Eres una mujer

Hace muchos años, mucho antes incluso de empezar a salir con tu padre, supe que un día tendría una hija. Lo sentía, lo intuía y así fue.

Tiempo después y contigo ya dentro de mi barriga empecé a pensar cómo sería, tener una niña en casa. Una niña que un día se convertiría en una mujer. Inevitable pensar en el primer día que eres consciente de que crecen los pechos, en la primera regla, en el primer embarazo…

Recuerdo una tarde, embarazada y tumbada en el sofá, sola en casa y escuchando música, con las manos en mi vientre: me dije a mí misma que me gustaría hacerte disfrutar de ser una mujer.

El otro día estábamos en el baño y me preguntaste que por qué tú no podías hacer pis de pie. Te contesté «porque tú eres una niña» y te expliqué que si lo hicieras, te quedarías toda mojada. Que sólo podían hacerlo los niños, porque tienen pene.

Pareció que lo encontrabas una mala jugada y entonces te dije: «pero tú eres una niña, Laia, y tú un día tendrás la regla como yo, y te saldrán los pechos, y podrás quedarte embarazada, tener hijos y amamantarlos. Esto ellos no lo pueden hacer». Te cambió la cara y me dijiste «Mamá, ¡qué suerte que tenemos!».

Porque tú dices que de mayor, además de bombera, bailarina, periodista, cocinera, peluquera, masajista y maestra, quieres ser madre.

Esto lo tienes clarísimo. Me gustó que, tan pequeña, ya te des cuenta de la gran suerte que tenemos las mujeres, de lo afortunadas que somos de tener un cuerpo que nos permite todos estos auténticos milagros.

No sé cómo lo haré, porque sé que falta mucho todavía, pero me gustaría transmitirte el respeto enorme que siento por nuestro cuerpo, por el de las mujeres, que hace cosas que son sagradas. Transmitirte también el respeto enorme que siento por el cuerpo de los hombres y por la energía masculina, y todo lo que simboliza y genera. Transmitirte la importancia de hacerse mayor y disfrutar de la sexualidad plenamente, sin complejos ni culpas.

Es cierto que ser mujer a veces no es fácil. Que ser mujer y madre tampoco. Que ser mujer, madre y trabajar fuera de casa todavía menos. Es cierto.

Pero para mí ser mujer es un honor y un privilegio, un regalo que me ha dado la vida y que me ha permitido sentirte dentro de mí, llenarme de ti de una manera que sólo las mujeres podemos hacer… que me ha permitido amamantarte y que algún día me permitirá hacer lo mismo con tu hermana. Y esto es increíble.

Esto, lo que he podido sentir y lo que sentiré valen todo el dolor de regla que he tenido durante tantos años. Celebro los dolores vividos en la adolescencia y más allá si me han permitido llegar donde estoy ahora. Curioso que con la maternidad y la reconciliación con mi cuerpo y con mi menstruación, ésta haya dejado de molestarme. Dicen que a veces, lo único que hace falta es cambiar la mirada.

Ojalá tú no la tengas que cambiar, porque querrá decir que creces sabiéndote mujer, gozándote mujer, celebrándote mujer, llenándote de la energía que desprendes, empoderándote. Como te mereces. Como nos merecemos todas.



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Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

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