Pánico: compromisos sociales

Los compromisos sociales suelen ser compromisos familiares, que mientras no tienes hijos los pasas como si nada (con pereza, pero como si nada) pero una vez llega el primer hijo, aquel compromiso se te planta delante como una montaña muy alta y a la que sabes que tienes que subir casi sin bombona de oxígeno! Y da miedo.

Tú tienes en brazos a un bebé de un mes, o de cuatro, da igual, y te sientes madre primeriza, madre leona, madre vulnerable. Sabes que tenías la coraza en alguna parte, pero ahora no recuerdas dónde la dejaste porque hace tiempo que el posparto no te da ni un minuto para ponertela encima, y ​​vas medio desnuda, enseñando a todos las emociones más escondidas, las alegrías más profundas y las tristezas más chungas. Ah, y las tetas, que se me olvidaban.

Y entonces te llama tu tía, o tu madre, o tu suegro, o aquella prima que aún no conoce a tu hijo y te recuerda que el día 3 o el 28 de ese mes tenéis esa «gran» comida. Grande por la cantidad de gente que asiste de todas las edades, no porque te lo hayas pasado nunca demasiado bien. Y te entra el pánico. Gritarías: «¡¡¡mamá, miedo!!!», pero resulta que ahora la madre eres tú y no le puedes decir a aquel bebé pequeñito y precioso que su madre está cagada porque tenéis que assistir a una comida familiar. ¿¡Qué pensaría!? Total, que te haces la fuerte y te dices a ti misma que lo superaréis, pero en la intimidad, con tu compañero, le confiesas que pagarías el dinero que no tienes para no ir. Que te da miedo la cuñada pesada, la que siempre ha sido invasora, o los gritos que se acumularán en esa sala, que te da miedo el tío que siempre hace bromas horribles que no hacen ninguna gracia, que te da miedo la tía, que sabes que acabará haciendo un comentario sobre tu maternidad que no te gustará… vaya, no sabes por qué y hoy te da miedo todo el mundo y lo único que sabes es que NO QUIERES IR. «Pero tenemos que ir» te dice él y sabes que tiene razón porque si no es ahora, será más adelante, pero las familias están y los compromisos sociales o familiares, también, agarraditos de la mano.

Total, que llega el fatídico día y tú ya hace tres que duermes mal por la noche. No por tu hijo, que es uno sol, sino porque estás histérica pensando qué pasará, qué dirán. Y no lo dices a nadie, por miedo a que piensen que estás loca, pero tienes miedo a que lo cojan en brazos. Bueno, miedo no, mejor dicho: NO quieres que lo cojan en brazos y sabes que inevitablemente, alguien lo hará. Llegas al lugar en cuestión y sí, está todo el ruido que te imaginabas que habría. Y sí, la invasora es la primera en llegar y arrancarte a tu hijo sin preguntarte cómo estás. Y más o menos, todo va como ya te lo habías imaginado. No en vano has vivido tantos y tantos encuentros familiares como éste! Poco a poco te vas cargando y con comentarios como «me parece que quiere dormir, dámelo» intentas que te devuelvan tu hijo y sentirte un poco más tranquila. Pero ellos contraatacan con «pero si está encantado de estar con la tía/o, con la abuela/o, con el padrino/o, con la sobrina». Y es la primera vez que deseas que tu hijo llore porque te lo den y puedas huir de allí olvidando que nunca has estado! Pero hoy el niño no tiene ganas de llorar, mira por dónde, y te aguantas. Hasta que llega un momento que hace «ue», muy flojito y dices que llora, que quiere mamar. Ellos te dicen que no han oído nada y tú no sabes si te lo has imaginado o si ha sido así. Te lo llevas a otra habitación y cierras la puerta casi bloqueándola con una silla para que no entre nadie, como en las películas. Y respiras. ¡Y casi lloras! (“¡mierda, que se me correrá el rimmel, que éste no era de esos para bañarse!”).

Sabes que en el comedor hablan de ti, y seguramente dicen que estás demasiado pendiente del bebé, que eres demasiado posesiva, que se nota que eres primeriza, que lo mimarás, que los bebés deben acostumbrarse al ruido y a los gritos, que no pasa nada, que si lo malcriáis será un niño repelente con poca sangre en las venas! Y tú sólo quieres o cortártelas y morir allí mismo, o largarte, largarte, largarte y llegar a casa, en el único lugar que ahora te parece seguro para criar a tu hijo. Le dices a tu compañero que no puedes más, que «por favor, salgamos de aquí». Y él ni te cuestiona porque sabe que ahora mismo podrías ser una «chica Almodóvar» e interpretar «Mujeres al borde de un ataque de nervios». Acaba de mamar y anunciáis que os vais, que el niño ha estada resfriado (mentira) y que queréis volver a casa. Ellos saben que es una excusa y os lo hacen saber con comentarios como «pues yo lo veo tan pancho». Pero ahora ya estás tan apurada que te da igual lo que piensen. Sólo quieres huir. Y lo haces, con la sensación de haber perdido la batalla, jurando y perjurando que no vuelves allí nunca más, que ha sido horrible, que a ver dónde hay que ir para «divorciarte» de la familia?!… Y te creces y le dices a tu compañero que no volveréis a ningún compromiso social que no te apetezca, y que, vale, si tenéis que ir, sólo será un rato, y que vale, si os tenéis que quedar más tiempo, no dejarás que nadie lo coja en brazos sin tu permiso, y que pondrás no sé cuántas normas para que no te invadan tu espacio y tu intimidad.

