pensara que el Tió cagaba regalos y que los Reyes venían de Oriente y pasaban por todas las casas. Ya de mayor, me reconoció que hacía años que lo sabía pero tenía miedo de que los regalos se acabaran si lo confesaba y se fue haciendo el «loco» hasta que el tema ya cantaba demasiado ;).

Cada Navidad me he preguntado lo mismo, ¿qué haré yo cuando sea madre? Y la hora ha llegado y este año he visto que lo que he mamado no puedo ignorarlo aunque lo quiera. Este año, el Tió no lo hemos puesto en casa hasta dos días antes de Navidad. No he dicho en ningún momento a Laia que le diera comida para que cagara muchos regalos… no me sale. Ayer, paseando por la calle, una mujer le preguntó si pasarían los Reyes por casa, si se había portado bien y Laia la miró con cara de no saber de qué le estaba hablando. Y no lo sabe porque no le hemos hablado de los Reyes aún… No me sale decirle todas estas cosas. Y reconozco que los niños se lo pasan muy bien, que hay que de adultos lo recuerdan como una de las mejores etapas de la infancia. Pero también conozco adultos que dicen que se sintieron engañados, traicionados por sus padres.

Y yo no sé qué es mejor. No tengo ni idea. Sólo sé que hago lo que me sale y que por más que lo intento, hacer otra cosa no puedo. No he dicho nunca una mentira a nuestra hija, nunca, y no me sale hacerlo ahora, aunque sepa que es una mentira “piadosa»,… Es curioso porque a mi compañero le pasa exactamente lo mismo. Él también recuerda saberlo desde muy pequeño pero celebrándolo siempre con mucha ilusión simulando que todo lo que decía la gente a los niños que pasaba, era real.

Cuando me quedé embarazada, aquella Navidad, le dije a mi abuelo, «…y ni se te ocurra decirle en seguida que los Reyes son los padres». De momento me parece que lo ha cumplido y sólo le he oído decir: «¡Laia, no dejes nunca que te engañen!» o «no hay que mentir a las pobres criaturas»… la Nochebuena supe por qué esta obsesión: él se lo creyó hasta muy tarde y cuando supo la verdad se sintió engañado y traicionado. Tengo la sensación de que sus hermanos mayores (¡eran 9!) se rieron mucho de él y eso le hizo en el corazón esa marca que nunca olvidas.

Le entiendo y también entiendo a los contrarios. Y yo sigo con el dilema. Por supuesto, lo que no he hecho ni quiero hacer es lo del chantaje con el comportamiento y esas cosas, «si te portas bien vendrán los Reyes», «si no eres buena el Tió te va a cagar carbón»… De momento, este año lo estamos pasando sin decir ninguna mentira, respondiendo a lo que nos pregunta sin vueltas extrañas, y haciendo lo que nos sale, a cada uno, de nuestro corazón y también por qué no decirlo, de lo que hemos mamado.

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Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

14 comentarios

  1. Quina historia més curiosa. Es cert que plantejes un dilema, entre l’engany i la pervivència de la il·lusió. Jo per ara no tinc aquest problema perquè son molt i molt innocents però no sé com reaccionaré el dia que em faci preguntes racionals al respecte. En el meu cas, potser es que jo era una mica tòtila però sempre he volgut pensar que hi havia una mica de magia en tot plegat. Encara m’emociono veient la cabalgata jaja!! M’ha agradat molt la teva reflexió

    1. Precisament és això el que no para de repetir el meu avi: no us aprofiteu de la innocència dels nens per enganyar-los amb una cosa que no és veritat. I aquí està el meu dilema. Suposo que l’hi he sentit dir tantes vegades, tantes, que m’ha quedat gravat de tal manera que sóc incapaç de dir-li segons què. No m’és fàcil aquesta època, ja t’ho dic jo!
      Una abraçada.

