Míriam Tirado

Blog de Crianza Consciente

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Actualidad, consejos, reflexiones... ¡y mucho más!

Empecé el blog en febrero de 2011, en este apartado encontraras más de mil posts sobre crianza consciente, reflexiones, consejos y mucho más para ayudarte a vivir una maternidad y paternidad plena, consciente y feliz. En mi canal de YouTube encontrarás más de 200 vídeos que te ayudaran a poner perspectiva y humor a tu día a día.

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Consejos y reflexiones
Míriam Tirado

Termina el cole

Mañana termina el cole. A partir del miércoles estaré con 2 niñas a full time. Vale. Igual que muchos. Por

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Termina la primera semana

Se acaba la primera semana de rutina en toda regla en casa. Y es que la rutina, propiamente, no empieza hasta que los niños no van al cole: entonces sí que nos volvemos esclavos del reloj! Se acaba la primera semana de rutina y estoy como si me hubiera atropellado un camión! Después de un verano respetando mucho los ritmos, de slowlife total, volver a ponernos en marcha no es fácil.

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Nervios de junio

Jo no sé a casa vostra, però a la nostra portem uns dies amb un esverament que tomba d’esquena! Des que va començar el mes de juny que s’olorava el final de curs en l’estat emocional de la nostra filla gran. Hi ha com una emoció, com uns nervis,… el sol, la calor, els dies més llargs, més les coses “especials” a l’escola pel final de curs… Tot, fa un còctel molotov d’excitació màxima que fa que aquests dies anar a dormir sigui encara més difícil de l’habitual!

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Estemos atentos

¿Cómo va el inicio escolar? Estos días tenemos que estar, si se puede, aún más atentos a nuestros hijos. Escuchar qué nos dicen pero sobre todo, qué NO nos dicen. Imaginemos que tenemos un hijo en etapa preverbal, o sea que todavía no nos puede explicar qué le pasa o qué le ha pasado en la guardería… ¿En qué fijarnos? ¿Qué nos dirá cómo llevar este cambio brutal para él como es ir a la guarde o al cole?

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Fin de curso

Recuerdo el día que escribí el post «HOY EMPIEZO ALGO NUEVO» Era septiembre y empezaba el curso. Nuestra hija comenzaba la escuela por primera vez ya que nunca ha ido a la guardería, y yo me veía ante un nuevo panorama. De tempos, de ritmos, de personas, de cosas nuevas… sentía ilusión y expectación a la vez. Y en un abrir y cerrar de ojos el curso ha terminado.

A los que estáis con ese nudo en el estómago porque vuestros hijos tienen que empezar la nueva etapa en septiembre os diré que para mí ha sido un gran aprendizaje. Durante este curso todos hemos crecido en todos los sentidos; nos hemos separado cada día primero sólo por la mañana y cuando ella ya lo quiso, también por la tarde. Ella ha aprendido a quedarse en un ambiente que no se parecía en nada al que estaba acostumbrada y aunque al principio le sorprendía la diferencia, pronto comenzó a saborearla.

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No hagamos difícil lo que es fácil

Cuando Laia hacía poco que había nacido, vinieron unos amigos a vernos para darnos la enhorabuena. Su hijo acababa de empezar P-3 y cuando les pregunté cómo le iba el cole me dijeron que algo mal desde que, tras los (¡atención!) 15 días de periodo de adaptación, tenían que dejar al niño en la puerta y él tenía que ir solo por el pasillo, entrar en clase y dejar la bolsa y la chaqueta en su taquilla. A su hijo le costaba. Le era muy difícil decirles adiós en la puerta y se le hacía una montaña tener que entrar en clase sin ellos cerca. Lo habían hablado con la maestra pero nada, eran «normas de la escuela» y punto.

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Y un día, se adaptan

Este no era el post que tenía que publicar hoy. Pero a veces la vida te da sorpresas, cosas que no te esperas y que cambian los planes. Esta es una de ellas: ya sabéis que desde el 12 de septiembre, acompañamos mi hija en el proceso de adaptación a la escuela, algunos días yo y otros su padre. Podéis ver los posts «ADAPTACIONES REALES ¡YA!» o «VIVO EN LA CLANDESTINIDAD» donde hablo de todo ello, para los que no sepáis la historia.

Laia ha ido contenta a la escuela desde el primer día: tle apetecía mucho y además, no tenía que sufrir porque su madre no se iba. Las primeras semanas fueron duras: sobretodo para mí. Ver tantos niños llorar desconsoladamente cuando se iban sus padres se me hizo muy difícil.

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Vivo en la clandestinidad

A veces me siento como si estuviera viviendo en la clandestinidad, como si buena parte de mi vida la estuviera viviendo en una especie de secreto permanente… La clandestinidad ha ido aumentando en la misma proporción que Laia se ha ido haciendo mayor: cuando era pequeña todo el mundo veía «normal» que le diera el pecho, ahora no. Cuando era pequeña todo el mundo veía «normal» que durmiera en nuestra habitación, ahora no. Cuando era un bebé todos veían «normal» que le respetásemos sus procesos evolutivos y de aprendizaje, ahora ya no tanto.

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perdon
Crianza consciente
Míriam Tirado

¿Hay que obligar a los niños a pedir perdón?

Seguro que muchas veces habréis oído alguien decir a sus hijos: «pídele perdón». Dicho así es una orden, una obligación y el niño sólo puede optar entre decirlo y por lo tanto hacer caso a sus padres o pasar de todo y llevarse una buena bronca. Pero aunque lo diga, no estaremos seguros de si lamenta lo que ha pasado, porque no ha salido de él/ella… No soy partidaria de decir a los niños que pidan perdón. Soy partidaria, en cambio, de que entiendan qué significa, y para que esto ocurra, tienen que ver que nosotros pedimos perdón. El perdón debe ser algo habitual en casa, en su entorno. Hay adultos que no piden nunca perdón, ni a su pareja, ni a quien sea que hayan podido ofender y mucho menos a los niños. Como si pedir perdón cuando hacemos algo mal, cuando nos equivocamos, aunque sea con la mejor de las intenciones, sea rebajarnos. Como si fuera una mancha en el expediente de nuestro propio orgullo.

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Querido septiembre

El verano ha sido… potente. Caluroso, movido, agradable, estresante a ratos y aunque ha habido algunos momentos durillos, ha sido un verano feliz. Me gusta vivir en un lugar donde el año tiene estaciones, y donde el verano, el otoño, el invierno y la primarvera se notan y no son sólo palabras. Me gusta el verano porque rompe la rutina, porque hacemos muchas cosas que no hacemos durante el año, porque los días se alargan y porque el calor, los primeros días, me llena. Pero también me gusta el verano porque se acaba. Porque ya estoy harta de temperaturas altas, de que no corra el aire, de acostarme demasiado tarde, de demasiada poca rutina, de que el día sea tan largo, de que Laia quiera marcha cada día,… y sobre todo, tengo ganas de empezar esto que comienza cuando llega septiembre.

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