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De saludos, besos, abrazos… y niños

Comida familiar. Llegáis tarde. Entráis en el comedor y os esperan 9 personas de distintas edades. Empezáis a dar besos y a saludar a todo el mundo. Lo hacemos porque es costumbre, porque nos apetece, porque se supone que es de “buena” educación, porque así se estipuló en su día, etc. Hay países donde no se dan besos y sólo se abrazan, otros dónde sólo se dan la mano, otros donde no se tocan, etc. Hay familias donde se besa a la madre pero no al padre porque no le gusta que le besen y así un sinfín de combinaciones y posibilidades. Y los niños, ¿qué pasa con ellos? ¿Qué deben hacer? ¿Y si no quieren dar besos? Tenemos que obligarles?

El sábado en el FB de este blog colgué una imagen que decía: “NO al afecto forzado… Es su cuerpo, es su decisión”, y yo dije “algún día tengo que hablar de esto”. El post tuvo más de 650 likes y más de 30 comentarios, muy interesantes, por cierto. Antes que nada quería agradecer a todos los que participasteis en el debate, el respeto y la educación en todos los comentarios. Bravo. Que siga así.

Dicho esto… Cada niño es distinto y la forma de tratar este tema no será igual para un niño súper sociable que no tiene ningún problema en relacionarse con todo el mundo y dar besos, que con un niño ultra tímido y sensible al que le cuesta horrores acercarse a gente que conoce poco o que no conoce. Y también las edades importan: no es lo mismo un niño de 2 años que es todo impulso y emoción y que no entiende muchas de las cosas que hacemos los adultos, que uno de 10.

No sólo eso: es muy importante que sepamos por qué etapa está transitando nuestro hijo y qué podemos esperar o no de él en este momento. Por ejemplo: si mi hija está en plena etapa “vergüenza”, ella actuará de una forma muy distinta a como lo hará una vez ya superada esta fase. Y como toda fase, mi opinión es que hay que respetarla y acompañarla.

El sábado me pedíais que os contara lo que opino de todo esto y creo que lo podría resumir en 2 cosas: RESPETO Y SENTIDO COMÚN.

El respeto creo que es básico. Cuando era pequeña me decían “no hagas a los otros lo que no te gusta que te hagan a ti” y creo que debería ser una norma universal que, dicho sea de paso, sirve para muchas cosas. Ayuda a conectar con uno mismo y a la vez, a empatizar con el otro.

Tenemos mucho miedo de que nuestros hijos sean unos maleducados pero es muy probable que si les tratamos con respeto, buena educación y sentido común no lo sean. A veces estamos muy preocupados por lo que harán ellos y no tanto por lo que hacemos nosotros y en este caso y muchos otros, es casi más vital lo que ellos ven de nosotros que lo que decimos. Vaya, lo de una imagen vale más que mil palabras. Ellos imitarán lo que hagamos: si somos educados, si damos besos o la mano, si saludamos diciendo “buenos días, cómo estás?”, etc… a medida que vayan creciendo irán incorporando este comportamiento. Cuando? Pues cuando estén maduros para hacerlo. Y ¡ojo!, porque hay cosas que les pueden confundir como la hipocresía: pueden no entender por qué abrazamos a alguien si después nos pasamos todo el camino en el coche criticándolo.

Pero volvamos al tema: muchas veces queremos que los niños vayan más deprisa de lo que pueden y como no están maduros y no pueden hacer lo que les pedimos, se lo ordenamos y les obligamos a actuar de una forma que todavía no tienen integrada.

Pero la foto del post del sábado tenía un trasfondo de advertencia: si obligamos a los niños a actuar contra su voluntad (“dale un beso a ese señor”, “deja que te abrace”, etc, aunque no quiera hacerlo por nada del mundo) y a hacer siempre lo que les decimos los adultos, quién nos dice que no sabrán protegerse de un adulto enfermo que quiera abusar de ellos? Y ya sé que a muchos les parecerá exagerado, sacado de quicio y todo lo que quieras, pero hay muchos más abusadores de lo que creemos. Y sino, mirad la última noticia espeluznante de la desaparición de miles de niños refugiados!

Si hacéis memoria, no recordáis ningún familiar o vecino o lo que fuera que os hiciera algo que no os gustara cuando erais niños? Tocar las mejillas, abrazaros demasiado fuerte, bloquearos con supuestos mimos sin poder escapar, daros 20 besos seguidos y dejaros la mejilla toda húmeda, haceros cosquillas aunque no quisierais… O lo mal que lo pasabais cuando teníais que dar besos a toda la familia el día de Navidad?

Besos, abrazos, etc, implica contacto físico y soy de la opinión que desde pequeños tenemos que explicar a los hijos que nadie puede hacer con su cuerpo algo que ellos no quieran. Lo que sea. Que tienen derecho a decir qué les gusta y qué no, y que si la tía Juana les da un achuchón que los deja morados y no les gusta, pueden decírnoslo y hablaremos con Juana para que achuche menos. Juana no representa ningún peligro, claro está, pero el hecho en sí (achucha que hace daño, nos lo dice y hacemos algo para que no vuelva a suceder) sirve para integrar en el niño que cuando alguien les hiere tienen derecho y están legitimados para decirlo, para buscar ayuda y para defenderse. De esta forma, cuando sea el niño de quinto que le saca 3 palmos, el que le haga algo que le moleste, se sentirá legitimado para defenderse e ir corriendo a buscar ayuda.

