De la luz a la oscuridad
Los posts de las próximas semanas seguramente serán los más difíciles de escribir. Supongo que porque todavía duelen, porque a pesar de que haya habido ya un proceso de re-colocación de todo ello, el cuerpo y el alma aún lo recuerdan todo. Y sí, todavía duele. Recuerdo aquella noche, 8 horas después del nacimiento de Lua. Yo intentaba dormir sin éxito. La tenía encima mamando sin parar y yo me sentía feliz. Mi madre se tumbó en aquellas butacas que quieren ser cómodas sin serlo y tampoco podía dormir. La familia con quien compartíamos habitación lo intentaba, pero aquel hombre no paraba de roncar. Roncaba tanto que despertaba a su propio bebé.