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Hasta el 6 de enero
mi hijo se porta mal

Mi hijo se porta mal

Esta frase seguro que la habéis escuchado alguna vez, o la habéis utilizado vosotros mismos. O habéis oído a alguien que la decía de algún otro niño o niña «el hijo de Eva se porta fatal» o «la hija de Ramón es terrible», y cosas por el estilo. Para hablar de todo ello hoy empiezo con una reflexión:

¿Qué es portarse mal?

A veces alguien me dice que ese niño se porta muy mal y yo, por el contrario, no veo que haga nada malo. Y al revés, he visto niños con comportamientos que me hacían estremecer y sus progenitores o cuidadores los encontraban de lo más normales.

Por tanto, esto de portarse «mal» puede ser muy relativo. Para alguien puede ser que un niño se mueva mucho, o corra, o hable fuerte y reivindique lo que piensa y cree. Por otro puede ser que un niño rompa cosas, pegue, insulte y moleste a los de su alrededor.

Por lo tanto, cuando alguien nos dice «mi hijo se porta mal» deberíamos saber qué hace exactamente y ver si lo que nos cuentan es o no, a nuestro entender, un «mal» comportamiento.

enfadoPero supongamos que nos ponemos de acuerdo en que un comportamiento de este tipo es algo similar a un niño pegando, molestando al resto, impertinente, que no tiene en cuenta a los demás, que insulta, que trata mal, etc… Entonces creo que lo siguiente que hay que preguntarse es por qué. Digamos que más que abordar lo que hace, que también, no nos podemos quedar sólo en eso, y entonces reprimir aquel comportamiento e intentar que cambie. Sino que hay que dar un paso más.

Supongamos que yo estoy a 39. Voy al médico y ve que tengo fiebre pero esta temperatura alta de mi cuerpo le dice poco, más allá de que me pasa algo. La fiebre es la lucecita que se enciende y hay que esperar a ver qué más dice mi cuerpo, ¿qué otro síntoma saca hacia el exterior que nos pueda hacer pensar qué es lo que provoca esa fiebre.

Si me tomo un anti-térmico la fiebre bajará, pero no habré curado lo que me la provocaba. Incluso hay momentos en que esconder la fiebre puede no ser nada bueno y lo que hay que hacer es dejar que vaya evolucionando para que podamos detectar dónde está exactamente lo que me pasa.

Qué parte de mi cuerpo sufre y traduce en fiebre como primer síntoma. Y en este ejemplo hay una diferencia muy evidente (con el hecho del que hablo hoy) y es que la fiebre sirve de algo: el cuerpo lucha en contra del virus o la infección o lo que sea, y por lo tanto, puede ser muy útil.

Pues bien, digamos que sería un poco esto: tenemos un niño que se porta «mal» (aunque no me gusta nada utilizar estos adverbios…).

Si lo reprimimos o bien provocándole miedo o bien con amenazas, etc, cortamos lo que hacía, es cierto que dejará de hacerlo (al menos durante un tiempo, aunque sólo sea un día), pero no hemos llegado a la raíz. No sabemos qué es lo que lo lleva a actuar así.

Por tanto, bajo mi punto de vista, lo primero que tenemos que hacer es evidentemente intentar que no haga daño a nadie ni a él mismo (los hay que cuando no pueden pegar, se pegan), y entonces, acompañar aquella expresión que normalmente es de rabia.

Cuesta. No es nada fácil acompañar a un niño que ha empezado a tener comportamientos así. Como siempre, debemos tener en cuenta la edad. 

No es lo mismo hablar de un niño de 2 años que uno de 7. Pero es muy posible que tengamos dificultad para acompañar la rabia de un hijo tanto si tiene 10 meses como si tiene 10 años.

No es fácil. La rabia puede remover y nos puede costar poner amor, empatía y cierta distancia a aquella situación que se está desarrollando ante nosotros. Si cuando nuestro hijo se porta mal lo hace delante de gente, todavía nos puede resultar más difícil todo, porque entonces se nos mezcla el qué dirán y el miedo a ser juzgados.

Pero volvamos a la raíz. Buscar la raíz de todo ello es básico. Difícil a veces, sí, y también costoso, y requiere mucho de nosotros a menudo, pero es, para mí, imprescindible. ¿Cómo encontrar la raíz? Indagando y sintiendo. Si no lo podemos hacer solos, busquemos ayuda profesional.

¿Qué tenemos que preguntarnos?

¿Desde cuando mi hijo se porta así?

¿Qué ha pasado dentro de nuestro sistema familiar durante este último tiempo?

¿Cómo he estado yo? ¿Cómo ha estado el padre? ¿Cómo han estado los hermanos?

¿Qué nos ha preocupado durante este tiempo?