Ahora os voy a contar lo que hemos hecho entendiendo que mi experiencia y mi opinión son en relación a mi familia, mis hijas… y lo que me sirve a mi puede no servirte a ti y viceversa, porque somos distintos, porque tenemos hijos distintos, familias distintas, etc.

Creo que nunca hemos obligado a nuestras hijas a dar besos o muestras de afecto si ellas no querían y si no les salía del corazón. A veces han saludado con la mano, a veces han dado besos a todo el mundo, a veces han corrido a abrazar, a veces se han quedado detrás de nuestras piernas sin querer salir… Y qué hemos hecho? Pues lo que intentamos hacer con las rabietas, la alegría o la tristeza: acompañar la emoción que hubiera, porque a menudo, cuando un niño no quiere dar un beso o saludar a la gente es porque hay alguna emoción detrás: vergüenza, miedo, timidez…

En épocas de mucha vergüenza de la mayor, lo que hacíamos era hablar antes de llegar al sitio donde sabíamos que había gente para prepararla. “Va a haber mucha gente. Si de repente sientes mucha vergüenza nos lo dices y te ayudaremos”. Qué hacíamos? Pues por ejemplo decir “ahora tiene mucha vergüenza, si a caso os saluda después” y efectivamente. Cuando ya se sentía más segura en ese lugar y con esas personas era capaz de saludar o dar besos a todos.

Creo que no es tan difícil: mi marido tiene una familia enorme y cuando nos reunimos todos podemos ser tranquilamente 100. Digamos que un encuentro con su familia no baja nunca de 50 personas. O sea que imaginaos el montón de besos! 😉Recuerdo el primer día que fui con ellos. Era el día de Reyes de 2007, creo, y yo estaba muerta de miedo y de vergüenza. “No me dejes sola”, le decía a mi marido en el coche antes de llegar a Barcelona. Cuando entramos por la puerta ya había un montón de gente y claro, saludar, dar besos a todo el mundo, y sin poder retener tantos nombres nuevos, relación de parentesco…! Un follón vaya. Si para mí ese día fue de un estrés tremendo, imaginaos para un niño. Por suerte, la familia es muy respetuosa, se hacen cargo de que somos un montón, y se acepta sin problemas que los niños saluden con la mano o diciendo hola así en general sin tener que pasar por los 150 besos de rigor!

Tenemos que aceptar que no todos los niños son súper abiertos y que los hay de muy tímidos o serios y está bien. No pasa nada. Cada cual es como es y por lo tanto es normal que no actuemos igual. Y además, hay gente súper abierta en determinados círculos y en otros, nada.

Yo por ejemplo, si me siento cómoda puedo sentirme la reina de la fiesta, súper extrovertida y abierta. Pero en ocasiones donde no conozco a la gente, es un ambiente muy distinto a lo que estoy acostumbrada o lo que sea, puedo parecer muy seria. Es lo que hay, no se me da bien fingir y cuando se me junta la incomodidad con la timidez pues hago lo que puedo!

Empaticemos con los niños en estas situaciones y respetemos sus decisiones. Entendamos que que ahora sean tímidos, tengan vergüenza o no quieran saludar no quiere decir absolutamente nada y esto no hará que se conviertan en unos maleducados de por vida.

Necesitan saber que les acompañamos en estos momentos que no les son nada fáciles. Y lo de las formas (besos, abrazos, saludos…) pues depende porque cada familia tiene su forma de hacer, sus costumbres, etc. Hablad de ello con los niños, decidles lo que os gusta a vosotros, explicadles porqué los adultos nos saludamos así, qué significa… y poco a poco, a medida que vayan creciendo y madurando harán exactamente lo mismo.

Ah, y por último: A veces les obligamos a dar besos o a saludar porque nos sabe mal que nos juzguen a nosotros o a ellos si de repente les pilla un ataque de vergüenza y no quieren hacerlo. Si mi niño da besos, abrazos, etc, a todo el mundo, será alabado y aceptado, y con él, también yo. Pues mi opinión es que los niños són igual de válidos, fantásticos y especiales tanto si dan besos a todo el mundo como si resulta que sienten demasiada vergüenza como para no hacerlo.

Y para terminar y como digo siempre: esta etapa también pasará.

PD: Si alguna vez estoy con un niño que no quiere saludar ni dar besos le digo: “No pasa nada. Yo, cuando era pequeña, a veces tampoco quería saludar porque tenía mucha vergüenza.  Y sabes qué? Un día la vergüenza se fue.”

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Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

Un comentario

  1. En mi caso tanto mi pareja como yo tenemos claro lo del contacto físico pero el saludar por ejemplos lo a los abuelos cuando vamos a buscarla A la guarde. Es raro y no entiendo porque no lo hace pero ignora, pone malas caras y no dice nada. No lo entiendo porque si que consideró que hay vínculo. No sé cómo actuar. Ainsss

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