11.11.2011
Esta frase no es muy adulta, lo sé. Pero es lo que tengo ganas de decir cuando voy con mi hija por la calle y ella va vestida como si se hubiera lanzado la paleta de colores de Titanlux encima. Hace mucho tiempo que Laia se viste como quiere; su padre o yo le escogemos la ropa y luego ella se la mira y si no le parece bien, va hacia los cajones y decide innovar. Hace casi un par de meses que se viste sola siempre. Y cuando digo siempre quiero decir siempre. No soporta que la vista nadie, y ni siquiera la puedes ayudar a ponerse bien el calcetín o poner el brazo por la manga. Si no puede, tienes que esperar hasta que ella lo haya batallado un buen rato y si ve que no le sale, entonces te pide «¿ayudas?» y tienes su permiso para echarle una mano. Pero vaya, la mayoría de veces no necesita que le hagas nada y le importa un bledo si la etiqueta de los pantalones le ha quedado delante en vez de detrás, simplemente te dice: «¡llevo al revés!». Y se queda tan ancha.
Hace mucho tiempo que dejamos de discutir por el tema de la ropa. Porque Laia, desde muy pequeña, mucho antes de hablar incluso, ya elegía qué se quería poner, por desesperación mía. Al principio pensé que era demasiado pequeña, que ya le pasaría, pero no, no le ha pasado. Al contrario. Contradecirla en tema de ropa es follon asegurado. Un buen día nos sentamos con mi compañero para ponernos de acuerdo sobre si aquello era grave o no, si era necesario o no discutir por si en vez de la camiseta blanca con topos prefería la de “Hello Kitty”. Decidimos que era una tontería y que, ya que ella dejaba claro que quería decidir sobre «su» ropa, la dejaríamos hacer. En el fondo… ¿qué importa? Pues nada, supongo. Habrá quien piense que esto es ceder, que nos tomará el pelo, que se nos ha subido a caballo y que será una consentida. Nosotros no lo vemos así y creemos que hay cosas muuuucho más importantes por las que sí tenemos que hacer valer nuestra opinión y nuestra condición de padres. Pero la ropa no es una de ellas.
Y por qué digo, «¡yo no he sido!»? Pues porque hay días que gritaría «tierra, trágame». Como aquel día de agosto, con un calor digno del desierto del Sáhara a las 14h del mediodía. Laia encontró en el armario el gorro de invierno, el que le poníamos el año pasado para ir a la nieve, con un pomo-pom lila en lo alto. Le hizo una ilusión enorme y se lo quiso poner: «No puede ser, Laia, hace mucho calor». «¡Quiero gorro!» Primero flojito y luego, ante mi insistencia, gritando. «De acuerdo, pues póntelo». Y así salimos a la calle, yo con vestido de tiras y sudando la gota gorda, y ella con pantalón corto, camiseta, sandalias y… gorro de lana con pomo-pom lila en la cabeza. «Que no nos crucemos con nadie, que no nos crucemos con nadie…», Pensaba yo. Aún no había dicho esta frase por tercera vez que pasaron unos vecinos, con unos ojos como platos clavados en la bola esa lila en la cabeza de mi hija. No eran de confianza y por lo tanto, no dije nada, simplemente intenté pasar rápido y desear que olvidaran esa imagen para siempre. Era como si oiera muy de lejos sus pensamientos: «qué mala madre, mira cómo viste a la pobre niña!»… con ganas de decirles que si le hubiera quitado el dichoso gorro, nuestro barrio habría explotado y ellos se habrían quedado sin casa. O sea que, en el fondo, ¡les había hecho un favor!
Pero… ¿y de qué demonios me sorprendo?! Si tengo fotos de cuando tenía 4, 8 y 13 años donde parezco Fofito, con pantalones naranjas a rayas, zapatos rojos de bota, jersey a cuadros lilas y marrones, cola de caballo con lazo azul claro y paro porque me estoy mareando! Un día, mirando fotos, le dije a mi madre: «¿Cómo es posible que me dejaras salir a la calle de esta manera?!» Y me miró con cara de «no me lo puedo creer». La misma cara que pondré yo cuando Laia dentro de unos años, me trate de mala madre por haberla dejado vestir como lo hace algún día para salir de casa. Por eso digo ahora y siempre: «¡¡¡YO NO HE SIDO!!!»
