Fusión emocional

Hace muchos años, un día empecé a leer sobre «fusión emocional». No tenía ni idea de qué era pero cuanto más leía sobre ello, más pensaba que sí sabía más o menos de qué se trataba. Me venían a la mente el montón de veces que, sólo de pensar en mi madre, había sonado el teléfono y era ella, que me preguntaba cómo estaba. O de otras casualidades incluso más anormales y sorprendentes, siempre con ella. Los libros que yo leía hablaban, básicamente, de los dos primeros años de vida, de la fusión emocional entre madre y bebé durante todo este tiempo.

Cuando me convertí en madre empecé a experimentar esta fusión de manera mucho más intensa, seguramente porque, simplemente, era consciente de ella. Si me estás leyendo y eres madre, seguro que algún día te habrá pasado esto que cuento: no me era necesario el interfono para saber que mi hija se había despertado de la siesta. Siempre lo sabía antes.

Recuerdo un día que teníamos amigos en casa y había un poco de alboroto. Teníamos el interfono encima de la mesa, de aquellos que hace una luz azul cuando detecta algún sonido. De pronto dije: «Laia ha despertado», y todo el mundo dijo que no, que aquello no había hecho luz y que no se había oído nada. Yo insistí: «Se ha despertado». Al cabo de cinco segundos o diez, no lo sé, aquello se iluminó y oímos la voz de Laia diciendo «güe».

Todos elogiaron la sensibilidad de mi oído, pero no es que tenga el oído fino. Yo, en realidad, no la había «oído» a Laia. Lo que pasaba es que SABÍA que se había despertado. No me preguntéis ni por qué, ni cómo, lo sabía. Esto no me pasó sólo ese día. Me ha pasado casi siempre.

La fusión emocional es muy intensa durante el primer tiempo de la criatura. O al menos eso creía. Las madres a veces me preguntan: «¿es normal que cuando yo me voy de casa, o la dejo en la camita y me alejo un poco se despierte y llore?» Y les digo «normalísimo». Quizás a ellas les gustaría que no lo hicieran, los bebés, esto, pero es normalísimo.

Porque si el vínculo es fuerte, sólido y seguro, el hilo invisible que nos une nos conecta más allá de paredes y puertas, calles o kilómetros. Ahora, que trabajo a tres cuartos de hora de donde vivo, hay días en que, de repente, me viene un sentimiento muy intenso de «Laia». Lo llamo así porque no he sabido poner otro nombre. De pronto me es imposible no pensar en ella y sentirla; sentir su presencia muy cercana, como si estuviera allí mismo. Cuando llego a casa le digo a mi compañero: «A las cinco de repente la he echado de menos» y él me dice: «pues hacía poco que ha empezado a preguntar por tí».

Todo esto me hubiera parecido un poco raro hace unos años pero ahora, me puedo creer cualquier cosa de una madre y su hijo y de la conexión que se tienen.

Por eso también me creo que una madre pueda saber que a su hijo de 30 o 40 años le ha pasado algo sin ni siquiera haber recibido ninguna llamada de alarma. O al revés, que sepa que está bien, a pesar de hacer tiempo que no hablan por teléfono, porque ese hijo decidió un día, dar la vuelta al mundo. No importa, me lo creo.

Que la fusión emocional existe, no tengo ninguna duda. Que hay gente que no la siente, tampoco. Porque estar fusionado no siempre es agradable, porque sientes todo el amor que va y viene, pero también puedes sentir todo el dolor del otro como si naciera directamente, de ti mismo. Todos los sentimientos, todas las emociones, las buenas y agradables, las amargas y duras, se fusionan y a veces no se sabe de donde nace una y dónde acaba la otra. ¿El huevo o la gallina? Y así navegamos muchas por la maternidad, fusionadas, enamoradas y a días, a la deriva.

Sólo pido que este hilo transparente, que ni se toca ni se puede coger, no se rompa nunca y que incluso si algún día dejo de estar, Laia me sienta cercana y fusionada como siempre. Para ayudarla en los obstáculos, para darle fuerza para levantarse, y para aplaudir, brindar y abrazarla en los muchos momentos de alegría que espero que le traiga la vida.

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Míriam Tirado

Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

6 comentarios

  1. Yo siento esa fusión de la que hablas al cien por cien, es por eso que se me hace tan duro separarme de él, siento como si me arrebataran una parte de mí. El último párrafo del post me ha dejado sin palabras, precioso!

  2. Aisssss la nit de dilluns a dimarts, vaig tenir un mal son i em va despertar de cop! us podeu creure que als dos segons el JOan també?? ( i està a una altre habitació) us juro que vaig quedar-me ben parada, darrerament, es desperta entre les 5 i les 7 del matí però abans SEMPRE SEMPRE m’he despertat jo!!! com pot ser?

    I per cert, que puc fer perquè segueixi dormint? perquè ostres si és a les 7 ,7 i poc, a vegades ja ens llevem, però si són les 5 o 6, li dono pit i tornem a dormir però a vegades estem una hora / hora i pico…

    Podria ser que si jo dormís de cop fins les 9, per exemple, ell fes el mateix?? ara ja dubto…

    Que en penseu???

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