Cuando los deseos no encajan
Acababan de dejar a Lola en la guardería. Él conducía y ella estaba sentada en el asiento de al lado, pensativa. A esas horas de la mañana normalmente charlaban poco, ambos eran de despertar lento. Cuando Xavi paró en doble fila en la calle del Ayuntamiento, ella se puso la chaqueta de nuevo y cogió el bolso con la mano izquierda. Antes de darle un beso le dijo: