Criar

De tetas, biberones, culpas y decepciones

Ayer comenzó la Semana Mundial de la Lactancia Materna. A día de hoy ya se han escrito tantas cosas, hay tantas webs, artículos, libros, etc. que hablan de ello, que no me quiero extender mucho ni en sus beneficios, ni en lo que conlleva para el bebé, ni en las recomendaciones de la OMS y otros organismos,…

Hoy quiero hablar de la teta y los biberones y más concretamente, de las madres que han dado la teta, y de las madres que han dado biberones que parece, a veces, que las separe un gran muro de acero.

Disfruto a más no poder de la lactancia materna. La valoro, la aprecio, le agradezco un montón de cosas. No quiero decir que soy una gran defensora porque de alguna manera parece que, entonces, esté en guerra con alguien y por lo tanto, deba defenderme. Y a mí, eso de las guerras, no me gusta.

Todavía hoy, que mi hija está a punto de cumplir dos años, sigo dándole el pecho a demanda durante el día. Nos encanta, a mí y a ella y de momento no tenemos ninguna intención de abandonarlo. Pero me gustaría que si una madre que ha dado el biberón entra en mi web y comienza a leer, no se sienta nunca juzgada.

No sienta nunca que la discrimino, que creo que es menos madre, menos mujer, o que piense que formo parte de alguna «secta» de madres que dan el pecho. Esta cuestión, la de dar o no el pecho, es muy sensible, toca mucho la fibra y se remueven emociones muy profundas.

Cuando vemos que la lactancia materna no se ha instaurado cabe preguntarse por qué. Ponernos en el lugar de la madre, de su circunstancia, de su entorno, de su realidad en el momento posterior al parto. Quizás ha acabado de parir, tenía poca información, pocos referentes porque ni ella había mamado nunca ni conocía a nadie que hubiera dado el pecho, se sentía vulnerable, tenía un hijo que lloraba a gritos y que no se le agarraba al pezón, o que le hacía grietas, sentía un montón de comentarios contradictorios de gente (familiares, amigos…) que se creían más sabios y más preparados que ella… y tenía miedo. Mucho miedo a que su hijo pasara hambre y no parara de llorar nunca más. ¿Quién no tiraría la toalla en circunstancias así? ¿Quién no se agarraría al biberón como a un salvavidas?

Y más tarde, cuando aquel niño hace meses y meses que toma biberón esta mujer se encuentra con otra amiga-madre o conocida-madre que le dice que da el pecho y que está feliz de la vida, y que «¿como es que no lo hiciste, si es lo mejor para bebés?» y esas cosas… ¿Cómo os sentiríais? Juzgadas. Enfadadas. Culpables. Quizás tristes. O quizá más convencidas que nunca que el biberón es lo mejor del mundo, porque lo podíais dar ambos, padre y madre, y que las que dan el pecho son unas esclavas todas pertenecientes a una especie de secta extraña de la que no tenéis intención de formar parte.

Con todo esto, ¿qué quiero decir? Pues que lo mejor para la lactancia materna, lo mejor para las mujeres (todas) es que nos relacionemos sin juicios, que podamos hablar de crianza libremente sin construir ningún muro de acero. Que nos sintamos juntas y unidas, haciendo lo mismo: criando los hijos de la mejor manera que podemos y sabemos. Quizás si nos acercamos de otro modo las unas a las otras, entenderemos todas nuestras razones, todos y cada uno de los motivos, y nos podremos ayudar mucho mejor y más si algún día, decidimos tener un segundo hijo, o un tercero, o un cuarto! Esto es lo que nos puede hacer más sabias, más fuertes, más madres.

El resto, las defensas a ultranza de cualquiera de las dos posturas no me interesan, porque para mí, lo más importante es lo que hay bajo el agua, lo que queda escondido por las olas y que da vergüenza, que no se explica por qué nos desnuda. Porque son historias (a veces incluso inconscientes) de miedo, de carencia, de soledad, de vulnerabilidad extrema. Me gusta mirar al fondo porque si no conseguimos sacarlo todo a la superficie, tantas emociones sumergidas enturbian las aguas hasta la misma línea del horizonte.

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Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

9 respuestas

  1. Tens raó.
    A mi, tot i que he gaudit i segueixo gaudint de la lactància, tampoc m’agrada entrar en cap guerra ni molts menys dir a les mares el que haurien de fer. Perquè, com tu dius, mai saps les circumstàncies que les han portat a prendre una decisió o bé una altra.
    Realment seria molt interessant conèixer perquè ens sentim a vegades tan insegures i que tot això anés canviant!

  2. Me ha encantado, como siempre. Yo, je de confesar que hubiera tirado la toalla la primera noche que mi niña no callaba de hambre y desesperación mientras, yo me moría de dolor de pechos porque me iban a estallar. No salía casi nada, y sin embargo, cada vez más llenos. Llorábamos las dos juntas después de un parto de 10 horas más un día de interminables visitas. me quería morir. encima, la monja del hospital, con muy buena intención, (pero qué sabrá ella de lactancia materna, con todos mis respetos) enseñándome una postura rarísima, que así no había manera.
    En fin, con esto digo que comprendo perfectísimamente a las madres que dan el biberón porque yo estuve a pu tosimos de hacerlo si no llega a ser por mi marido, que se empeñó en que lo siguiera intentando hasta la saciedad, y me dio las fuerzas necesarias . Tuve esa gran suerte, ambas la tuvimos.

  3. Me gusta tu planteamiento. La lactancia materna es importante, yo di de mamar a mi hijo y a mi hija y estoy de acuerdo con lo que dices. Pero me parece muy importante lo que dices de las madres que por la razón que sea dan el biberón a sus hijas/os.

    A menudo la defensa de la lactancia materna se defiende desde posturas extremistas que cualquier otra opción es mala.

    Compartir nuestras experiencias sin cuestionar las decisiones que se toman es lo mejor.

    Saludos

    Ángeles

  4. Toda la razón!! No se porque las mujeres somos tan, como decirlo, ensañadas las unas con las otras. Nadie es mejor que otra por dar o no dar teta. Simplemente a todas nos toca vivir circunstancias diferentes de acuerdo a diversos aspectos. Ojalá TODAS pudiéramos gozar de una lactancia feliz y placentera. Las que hemos tenido ese privilegio deberiamos poder compartirlo sin señalar ni juzgar a nadie. Es muy difícil entender las circunstancia que llevaron a una lactancia fracasada. solo la madre que la vive sabe ( o a veces ni siquiera ella misma lo tiene claro) que sucedió y porque no pudo salir adelante. Ya demasiada frustración debe sentirse para que además otros la señalen. Las madres somos una red, una tribu, y debemos estar aquí para apoyarnos y soportarnos las unas a las otras, sin importar más detalles.

  5. Muy bonito este post!

    Yo quiero creer que el efecto negativo que puede producirse sobre las madres que dan o han dado biberón (nosotras mismas pudimos ser, o nuestras hermanas, o nuestra mejor amiga…), es un «daño colateral» de las campañas pro-lactancia, pero que no está en el ánimo de nadie.

    La mayor parte de las campañas pro-lactancia están destinadas hacia las autoridades (humanizar la atención a los partos, que no separen a los bebés de los niños, aumentar las bajas post-natales…) y también a informar a las mujeres, a los hombres, a las familias, y a toda la sociedad, para normalizar la lactancia con la opción «default» de la especie.

    No hay más que ver los comentarios de la gente cuando se tratan estos temas en los medios generalistas: sigue habiendo mucha ignorancia y hasta mala fe contra la lactancia, más aún si se pasa del año.

    El hecho de que las mujeres también a veces nos ataquemos las unas a las otras no es más que un síntoma de nuestra baja autoestima. Y eso tenemos que trabajar todas, para aliarnos en círculo y aprender a amarnos y respetarnos…

    La crianza tiene que unirnos y no separarnos.

    Un abrazo a toda «la tribu»!!!

  6. Me ha gustado mucho lo que has escrito.

    Ileana habla de «daño colateral». Seguramente sea así pero por colateral no me parece menos importante. Como bien dice, una gran cantidad de mujeres que habéis tenido lactancias exitosas podríais haber estado «al otro lado». No cuesta mucho ponerse en ese papel y pensar qué opinaríais de muchas cosas que te dicen o que puedes leer por ahí. Si la «guerra» es contra la falta de información, la tergiversación y los intereses sibilinos, debería quedar bien claro.

    Gracias por escribir estas palabras!!.

  7. En este tema pienso de manera muy parecida a ti. Yo también estoy disfrutando de una lactancia feliz y más allá de que sea bueno para el bebé, yo la recomiendo 100% y hablo siempre maravillas de ella, porque esa es mi experiencia. Pero por supuesto, quién soy yo para juzgar a una madre que dé biberón, máxime cuando muchas veces esa madre quería dar el pecho y por las circunstancias que sean, no lo ha conseguido de forma satisfactoria. Eso no la hace ni mejor ni peor madre que yo.
    Precisamente esta semana escribí un post describiendo las sensaciones y emociones que produce en mí dar de mamar a mi bebé. Lo hice sin pensar, desde el corazón. Ahora me planteo, si quizá, al leerlo, alguna madre que da el bibe pueda entender que yo pienso que esos sentimientos son monopolio de dar la teta y esa no fue para nada mi intención. Esa madre experimentará esas mismas cosas al abrazar a su pequeño, al besarlo, al jugar con él… Yo sólo quería contar mi experiencia, espero que se haya entendido así, porque tu post me ha dado que pensar.

    Dicho esto, pienso que las campañas prolactancia son necesarias precisamente para ayudar a que menos lactancias fracasen por falta de apoyo e información.

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