Y todavía más: ¿Le hemos dedicado el tiempo que nos reclamaba? ¿Le hemos mirado lo suficiente? ¿Sabemos acompañarlo? ¿Qué nos remueve cuando se porta así? ¿Se nos despierta a nosotros la rabia y quisiéramos también pegarlo? ¿Lo hemos hecho? ¿Qué nos da miedo de todo, lo que nos dice la gente, lo que piensa la gente? ¿Teníamos expectativas volcadas en este hijo nuestro? ¿Cuáles eran? ¿Cómo nos gustaría que fuera y no lo es? ¿Por qué querríamos que fuera de otra manera? ¿Qué nos recuerda nuestro hijo? ¿A dónde nos transporta?…

Y podría seguir…

Si vamos tirando del hilo de todas estas preguntas, es muy probable que se enciendan algunas luces de alarma, algunas alertas que nos dicen «atención a esto que pasó! Atención a esto que siento! Atención a esto que me pasa!»… y vamos estando, cada vez, más cerca de la raíz.

Ningún niño se porta mal porque sí. Los niños que se portan mal no lo pueden evitar y sí, lo pasan muy mal. Quizás simularan que no, tal vez parecerá que no, pero lo pasan mal.  

Muchas veces, en muchísimas ocasiones, los niños se portan así porque alguien los mire.

Cuando no te miran haciendo las cosas normales que hacen los niños, tienes que hacer otras que llamen más la atención porque, aunque sea gritándote, alguien te haga caso, que es lo que quieres.

Muchas veces se portan mal para que estemos suficientemente presentes. Si cuando estamos con ellos hacemos dos y tres cosas a la vez, prestando poca atención a lo que hacen o cuentan, quizás si rompen un vaso entonces sí que ponemos todos los sentidos a lo que acaba de pasar.

Tal vez ha sido necesario que rompiera el vaso para que estuviéramos plenamente presentes… No justifico que lo haya roto, pero los niños buscan atención y si no la encuentran de una manera, la buscan de otra. Los hay que se portan mal porque no saben gestionar emociones fuertes y profundas que sienten ya sea en la escuela, o cuando los cuida alguien, etc. Puede haber, de hecho, mil motivos.

EMPATÍA

Pongámonos en su lugar. Imaginemos qué debe sentir a lo largo del día: en casa, en la escuela, con quien lo cuide, cuando se acuesta, durante la noche…

Imaginemos qué sentiríamos nosotros si estuviéramos en su misma situación. Hagamos este pequeño ejercicio. Imaginémonos mucho más pequeños, más vulnerables, siendo mandados por adultos buena parte del día si no todo… Pongámonos en el lugar del niño que se porta mal y tratemos de entender por qué lo hace…

Seguir el hilo de las respuestas que nos vayan saliendo a las preguntas que he apuntado más arriba, sentir auténtica empatía por nuestro hijo, y verdadera voluntad de resolver lo que no encaja.

Es probable que esto sólo sea el inicio, pero que nuestro hijo detecte que algo cambia: estamos cambiando nuestra mirada. De culparle a todas horas, de decir «nuestro hijo se porta mal», etc, a mirar hacia atrás y mirar hacia dentro.

Dentro de nosotros y dentro de él. Intentando encajar todas las piezas, intentando conectar los cabos sueltos, intentando rehacer lo que se deshizo un buen día y que ya no pudo recuperarse.

No es fácil. No es nada fácil y requiere mucho esfuerzo por nuestra parte. Pero para ellos tampoco es nada fácil. Ser un niño que se porta «mal» es muy agotador, de verdad.

Y desgasta, y duele, y hiere, y hace entristecer, y hace bajar la autoestima… Si nuestro hijo se porta mal lo primero que tenemos que hacer es pensar que nuestro hijo padece, que sufre.

Desde aquí, desde este inicio, quizás nos será más fácil entender que es importante y urgente que nos preparemos y nos pongamos manos a la obra. Aunque hacerlo nos hiera también algo a nosotros, porque a veces hacer revisión es duro, indagar, buscar y entender a veces duele. Pero es necesario. Ellos lo necesitan y nosotros, seguro, también.


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Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

9 respuestas

  1. Mi hijo de 6a tiene frita a su hermana de 2a, todo el dia la chincha. Eso no me preocuparia en exceso (porque son niños) si no fuera porque noto que disfruta con ello, sonrie cuando consigue que llore o monte una pataleta, y me planteo si no se esta convirtiendo en un pequeño tirano o sadiquillo. No se como hacerle ver que asi no podemos continuar. Ayuda, plis!!

  2. Gràcies Míriam, a l’escola ens criden l’atenció sovint amb aquest tema, «molesta» i a vegades acaba per esgarrapar o empentar algun company. A casa no tinc el problema, es el conflicte entre iguals, a la seva germana petita la respecta molt …hem adquirit el curs de Gestió d’emocions a veure si podem començar a donar al nostre fills eines per ficar «a la motxila» del cole i puguem ajudar-lo a superar aquesta etapa i detectar què li fa el «clec»…estic segura que es una etapa!

  3. Muchas gracias, leerte para mi es ver la luz en el túnel. Mi entorno no acompaña y no es nada fácil criar de manera consciente. Leí este post por que hoy la profe no dijo que teníamos un niño muy bueno,que casi pasa desapercibido , que no dice nada cuando alguien le pega o le quita las cosas y nos llamo la atención que con nosotros eso no pasa nunca. Además tiene mucho carácter y tengo que gestionar continuamente conflictos, la profe nos dijo que podía ser un niño tirano y eso me dejo pensando. Nunca había oído hablar de ese termino y no lo comparto.

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