niño

Ser un niño pequeño no es nada fácil

“¡Qué fácil es ser niño! ¡Qué pocas preocupaciones que se tienen de niño! ¡Qué felices son!” dicen muchos. Y yo pienso ¿Seguro?

Porque a mi me parece que ser niño es muy difícil, desde el minuto 1.

¿Te imaginas salir al mundo y no entender NADA? No comprender por qué ya no estás con ese líquido, no comprender los cambios de temperatura o por qué escuchas los sonidos tan fuertes…

Salir al mundo y encontrar que ya no tienes esa contención física permanente y que ya no escuchas, constantemente, el latido del corazón de mamá.

Creo que todas estas sensaciones no deben de ser nada agradables y de alguna forma, supongo que es una suerte que luego, conscientemente no recordemos nada de esa etapa vivida.

Pero no termina aquí porque luego, siendo bebés, nos descubrimos una mano pero no sabemos ni que es nuestra, ni qué hacer con ella. La intentamos chupar pero no hay manera de acertar.

Más tarde descubrimos un montón de cosas y objetos pero ni sabemos agarrarlos ni para qué sirven.

Crecemos y el mundo exterior nos sigue pareciendo extraño. ¿Por qué no veo a mamá todo el tiempo? ¿Por qué me dejan aquí?

Un montón de preguntas que, a pesar de que los adultos se las respondamos cuando todavía no saben decir ni una palabra, siguen sin entender ni procesar qué significa de verdad lo que estamos diciendo.

Y crecen y entonces se encuentran con que no entienden por qué aquello que quieren no puede ser. O por qué no puede ser AHORA.

No entienden por qué no pueden ponerse una camiseta que está en la lavadora, o por qué tienen que ir en la sillita del coche, si allí no pueden casi moverse.

No entienden por qué sus padres se enfadan si se despiertan muchas veces por la noche… ellos sólo tenían miedo, o sed, o ganas de sentirse «apretaos».

No entienden por qué no pueden jugar con todo lo que ven, aunque lo tenga otro niño, o por qué tienen que vestirse o quitarse el pañal después de haber hecho caca, con lo que les ha costado hacerla y lo que les gusta tenerla allí.

Como si su mundo y nuestro mundo no fueran de la mano, como si fueran dos mundos paralelos que a veces sólo se relacionan desde la incomprensión y el conflicto permanente.

No, ser niño no debe de ser nada fácil.

Porque es que además, no sólo no comprenden lo que pasa en el “afuera” sino que tampoco comprenden lo que les pasa dentro. Desde un dolor de barriga, a sentir una rabia infinita contra su hermano que ahora está mamando del pecho de mamá.

No comprenden lo que les pasa dentro ni lo que hacen porque a veces pegan sin ser conscientes de que están pegando, a veces hacen cosas incorrectas o peligrosas sin saber que lo son.

Madre mía, qué difícil tiene que ser ser niño… yo no volvería atrás ni por todo el oro del mundo.

Me acuerdo de lo que me costaba entender cosas que a ojos de los adultos era obvias y básicas. ¿Tú no? Quizás no recuerdas qué sentías de pequeño pero… ¿y en la adolescencia? Esa sensación de estar en un mundo y los adultos en otro…

Y sí: claro que hay momentos felices, ¡sólo faltaría! momentos de alegría, de conexión, de unión de los dos mundos… supongo que justamente esos momentos hacen que todo sea más llevadero… el AMOR. El amor que sustenta y que hace que todo lo demás sea quizás a veces difícil, pero transitable…

Por eso es tan importante que amemos sin condiciones, de forma abierta, respetuosa y sin límite. Porque será ese amor el que conseguirá que lo duro de ser niño lo sea un poquito menos, porque el amor da alas y ayuda a atravesar las aguas movedizas más peligrosas.

Seamos comprensivos con su momento, con la etapa que viven. Seamos comprensivos con su edad y su madurez.

Seamos empáticos y pongámonos en sus zapatos cada vez que veamos que nos cuesta lidiar con su momento.

Comprendamos que un día entenderán, integrarán y cambiarán lo que hacen ahora… pero que necesitan tiempo.

Ayer la peque se levantó ya cansada. El sábado había sido un día intenso para ella y en el que no había dormido siesta. Al día siguiente el cansancio pasaba factura y se quejaba por todo, con ese mal humor que se contagia. No había nada en concreto y a la vez, era todo.

Cuando me vi entrando en su malestar, en su malhumor porque no entendía que no le pareciera bien absolutamente nada de lo que yo hacía, la cogí en brazos. Me la llevé a la cama y le dije: “Ser pequeño no es fácil a veces, verdad?” “No, mamá… no se lo que me pasa”.

Y entonces, mientras le daba el pecho, le conté que ser pequeño a veces no tiene que ser fácil porque no comprende cosas que le pedimos, o cosas que hacemos. Y su cansancio se amplifica en su cuerpecito pequeño, y el calor la afecta más que ninguno de nosotros…

Decía que sí con su cabecita y a ratos dejaba el pezón para decirme “es que no os entiendo”, “es que soy pequeña”, “es que tengo sueño” pero su malhumor se iba disipando… 

Ser niño pequeño no es nada fácil y ser madre tampoco. Esa es la realidad. La pura realidad: que todos estamos haciendo aquí lo que podemos y tan bien como sabemos a cada momento. Nosotros y ellos. Yo, y ella.

A veces es suficiente y a veces no. A veces todo fluye y a veces no. ¡Qué le vamos a hacer!

Poco a poco, compartiendo zapatos y amándonos mucho… poco a poco…


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Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

18 respuestas

  1. Q ve q em va aquest post aquesta setmana!! En q la petita ha fet 1 any i el gran amb els seus 3 no sap q fer amb tantes emocions. Moltes gràcies

  2. Me l’he de guardar, aquest! Per recordar-ho a mida que el meu petit vagi creixent més i més… :’)

    Hi ha una cosa que m’ha sorprès, sobre la caca. Els agrada tenir-la allà? :O

  3. Y leer esto hoy… después de haber tenido ayer un día de mierda…
    Porque me levanté de mal humor, hace calor, la niña que de buena mañana no colaboraba porque me decía sin palabras que a estas alturas ya está cansada de tanto cole…
    Todo el día arrastrando el malestar: recital de música que la tenía muy ilusionada al que no podían acudir ni su padre ni su abuelo, y ella decide que no quiere ponerse la ropa que habíamos acordado. Sin ganas de andar por el calor y el cansancio pidiéndome brazos. Con hambre a destiempo por el caos de esa tarde. Pidiéndome algo y al minuto de tenerlo enfadarse porque ya no lo quiere. Y mis reacciones cada vez peores.
    Pero al llegar la noche, mientras cenábamos le dije «hui no he sigut molt amable amb tu», y ella juntó su frente con la mía, me miró a los ojos y me dijo «no passa res mami, demà serà millor». Ser niño no es fácil, no.
    Últimamente escribes cosas que me llegan mucho a la fibra, mi hija tiene una edad similar a la de tu pequeña. Me haces ver las cosas desde otra perspectiva, te estoy muy agradecida.

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