  2. Doncs jo sempre he tingut molt clar que no volía mentir al meu fill en aquest tema; i encara menys fer-li xantatge, és ridicul i em sembla una falta de respecte cap als nens. Però aquest any que el Cauâ està a l’escola bressol, he vist que em serà una mica més difícil del què em pensava. Dues setmanes avans ja tenien al Tió allà, en un raconet, i amb el plat ple de menjar. De moment no ha fet cap pregunta al respecte, però el dia que ho fàci sé que no el podré mentir.
    Alguna vegada n’he parlat amb alguna amiga i m’han tractat de cruel, d’axafa guitarres. A mi em sembla més cruel aprofitar-se de l’ocasió per fer xantatges, que els nens no son tontos!

    1. Tens raó, amb això de l’escola bressol encara és més difícil suposo… I entenc que les amigues et diguin aixafa-guitarres… Depèn de quina sigui la seva experiència amb el tema poden pensar que estàs fent u a mala jugada al teu fill no seguint el joc, però no pots fer el que no sents, oi? No és un tema fàcil!
      Una aBraçada

  3. Yo tengo el mismo dilemaaaa!! jajaja!!! Estoy casi segura que acabaré diciendo la verdad… este año no he tenido que hacerlo, porque la verdad me parece que todavía no se entera demasiado, o no lo demuestra al menos… A mí me pasó que mi hermana, 3 años mayor, me cogió y me llevó al armario donde estaban todos los regalos escondidos, yo tenía como 7 años… No me recuerdo lo que sentí… Supongo que sentí: «vaya, otra mentira…» Y lo metí dentro de la coraza de supervivencia…

  4. Jo recordo amb molta màgia totes aquestes «petites mentides» que em deien quanera petita, i de cap manera em vaig sentir enganyada quan vaig saber la veritat. Sóc mestra d’infantil i jo m’ho prenc com jocs innocents, mitja veritat mitja mentida. Tampoc cal mentir quan t’ho pregunten, si ho volen saber has de respondre. Jo creia, i intento creure en tot: follets, fades, tió, reis… el món màgic de la imaginació és molt important pels infants, i també pels adults, perquè no?
    Val a dir però, que entenc la vostra reflexió. I que ara que estic embarassada, me’n adono que ser mare em comportarà qüestionar-me moltes decisions.
    Bones festes!!!

    1. Estic d’acord amb tu amb tot el que exposes, i entenc que quan heu tingut una bona experiència amb aquest tema, vulgueu transmetre-ho també als vostres fills. Jo no és que hagi tingut una mala experiència, amb sentiment de traïció o d’engany per part dels pares… simplement, és que ho vaig saber sempre. I aleshores, és quan et fas tots aquests plantejaments, pensant què és millor… perquè la veritat és que no ho sé. Espero trampejar la situació amb mà esquerra, sense esguerrar tota aquesta màgia a la nostra filla i alhora, sense anar a deshora amb el que sento. No és fàcil! 😉
      Una abraçada i gràcies per expressar el teu punt de vista.

  5. Jo també ho he sabut tota la vida, des que vaig començar a tenir ús de raó que no m’ho creia i de tant insistir que era impossible que un tronc d’arbre cagués regals, la meva mare em va «confessar» la veritat. Jo tenia tan sols 3 anys. Després de gran vaig entendre els motius, però tot plegat va tenir també conseqüències un pèl amargues: ho vivia amb il.lusió, però tot i ser petita era tant conscient d’on venien les joguines que em sabia greu de demanar els regals que més il.lusió em fèien, em feia pena fer gastar els diners als meus pares, amb la qual cosa gairebé mai demanava el que realment volia, i penso que tampoc és just, sempre vaig tenir aquesta petita «frustració».
    Per això penso que amb els meus futurs fills celebrarem el tió i els reis, que lliurement puguin fer la seva carta de desitjos amb tota la il.lusió. I si surten tant «de ciències» com jo i realment no s’ho empassen, naturalment que els diré la veritat 🙂

    1. Òstres Irene, i tant si era amarg… Patint per si allò que demanaves era massa… Com si no tinguessis el dret a destijar i a demanar-ho. No ho havia pensat mai en aquests termes. M’ha agradat molt que hagis fet aquest apunt…
      Buf, encara m’ho poses més difícil… 😉 Per ara he fet això; no dir la veritat, però tampoc fer massa «cagarela» i si em pregunta algun dia, li ho diré. Potser m’equivoco, però més no en sé! 😉
      Una abraçada.

