Los hijos no esperan
El otro día fui a ayudar a una pareja que hacía sólo unas horas que había tenido su bebé, que tenía dificultades para agarrarse al pecho. Volví a aquella planta de maternidad donde tantas horas y días me pasé después del nacimiento de Lua. Cuando el bebé hubo mamado perfectamente de los dos pechos, me fui de la habitación sintiéndome afortunada de haber podido ayudar a esa familia que acababa de nacer… y mientras pasaba por aquel largo pasillo con todas las camas llenas de madres y padres que acababan de tener un hijo, pensé que a todos les escribiría esto: