Entrenamiento

Gimnasia diaria

27.4.2012

Cada noche hago unos cuantos abdominales así, a «palo seco», para incorporarme, agarrar el nórdico de Laia y taparla. Ya sé que dicen que primero hay que calentar un poco, que hacerlo en seco no es bueno para la espalda, pero yo a esas horas no me acuerdo y hago los abdominales sin pensar y tan rápido como puedo. Cuando por la mañana me levanto, preparo los desayunos, despierto a Laia y quiere que la coja un poco en brazos porque está tan dormida que si se pusiera de pie en el suelo creo que se caería. Casi 15 kilos a cuestas (también sin calentamiento previo) para ir al baño, hacer el pipí, luego hacia el comedor, un poco de mimos… Vamos, que yo a las 9 de la mañana es como si hubiera hecho ya un rato de pesas!

Esta operación de coger a la Laia a úpa con sus kilitos encima se sucede varias (por no decir muchas) veces al día. La peor operación es la de entrar y salir de la sillita del coche. Es comparable a la pesa más grande del gimnasio porque tienes que separarla de tu cuerpo un buen espacio y los brazos hacen el triple de fuerza. Por la mañana, siempre tenemos que hacer algo y aparte de ir a todas partes a pie, muchas veces también quiere ir en el cochecito o sea que me toca empujarlo con Laia sentada encima y muchas veces, también la compra. Cuando hago la subida que me lleva a casa yo ya estoy como para ir a dormir agotada, pero sólo son las doce del mediodía….

A lo largo de mi jornada también ejercito mucho las piernas: o sea que la sesión de «piernas-brazos-abdominales» que hacen en muchos gimnasios con música máquina la tendríamos más que cubierta. Me agacho infinidad de veces para recoger cosas del suelo. Y cuando digo «infinidad» no exagero, lo digo porque es imposible contarlas. Me agacho para recoger trastos, me agacho para jugar, me tiro por tierra para esconderme cuando jugamos y ella me tiene que encontrar, y sobre todo, sobre todo… cuando estamos comiendo o cenando (aquellos ratos mágicas de los tres en la mesa) me tengo que levantar un número tan grande de veces que a veces me pongo incluso de mala leche. Sí, porque con la maternidad me ha pasado algo muy extraño como es la pérdida de memoria (¡espero que sea por la maternidad y no por la edad!) Y ya dicen que quien no tiene cabeza tiene que tener piernas. Que si me he dejado el aceite, que si «ay, falta un tenedor», que si se ha acabado el agua, que si «¿quién quiere repetir?» (¡Con lo fácil que sería llevar la olla y listos!).

Vamos, que cuando alguna madre me dice «es que tendría que ir al gimnasio porque no hago nada!» Yo pienso «¿¿¿perdona???» Y repasamos su día y vemos que se ha equivocado. Que aquel nada esconde contracturas en la espalda por llevar tanto peso cargado encima, que las piernas nunca habían hecho tantos paseos con un niñ@ en brazos, que la barriga del embarazo ha desaparecido como por arte de magia y es porque en el fondo, ¡no para! Por no hablar de las madres que tienen dos, tres, y cuatro hij@s! ¡Estas es como si vivieran permanentemente en un gimnasio! Pim-pam-pim-pam… 😉

Pero yo no soy diferente y sí, voy al gimnasio. Y me preguntaréis «¿para hacer más deporte?» Y la verdad, la cruda realidad, es que más que para hacer más deporte (que cuando llego estoy tan cansada de practicarlo todo el día que me largaría sin pensarlo) voy ¡para relajarme! Sí, porque hacer una sesión de elípticas con música a toda leche me relaja. Porque tirarme a la piscina y empezar a ir hacia arriba y abajo haciendo crol o espalda me descansa más que un buen rato tumbada en el sofá. ¿Suena extraño? Es posible, pero en aquellos pequeños ratos de gimnasio hago «otro tipo de deporte» del que hago todo el día y cada día. Y me sienta muuuuy bien. Y sí, por la noche estoy muy cansada, y no me aguanto, pero es un cansancio que me gusta, que me reconforta y me hace dormir mejor.

Ahora bien, madres del mundo, pensad en la gimnasia diaria que hacéis como consecuencia de vuestro hij@ o hij@s (en plural), y verás como la culpa por no ir al gimnasio a hacer abdominales frenéticamente se desvanece de repente! 🙂

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Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

4 comentarios

  1. ¡Uf! por un poquito pensé que era de esos post de «te recomiendo ejercitarte y comer 8 verduras al día» te mataba jajaja casi casi perdías a una admiradora— yo es que «paso de gimnasio» si de normal terminaba agotada ahora no quiero ni sentir ese dolorcito que da gusto por que prefiero ser zombie-mumbie. Llevas toda la razón en que digo bueno si no he parado y tengo agujetas para que ir al gimnasio jajajaa

    1. Hola, guapa!

      Qué va… esto es muy personal… Hay gente que «necesita» ir al gimnasio, pero digamos que durante el primer tiempo de maternidad, lo que necesitamos es relajarnos, que alguien nos de un respiro para hacer algo que nos apetezca,… Lo del gimnasio y los abdominales, quizás puede esperar. Pero ya ves, a mi me relaja hacer piscinas! 😉

      Besos.

  2. Jajaja! Pues yo también practico esa gimnasia diaria, pero mira tú por donde no debe ser suficiente porque el flotador que quedó tras la cesárea sigue ahí sin inmutarse… 😉

    1. Mousikh…

      tu no tires la toalla, y ya verás que si tienes el segundo, el flotador se va seguro! Gimnasia sesión doble las 24h del día!!! 😉

      Besos.

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