  6. Esta vez no termino de estar de acuerdo contigo Miriam. Me da muchísima pena que un nene de la edad de nuestros hijos no disfrute plenamente de la magia de la Navidad, de esa sensación de que van a llegar los Reyes Magos y por ser bueno le van a dejar un montón de regalos. ¡Yo recuerdo que me emocionaba echar la carta en el buzón Real, sentarme en las rodillas de los Reyes, verles en sus carrozas en la cabalgata…! Pensaba «¡Qué fuerte! Esta noche estos señores van a venir a mi casa a dejarme regalos!».
    Era una ilusión tremenda.
    Con 9 años mis padres me dijeron la verdad y no lo recuerdo como un engaño o una burla hacia mí sino todo lo contrario. Agradecí mucho que hubiera conservado durante esos años esa ilusión intacta y que me lo dijeran en un momento en que ellos pensaban que estaba madura para entenderlo y asumirlo sin problema.
    ¡Piénsatelo Miriam!

    1. Hola, Silvia. Cómo me gusta que cada uno cuente su experiencia con este tema… ya has visto, ¡hay de todo! Entiendo perfectamente lo que me cuentas y en parte, te envidio. Nunca sentí esa ilusión con lo de la carta a los Reyes, o irlos a ver, o lo de sentarme en sus rodillas… Como para mi era teatro, no me apasionaba el tema, que digamos. Pero no lo recuerdo con mal rollo, era simplemente así. Claro que querría que Laia lo disfrutara y gozara a tope con todo lo que conlleva la Navidad, pero no sé muy bien cómo hacerlo, ¿sabes? Haré una comparación quizás tonta, pero… sabes cuando una mujer fue parida por su madre con anestesia total, que muchas veces dilatan hasta 7cm y no pueden avanzar porque su cuerpo no tiene la «memoria» de dilatación completa y expulsivo? Pues en mi caso, no tengo memoria de otra cosa que no sea lo que viví, y como era tan pequeña, me cuesta mucho hacerlo de otra manera. De aquí estos dilemas y vueltas sobre un tema que muchos ni siquiera deben meditar porque reproducen lo que vivieron en sus casas…
      Seguro que sería todo mucho más fácil si mi abuelo Pep hubiera estado calladito! 😉 Mañana se lo digo jajajaja (seguro que vuelve con aquello de «ni se te ocurra engañar a un niño!»)
      Un beso!

  7. Uf, yo estoy con el mismo dilema.
    Soy de la opinión de que no hay que mentir a los niños y menos aún hacerles chantaje conque si se portan bien les traerán muchos regalos. Yo tengo muy buenos recuerdos de mi infancia, me enteré con seis años de quienes eran los reyes pero no me supuso ningún trauma.
    Pero entre que no somos creyentes y que no me gustaría mentirla… por otro lado tampoco quiero que se pierda toda la ilusión que conlleva.
    En fin, que este año todavía es muy pequeña, pero el año que viene creo que haremos como vosotros, sin muchas explicaciones.
    Un abrazo

  8. Aisss és un tema complicat…
    Jo de reis encara no li he comentat res, però el tió l’hem posat perquè a l’escola els hi han ensenyat (i bé, perquè una de les meves iaies li va regalar….), que se li ha de donar menjar, i que s’han de portar bé perquè cagui….
    Llavors… que he de fer, dir-li que és mentira? la veritat tampoc ho sento així, però tampoc sento que l’hagi d’enganyar…
    Em costa molt.
    Jo recordo que abans dels 6 anys, una companya a l’escola m’ho va dir…. i al ja saber la veritat ja no tenia aquella il.lusió que per exemple va tenir el meu germà quasi fins els 10 anys!!!!!… i també tinc que dir que va tenir una gran decepció el dia que ho va descobrir…, es va setnir enganyat per tots… també ho recordaré sempre…. però durant aquells anys… no tenia preu la carona, l’il.lusió que tenia….

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