Dame un masaje

 

Quitarte la ropa. Tumbarte boca abajo. Notar unas manos con crema o con aceite que se pasean por encima de tu espalda, presionando aquellos puntos donde hay demasiada tensión acumulada. A veces sintiendo placer, otras placer y dolor a la vez. Intentando no tensarte, respirando profundamente para soltar y hacer que, gracias al masaje, aquella espalda que lleva demasiados ratos al día una niña cargada, descanse. Se recupere. Disfrute de ser tocada, de ser liberada de tanta tensión.

No recuerdo cuando fue la primera vez que me dieron un masaje. Debía de ser pequeña, seguro. En casa tenemos dos quiromasajistas y yo soy la tercera. Por lo tanto, en casa, así en general, el masaje siempre ha estado a la orden del día. Recuerdo a mi abuela darme muchos cuando era pequeña. En los pies, en las piernas. Recuerdo a mis padres dándomelos también. Recuerdo cuando mis hermanos eran pequeños y yo les acompañaba a la cama que me decían: “¿me das un masaje?” y se quedaban dormidos mientras les presionaba la espalda. Recuerdo cuando Laia era un bebé que en días en que se cargaba de mucha tensión y yo la notaba pasada de vueltas, la tumbaba en la cama y le daba masajes en las piernas, para que fuera liberando tensión… Y despacio, con las presiones que mis manos le iban haciendo, se iba quedando cada vez más y más relajada, hasta que se dormía.

Ahora muchas veces, justo en el momento antes de dormirse me dice “¿mamá, me das un masaje?” Los conoce tanto que ahora concreta más y ya me dice dónde lo quiere y cómo. “haz así” me dice, o “hazme aquello en los pies” porque sabe que la relaja… Ahora ya tiene una edad que ella también nos da masajes a nosotros. En aquella hora tonta de la siesta que muero de sueño en el sofá, ella a veces me dice “no te duermas” y yo le digo “de acuerdo, ¿y qué te parece si me haces un masaje de los tuyos?” y ya la ves que se pone contentísima. Va a buscar la crema y se pone en acción. Hoy me ha hecho uno en las manos. No os miento cuando digo que me ha relajado tanto el tacto de sus manitas llenas de crema apretándome los dedos y dándome masaje en a palma de la mano que casi me he quedado dormida. Sabe hacerlos. Porque los ha sentido, porque los ha recibido y disfrutado.

El masaje es una gran herramienta. Cuando nos duele la espalda, cuando nos duelen las piernas, cuando sentimos que acumulamos tensión en los gemelos, o que un codo nos molesta. El masaje calma y cura.

El tacto de las manos de una persona amorosa calma y cura. Quizás no habéis recibido nunca uno, quizás no sabéis ni cómo empezar a hacerlo. Quizás los horarios de las clases de masaje infantil no os cuadran y no podéis ir. Pero que esto, el no saber cómo es aquel movimiento o aquel otro, no nos aleje nunca de tocar con delicadeza, con amor, a nuestros hijos. Darles masaje en la espalda cuando no se pueden dormir, o en las piernas cuando son bebés cargados de tensión porque se han agobiado un poco en la comida familiar del mediodía, o en su barriguita en caso de que creáis que les duele porque su sistema digestivo todavía es demasiado inmaduro, será una herramienta fantástica para relajarlos, para sentiros cercanos. En silencio. Sólo con el tacto.

Recuerdo cuando Laia era muy pequeñita y pasábamos muchas horas solas. Las tardes a veces se hacían largas. Dedicar un rato a darle masaje era una actividad que agradecíamos muchísimo: tanto yo, que lo disfrutaba, como ella, que se relajaba. Era otra herramienta para vincularnos. Para estar cerca. Mirarnos. Le ponía aceite de almendras dulces en las piernas, en la barriga, en los brazos y en la espalda, dándole un masaje. Me entretenía con los dedos, las rodillas… en las articulaciones. Eran momentos en qué ella hacía aquella sonrisa de bebé feliz que me llenaba por el resto del día.

No tengáis miedo de dar masajes. De dárselos a vuestra pareja, de pedir que os haga uno a vosotros. Y sobre todo, de disfrutar del masaje en familia y con vuestros hijos. En casa nuestra cadena de masajes va pasando de padres a hijos…. ¡y que no se pare!

 Y tú, ¿les das masajes a tus hijos? ¿Te regalas algún masaje de vez en cuando?

 

 

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Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

11 comentarios

  1. Bon dia!! Que fort, fa dies que estic envoltada d’articles i xerrades relacionades amb el massatge…Ahir mateix a la nit feien una xerrada a la llar d’infants de la Bruna, relacionada amb el Vincle i els massatges… no hi vaig poger assistir, però m’hagiués agradat molt. A casa qui mes massatge fa és en Francesc…però es que se li dona tant bé! jajaja a la petitona ni faig a vegades quan sortim de la dutxa…però la veritat es que m’agradaria saber fer-ne més… i poder-lo utilitzar com una eina de relaxació quan està més nerviosa…potser t’hauriem de fer una visiteta perquè ens donguis un cop de mà! 😉 Petonets!!

    1. Hola, Jèssica!
      Jajaja… ja ho saps, em podeu visitar quan vulgueu!!! Encara que no sàpigues els moviments exactes, tu posa’t crema o oli a les mans, si està ella tranquil·la que s’estiri i comences a escampar-li, comences a tocar-la i el mateix sentit del tacte ja t’anirà què és millor fer i a quins muscles cal que t’hi aturis una mica més. Prova-ho, ja ho veuràs!
      una abraçada

  2. M’han entrat ganes de fer-me un massatge! a casa tambe ens agrada tocar-nos. i ens en fem bastants mutuament. No tenim cap tecnica pero quan l’Eloi diu «more» interpretm que li agrada. El post d’avui m’ha relaxat, gracies!

    1. Jajaja… Ja ho diu en anglès, l’Eloi! 😉
      Celebro que el post d’avui t’hagi relaxat i ja ho saps, quan puguis… que algú et faci un massatge! Val la pena 🙂
      Petons

  3. Hace tiempo que tenía ganas de visitar tu blog y aprovechando tu colaboracíón con Mamacontracorriente he venido a verte. Me gusta mucho lo que he leído, así que por aquí me quedo 😉
    Los masajes me pirran, aunque mi hijo es tirando a nervioso y sólo le gustan en los pies. A mí me da igual (espalda, cabeza…), pero de momento no lo he convencido para que me de uno…
    Saludos!

    1. Hola, Mo, y bienvenida!
      Ya sabes, no pierdas la esperanza… quizás algún día es él el que quiere darte un masaje a ti en los pies… Lo hacen tan bien con esas manitas tan dulces! A mi también me «pirran» los masajes, como dices tu… y cuando hace mucho que nadie me da uno… ya los echo de menos!
      Besos. Celebro que te guste el blog! 🙂

  4. Hola Miriam:
    Excelente artículo.
    Trabajo escribiendo para varios blogs, por lo que paso recorriendo la internet de lado a lado y cuando leo algo diferente, escrito con el corazón, no puedo de agradecerlo.
    Un abrazo desde Costa Rica.

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