Amistad

La maternidad y los amigos

18.4.2011

Un primo nuestro, que acababa de ser padre, nos dijo un día cuando yo tenía una barriga de seis meses: «Aprovechad ahora a ver a los amigos que no tienen hijos porque una vez nazca la criatura, sólo os relacionaréis con los que sí tienen; ¡estos serán los únicos que podrán entender las cosas raras que haréis!”. No supe si exageraba o si lo decía en broma, pero seguí su consejo y hasta que salí de cuentas cuidé, y bastante, las relaciones sociales pero sin hacer distinciones en materia de hijos. Un 19 de agosto parí.

Ya con nuestra hija en brazos, empecé a entender lo que me había dicho aquel primo. Las primeras semanas del puerperio sólo hay un único objetivo; adaptarse a la nueva situación y conocer aquella persona que, de repente, ha llegado a casa. Sí, tienes visitas, pero al menos yo, recién parida y con las hormonas a mil, tenía la cabeza en otro lado y sólo tenía ganas de admirar y de hablar de esa cosa preciosa que había salido del mi vientre. No sé si a mis amigos les apasionaba el tema, pero en todo caso, no me dijeron lo contrario. Con el tiempo, empiezas a hacer aquellas cosas «raras» de las que hablaba mi primo; no tienes ni un segundo para llamar a nadie y mucho menos, para verlos. Porque quizás quieres quedar esa tarde a las 18h pero cuando estás a punto de salir de casa, el bebé se ha cagado y lo tienes que cambiar, y cuando has terminado de hacerlo, quiere volver a mamar. Aquella toma dura tanto que ya casi es la hora del baño y ya desestimas salir por la tarde… Al cabo de unos días de que te pasen estas cosas, decides no quedar de manera muy segura, y te sabe mal, porque no sabes si la gente que no tiene hijos, lo acaba de entender.

Y conoces otras madres que están igual que tú, y que quizás son ellas las que hoy, te dejan plantada, pero no pasa nada, porque lo entiendes y sabes que mañana, podrías ser tú. Son aquellas amigas que, si llamas llorando porque, simplemente, hoy no te has podido duchar, has tenido al bebé todo el día encima porque sólo quería pecho, y estás hecha polvo, no piensan aquello de «pobre tía, qué palo tener hijos«, sino «buf, como te entiendo, tranquila, mañana será otro día«. Sabes que te puedes relajar y despotricar de todo, porque ella, que también tiene hijos, sabe que lo que más quieres en este mundo es el bebé que tienes en brazos. Y quizá sí, durante un tiempo, te es más fácil relacionarte con otras parejas con hijos porque podéis hablar de las mismas cosas, os interesan los mismos temas (de crianza, ¡obviamente!) y os reís de las mismas tonterías porque las habéis vivido.

Pero también, por suerte, siempre hay aquellos amigos que quizás sí, se cuentan con los dedos de una mano, que aunque no tengan hijos están siempre. A lo mejor algún día te miran con cara rara según qué les explicas y seguramente no entenderán ni todo lo que te pasa ni todo lo que sientes, pero da igual, porque te acompañan en este nuevo estadio por el que pasamos los nuevos padres. Son amigos que entienden y no les molesta que, cuando el hijo ya gatea, estemos en su casa y se lo toque todo. Que no le importa si durante un tiempo, cuesta tener conversaciones sin interrupciones, porque no le puedes sacar el ojo de encima a tu hijo. Que no le importa venirte a ver a casa, porque que tú te desplaces con aquella criatura es, evidentemente, mucho más complicado. Son aquellos amigos que te llaman cuando tu hijo cumple años, porque se acuerdan del día, porque lo tienen presente, y sobre todo, porque saben que es un día importantísimo en la vida de la pareja. El día en que cambió todo, o quizás no todo, pero casi.

Son amigos que me han ayudado a no sentirme tan invisible durante el tiempo que he estado dedicada a la crianza de mi hija. Amigos que me traían «imputs» del exterior, como si de otro mundo se tratara, porque el mío, era absolutamente distinto. Son los que no han creído que, de repente, mi compañero y yo nos hubiéramos vuelto unos aburridos, sino que saben que estamos en otra etapa, y la han querido vivir con nosotros. Estos son los AMIGOS con mayúsculas, los que el hecho de haberte convertido en madre/padre, es sólo un pequeño detalle que, lejos de separaros, os ha unido aún más porque ahora, no sólo nos quieren a nosotros dos, sino que aman también, y mucho, a nuestra hija.

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Míriam Tirado

Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

Un comentario

  1. Sempre he pensat que l’amistat és com una relació de parella: has d’estar enamorat i s’ha de cuidar. Però totes dues parts han de fer-ho. Si n’hi ha una, sempre la mateixa, que s’arrepenja i només es deixa endur…..un dia o altra s’acaba…

    Que la teva millor amiga tingui un fill sense tenir-ne tu és estrany. Et preguntes si canviarà la teva relació amb ella, si encara hi serà quan la necessitis, si podreu passar hores xerrant com abans… L’embaràs transcorre entre l’emoció i la por… sí, la por de perdre aquella persona que fins ara hi era sempre que la necessitaves: potser a partir del moment que neixi el seu fill ja no et farà tant de cas, potser ara qualsevol cosa que li expliquis li semblarà una tonteria comparat amb el fet d’haver parit i criat una personeta!

    Viure la maternitat d’una amiga també és això, sí, i ho dic sense sentir-me’n avergonyida perquè és així:és ser egoista i pensar en tu enlloc de pensar en el bebé.

    Si l’AMISTAT és sincera, de veritat, amb bons fonaments, tot s’entén i tot passa. La futura mare t’ajuda a entendre que les coses canviaran, però a millor, i que hi serà també quan la necessitis. I quan veus aquella criatura i la teva amiga et mira i sense dir res només et somriu… veus aquella llum de l’autèntica amistat allà dins… Jo ara només puc donar gràcies a la Laia perquè a més de coneixer-la a ella i d’estimar-me-la com mai hagués imaginat m’ha fet estimar encara més la seva mare.

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