Cuando después de dar el pecho, pasear a tu hijo, consolarlo (porque ha llorado como nunca al llegar a casa, «y por cierto, podías haberlo hecho antes, ¿no?»), volver a dar el pecho, volver a pasear,… lo pones a dormir, caes rendida sobre el colchón. No puedes con tu alma, estás agotada y ya no sabes si tu hijo lo ha pasado fatal por culpa de tu familia o porque tú estabas tan angustiada que se lo has transmitido. Mierda, ¡ahora encima sientes culpa! La guinda que faltaba en lo alto del pastel para sentirte como una mierda: mala madre, mala hija, mala sobrina, mala cuñada, mala amiga, mala todo! Y lloras, ahora sí, con ganas. Por sentirte tan poca cosa y vulnerable. Por no poderte hacer respetar a ti y a tu hijo, por no haberlo protegido lo suficiente, por no haberte hecho valer, porque aún te importa lo que piensen de ti, por haber olvidado donde demonios dejaste la maldita coraza antes de parir y por no ser la mujer fuerte y segura que eras antes de embarazarte. «¿Qué ha pasado conmigo? ¿Quién me ha abducido?» Y te duermes, pidiendo a Dios, Alá, Buda o Santa Rita (que nunca has sabido muy bien quién mandaba allí arriba) que te dé fuerzas, porque tú, esta vulnerabilidad no la aguantas más. Y sobre todo, que si alguna vez vuelve a haber otro compromiso social, estén muy cerquita, para ayudarte a superar una maratón familiar como la que hoy te ha dejado “game over”.

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Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

23 comentarios

  1. Òstres Míriam, quanta raó!! M’ha vingut tot el Nadal passat al cap!!! i també aquell mal de coll que hem va deixar sense veu durant una setmana; degut als nervis que vaig arribar a passar aquell tal 26 de desembre…hi ha mal-trànguls que s’han de passar, però quan veus que aquell nadó ho pateix, t’asseguro que hi poses solució per les pròximes trobades!!Ara la Joana ja té 13 mesos i per sort ja tria amb qui vol estar i amb qui no. En el seu cas no la poden arrencar dels braços del seu avi, i això hem tranquilitza i molt! Un petó

    1. Sí, Raquel, el pitjor és el primer «gran» dinar… Després, com que l’experiència és un grau, ja no són tan terribles. Però fan por i de fet, si tothom es posés al lloc de la mare i del bebè, no haurien de ser-ho. Però clar, suposo que seria demanar massa! És curiós perquè les mares, quan estem criant, tenim ganes de contacte social, però clar, potser no d’aquest contacte invasor que emet judicis a la primera de canvi! És una llàstima. M’alegro que ara els dinars siguin moooolt millors! Petons! (I gràcies pel comentari, m’agrada veure’t també per aquí!)

  2. Que bé que ho has descrit!
    Jo, com suposo que moltes mares, també vaig viure aquests sentiments, els recordo molt bé.
    I si a sobre el dinar no és amb la familia més directa o és de la part del marit, encara pitjor, perquè no hi ha la confiança per dir-los-hi les coses i normalment no tenen tant tacte amb la mare.
    Per sort, això és nomès al principi i ara ja gaudeixo els dinars (i també la meva filla)!

    1. Onavis, tens tota la raó. Quan aquests desencontres són amb la família «pròpia» és més fàcil de fer un «fins aquí! I que ningú es passi un pèl». Amb la família de l’altre, tenim por de quedar malament, de què pensin que estem sonades o que li hem menjat el coco (com si fossin tontos, pobres!). I ens mosseguem la llengua i apa, que no ha estat res. Que fàcil que seria si parléssim amb calma, i expliquéssim com estem, què necessitem, i els altres tinguessin ganes d’escoltar-nos i de respectar el moment que estem vivint…
      Una abraçada.