14 respuestas
Després de l’escrit profund i seriós d’ahir, que llegint-lo m’he entristit i adonat que tot i que estem molt malament, potser sí que estan canviant les coses,…avui he rigut molt imaginant-me la Laia amb el gorro en ple estiu!
Tinc una alumne que es vesteix sola amb 3 anys que també porta cada modelet que fa petar de riure!
Sí, Lali, tu saps que no menteixo, i que la Laia sap el que vol! Havia de posar algun toc d’humor en una setmana en la què els posts han estat tots bastant seriots 😉
Petons!
jAJAJAJA… m’encanta…
Sabia que t’agradaria! 😉
La meva de moment encara no tria massa (tot i que apunta maneres…)
Però jo també penso alguns dies «tierra, trágame», quan vaig a buscar-la a la guarderia i me la trobo canviada de roba per que s’ha fet pipi. Si algun dia m’he deixat de portar-li una segona muda, li posen el que poden i troben per allí, sense mirar-s-ho massa. Un dia me la vaig trobar amb malles de licra de la funció de fi de curs de l’any passat!
I sí, la llei de murphy fa que aquest dia sempre et trobis a molta gent!
Petons
Sí, són aquells dies que t’agradaria que al carrer no hi passés ningú i just aquell dia, tothom ha decidit sortir a la mateixa hora que tu i passar pel mateix per on passes tu! Ah, i per la mateixa vorera! 🙂 petons!
No sabes lo que me has hecho reír!!! Seguro mi Sara, con la voluntad que tiene, va a ser así!!!
Cómo me gusta haberte hecho reir!!! Besos.
Miriam! A tu regreso de vacaciones vi la foto que has ublicado en la página principal y tu niña lleva esas medias rojas que llaman la atención! Y sabes que si pensé que sde trataría de lo que nos cuentas. Y se me pasó decírtelo pero es que se ve hermosa, es de esas fotos de esas niñitas de antaño (nosotras) que no vivíamos a la moda, si no con lo que había, yo era de las que usaba los zapatos del colegio, incluso después del colegio y amaba un sweater rosado que tenía huecos en los codos, me encantaba y mi mamá lo remendaba y de tanto juego se volvía a romper 🙂
Sabes que mi hija tiene días, a vces decide, a veces yo le visto y no pasa nada, pero a en mi humilde opinicón, tu niña, a bien temprana edad,e stá dando muestras de saber lo que quiere, de hacer notar sus intereses y que se la respete. Me parece una cualidad digna de fomentar. Te imaginas que desde tan chiquita ya va por ahí sintiéndose feliz de lo que es y no de como se ve por lo que lleva puesto? Es formidable!
Y lo del gorro, pues he leido que los nenes autoregulan (como muchas otras cosas) su temperatura corporal, así qe lo habría hecho bien. De hecho, los turcos, en verano se la pasan tomando te hirviendo y se los ve muy felices jjjj
Me encantó!
Gracias Gaby! Sí… de hecho, da igual con que se vista siempre que ella se sienta bien, no? Cada uno expresa su estado de ánimo también con la ropa. Hay días que nos vestimos de negro, otros con rojos cantones… y ellos hacen lo mismo y aún con mucha más libertad, sin tener que mirar si eso pega con aquello, o pensar en el ¿qué dirán? Es fantástico! Ojalá la creatividad y la seguridad le duren toda la vida! Un beso, guapa.
Quin fart de riure!
(A les fotos surt moníssima, serà que té bon instint per la moda…)
Això segur! A veure què passa quan tingui 15 anys, quina por! 😉
Quin fart de riure! Per fi he entès el perquè ma mare em deixava anar amb els pantalons ciclistes fucsia i botes d’aigua, encara que a ella no li agradés!!! Espero que l’Agnès tingui una mica més de criteri que jo! 😉 De moment tot li està bé!
una abraçada guapa!
Marina, suposo que es tracta de prendre’ns-ho amb una mica d’humor! Tampoc és tan greu, oi? I a les fotos, després, queden moníssimes! 😉