Nuria hacía días que intentaba encontrar el momento. Lo buscaba, pensaba en ello, intentaba pillarlo al vuelo, pero el momento no llegaba nunca. Hacía muchos, muchos días, que tenía ganas de hacer el amor con su marido. Hacía tantos días, que tenía la sensación de que ya no podía más; que o lo hacían hoy o ella reventaba. A él le pasaba lo mismo. Sin decírselo, también intentaba encontrar el momento. Pero más que buscarlo, él sólo lo pensaba… lo imaginaba… Cuando la veía salir de la ducha por la mañana, o cuando la veía con ropa cómoda haciendo la cena, o cuando se despertaba con ella a su lado y la veía dormir, siempre pensaba «¿y si ahora… ?» pero nunca era el momento. Porque en cada momento de estos él llevaba un bebé en brazos que también miraba a su madre como hacía la cena, que también veía a su madre salir de la ducha y le miraba los pechos con cara de deleite (¡más que su padre!), y que también tenía a su lado cuando se despertaban los tres casi al mismo tiempo.