  3. Miriam, bonissim post!!!! jo tambe he viscut alguna d’aquestes situacions, quan ho llegia em sentia tant identificada….. m’ha fet recordar un dinar a Matadepera amb el jan de 3 mesos….sort que sempre hi han super cosins o cosines que ens ajuden!!
    T’hem trobat molt a faltar.Ens veiem dimarts?
    Molts petons

    1. Ai, Diana, jo també m’he enyorat, en serio! Ara semblarà que ho dic per no quedar malament amb cap família però ho dic de tot cor; el dinar que explico és la suma de tots els dinars «complicats» dels primers mesos de la nostra filla, inclòs el primer Nadal. Són àpats que no són fàcils perquè nosaltres estem en una altra «onda» (que diuen) i hem de baixar al món dels mortals i fer veure que estem estupendes i que el nen és súúúper independents perquè clar, sinó (la mama el mima massa)… i potser fa tot just dos dies que comencem a tenir la situació de nova maternitat mig trampejada, i ens sentim.., com un flam!!!
      En fi… com tu dius, sempre hi ha bons cosins/nes que et «salven»!!!
      Sí, ens veiem dimarts! Petons als 4.

  4. Hola Miriam !

    M’ha agradat aquesta entrada, sí senyora, i has dit exactament el que penso jo i el que vaig sentir durant molts mesos!! (t’ho hauràn dit tants cops…). Menys mal que, com dius tu, l’experiència ens ensenya i aprenem a portar-ho d’una altra manera, pq no s’aguantaria cada vegada igual ! Aguantant i aguantant…És trist que els «familiars, visitants, o qui sigui» no ho entenguin, oi?

    1. Clarise, sí és trist, molt. Per sort, com tu dius, a poc a poc els «compromisos socials» també van canviant, sobretot perquè aquell bebè acabat de néixer ja ha crescut i sap defensar-se d’allò que no li agrada. El veiem més fort, més autònom i ja no ens sentim tan perdudes. Una abraçada i gràcies pel comentari!

  5. Uff Miriam,
    Estaba conteniendo la respiración mientras leía tu post. Has descrito todo por lo que a mi me daba miedo pasar. Yo al final decidí no hacerme pasar por ello (ni a mí ni al nené) y de momento he rehusado a asistir a todos los compromisos.
    Aún así he recibido alguna visita que me ha hecho clamar por la coraza perdida…
    Abrazos “petit comité!”

    1. Magia: enhorabuena por haber respetado tu sentir. Por haber dicho «por ahí no paso» y esperar a que sucedan estos compromisos cuando los podáis tolerar-aceptar sin angustia y agobio. Yo confieso que alguno me salté 😉 Un beso!!!

  6. Hola!!
    De nou em sento identificadíssima amb un post teu Míriam! Ja saps com em vaig sentir el primer cop a casa la família del meu company, i això que vam decidir no anar-hi a dinar,.només a fer el cafè una estona a la tarda, però aquelles dues hores van ser de les pitjors de la meva vida: es van estar passant la Berta a torns d’un quart d’hora!!!!! Mentre dèien: «ara em toca a mi, ara em toca a mi»… I jo allà, sentint-me com una lleona engabiada, incapaç de defensar la meva cria!!! Em va col.lapsar tanta falta de respecte cap a ella i cap a mi… Va ser horrorós!!!
    Com pot ser que la gent tingui tanta falera pels bebès…com si fóssin una joguina sense emocions! Com pot ser que tan poca gent es posi a la pell d’aquell pobre nadó i de la seva desconcertada mare!!! Com ens mirem el melic quan es tracta de criatures indefenses!!! Només pensen en ells i la sev necessitat d’atxutxar un binu!!!! Quina r

    1. Volia dir un ninu! Quina ràbia!!!!! Sovint però, reflexiones i t’adones que aquestes persones no acaben d’estar bé i pots arribar a entendre que la teva criança els remou coses doloroses que procuren oblidar… Però el mal.tràngol ja l’has passat!!!!

      1. Sí, Maria! Ha de ser horrible veure com se’l passen d’un a altre sense cap mena de respecte… Em sap greu que t’ho passessis tan malament. Però segur que també vas aprendre un munt de coses… Una abraçada!

  7. Tu post no dice más que la verdad. Por fortuna, tuve el valor de no ir a NADA mientras me sentí así. me visitaban mucho pero dure casi 3 meses sin salir a ninguna parte, refugiada en mi casa. No me apetecía más. Lo disfrute y sé que el día que vuelva a ser mamá será un poco así también.

    1. Ay, Zary, pues enhorabuena también por respetarte tus tiempos y por poder aceptar que no querías ir a ningún sitio porque simplemente no te apetecía. A veces no es fácil decir que «no». Ay quien se puede sentir ofendido y las dinámicas y ecosistemas familiares a veces no son nada fáciles… Pero en fin, supongonque cada uno va tomando nota y aprendiendo lo que las situaciones de la vida le enseña. Gracias, Zary, por tus comentarios!

