Míriam Tirado

Blog de Crianza Consciente

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Actualidad, consejos, reflexiones... ¡y mucho más!

Empecé el blog en febrero de 2011, en este apartado encontraras más de mil posts sobre crianza consciente, reflexiones, consejos y mucho más para ayudarte a vivir una maternidad y paternidad plena, consciente y feliz. En mi canal de YouTube encontrarás más de 200 vídeos que te ayudaran a poner perspectiva y humor a tu día a día.

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Los adultos, seamos adultos

Normalmente hablamos mucho del comportamiento de los niños, de cuando hacen cosas que nos irritan, de cuando están demandantes a más no poder, de cuando reclaman tanto de nosotros que a veces nos agotan. Yo he hablado de ello en este blog muchas veces. Y hoy quiero decir bien alto y claro: eso que hacen ellos, reclamar mama y papa tanto como pueden, querer dormir con nosotros, querernos tener siempre cerca, alargar al máximo los ratos con nosotros, etc, es NORMAL. Es normal que lloren cuando se quedan en la escuela y aún no están habituados a estar allí. Es normal que no quieran que trabajemos todo el día. Es normal que reclamen nuestra atención de todas las maneras posibles si sienten que tienen menos padres de lo que necesitaría su alma.

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Crianza consciente
Míriam Tirado

¿Hay que obligar a los niños a pedir perdón?

Seguro que muchas veces habréis oído alguien decir a sus hijos: «pídele perdón». Dicho así es una orden, una obligación y el niño sólo puede optar entre decirlo y por lo tanto hacer caso a sus padres o pasar de todo y llevarse una buena bronca. Pero aunque lo diga, no estaremos seguros de si lamenta lo que ha pasado, porque no ha salido de él/ella… No soy partidaria de decir a los niños que pidan perdón. Soy partidaria, en cambio, de que entiendan qué significa, y para que esto ocurra, tienen que ver que nosotros pedimos perdón. El perdón debe ser algo habitual en casa, en su entorno. Hay adultos que no piden nunca perdón, ni a su pareja, ni a quien sea que hayan podido ofender y mucho menos a los niños. Como si pedir perdón cuando hacemos algo mal, cuando nos equivocamos, aunque sea con la mejor de las intenciones, sea rebajarnos. Como si fuera una mancha en el expediente de nuestro propio orgullo.

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