      1. Si, es cierto lo de las dinámicas familiares. Por fortuna mi esposo tiene siempre puesta la coraza que yo perdí y nos protegía con recelo excesivo. Me encanta leerte y, más, comentarte!!

  8. Jolín Miriam! Cómo te entiendo y como suscribo todas y cada una de tus palabras. Tengo pendiente escribir un post sobre ello pero tengo que estar calmada para hacerlo porque no quiero que los nervios que a veces me afloran con este tema contaminen mi post.

    1. Sí Sílvia… de hecho, yo he escrito esto cuando ya no me aflora la emoción y puedo verlo con cierta distancia. Laia ya tiene más de dos años ya ahora casi siempre disfrutamos de los «compromisos sociales»… Por suerte, todo pasa, también esos momentos de vulnerabilidad extrema e invasión por parte de algunos. Un beso, guapa.

  9. Pufff… Mi peque también tiene 2 años y sigo sin disfrutar de los «compromisos sociales». Tengo familiares que se meten demasiado y que no respetan nuestra intimidad como familia de 3. A veces actúan como si ellos fueran los padres de mi hijo y no otro familiar.
    En fin!

    1. Pues Silvia, sólo puedo decirte que lo siento. Que qué lástima, que después de dos años no hayan podido aprender a respetar vuestra maternidad/paternidad, y tomar distancia, dejándoos hacer lo que creéis más oportuno en cada momento. Un abrazo de una que sí te respeta.

  10. Hola Míriam,
    Jo no tinc fills. I precisament aquest era el motiu que em feia assistir a les trobades familiars amb pànic. Tots els meus cunyats i germans sí que en tenen, i en aquest cas els comentaris anaven des de l’altra direcció.
    El que m’ha ajudat és precisament mirar de no jutjar jo als qui em feien por. Tu dius que tothom llança judicis amb tota la impunitat, cert. Jo també ho feia amb ells. És a dir, en dir que la sogra era tan… o el cunyat tan… jutjava jo, feia allò que criticava. M’ha tranquil·litzat molt admetre que jo també estic jutjant sovint als altres, mal que em pesi, com fas tu sobre com t’haurien de tractar a tu o a la teva filla. En aquest món tots fem el que sabem i no podem exigir res als altres, ni tansols respecte!, perquè tothom ho entén d’una manera diferent això del respecte. De manera que enlloc de dur cuirassa, potser val la pena mirar d’admetre’s a un mateix com un color més de la pintura familiar, on tothom llueix amb color propi, diferent a cada moment. I si la tieta expressa la seva alegria essent invasiva, benvinguda! I si l’altre no sap apropar-se a tu de cap altra manera que amb un comentari fora de lloc, doncs mira, gràcies per dirigir-te a mi! Seria pitjor no tenir germans, sogres, cunyats, etc…
    La maternitat no és l’única cosa que et fa estar sensible, estressat, o amb poques ganes de ser comprensiu amb les reaccions dels altres. Però tampoc no et dóna cap dret a exigir que la família sigui diferent del que és. Potser t’obliga a un esforç de ser tu més respectuós i generós que mai amb ells. De fet, tu ets la seva filla, cunyada, neboda, o sigui que no deus ser d’una pasta tan diferent a la seva. I si és la família d’ell, són de la seva pasta.
    Potser el que et cal és respectar-te més a tu mateixa, i si no tens forces per acceptar els altres com són, doncs val la pena esperar a estar amb ells fins el moment que puguis estar-hi tranquil·la. Ningú no es morirà per un Nadal on tu t’hagis quedat a casa «amb mal de cap», són coses que passen, i més en un post-part! quina excusa més meravellosa que els qui no tenim fills no podem fer servir. I si són tan rígids que no ho poden entendre, la rigidesa és seva, no teva.
    Una abraçada

    1. Hola, CS. Entenc el que expresses i tens tota la raó en el fet que és molt difícil no jutjar els altres. El text l’has d’emmarcar en ple postpart, en plena etapa d’una mare en fase «lleona», amb les hormones absolutament mogudes i boges, i sentint-se de tot menys forta, tranquil.la i segura. El text l’he escrit des d’aquesta perspectiva i per tant, no és el mateix que siguin invasius sense haver parit que acabant-ho de fer. Per tant, si la tieta és invasora, jo no ho celebraré mai, perquè m’afectarà a mi i al meu bebè, afectarà el nostre benestar en un moment de vulnerabilitat extrema. Me l’estimaré igual i probablement quan m’hagi passat aquest estat físic i emocional d’un puerperi punyent, serem tan amigues com sempre. Però acabades de parir, ni tenim la ment ni el cos com per dir: «d’acord, que tothom s’expressi com vulgui, que jo ho entomo tot!». No és possible. Són coses difícils d’entendre fins que no s’hi passa.
      Gràcies pel teu comentari!

      Una abraçada

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