26.1.2012
Tengo la sensación de que cada vez estamos más inmersos en la cultura del miedo. Un miedo en que hay mucho interés que sintamos todas las horas del día, esparciéndola en todos los ámbitos de la vida, porque de alguna manera, no tengamos la forma de escapar de ella y vaya penetrando poco a poco pero inexorablemente por todo nuestro cuerpo y acabe formando parte de cada célula nuestra.
Para ejemplificar esto que estoy diciendo sólo hay que poner un rato las noticias, o ir a un bar y escuchar las conversaciones, o simplemente, estar atento a cualquier cola que estemos haciendo. La gente tenemos miedo. Miedo a la crisis, miedo de todo lo que nos recortarán (¡y con razón!), miedo a cómo saldremos adelante, miedo de todo lo mal que pueden ir las cosas, miedo a las enfermedades, miedo a las que hay y a las que pueden surgir, miedo al cambio climático, miedo a que no haga frío cuando toca o que no llueva desde hace meses… Miedo a los «ni-ni», a los inmigrantes, miedo a los que no encuentran trabajo, miedo a los que ya no tienen ni un duro, a los bancos, y miedo a los que mandan. Y seguro que me quedo corta…
Y claro, en esto de la cultura del miedo también hay un trocito para la maternidad/paternidad y para la crianza, no sea que quedara alguna parcelita donde se pudiera dejar vivir tranquilo, ocupándonos del presente y no de todas las cosas malas que pueden llegar a pasar cuando estamos, por ejemplo, gestando. Cada día hay más visitas al ginecólogo, la matrona, más ecografías y más analíticas. No me malinterpretéis: no estoy diciendo que no haya que hacer controles durante el embarazo de una mujer, en absoluto. Estoy diciendo (y por experiencia propia) que a veces tienes visita y el que te atiende sólo está preocupado en encontrar algún tipo de anomalía y en ponerte el miedo en el cuerpo por un montón de cosas que ni siquiera sabemos si acabarán pasando: «que si aumentas demasiado de peso y tendremos que controlarte…» o al revés «uy, te has adelgazado un poco, iremos controlando no sea que al bebé le falte algo» (ya tienes el miedo en el cuerpo). «La prueba del azúcar ha salido bien pero un poco al límite… uy, el séptimo mes el niño viene de culo… uy, parece que será muy grande, (o al revés) parece que será muy pequeño… (Vuelves a tener el miedo en el cuerpo y en muchos casos se equivocan, en el mío, de 700 gramos, ¡que no es poco!). «Si no te pones de parto este fin de semana, te daremos día y hora para provocártelo» (cuando a veces aún se está en la semana 40+4, por ejemplo….)
La cuestión es ir poniendo un poco más el miedo en el cuerpo de la pareja embarazada. Recuerdo una ecografía que me hicieron en el hospital. Era la que nos tenían que decir el sexo del bebé y pregunté, al cabo de un rato, si se veía qué era. «Esto luego, primero se tengo que ver si tiene alguna malformación». Sinceramente, esto no era necesario.
Entiendo que metemos el miedo en el cuerpo de los demás de manera inconsciente porque en el fondo es como nos han enseñado a funcionar; pensando siempre en lo peor y estando medio asustados por lo que pueda llegar a pasar aunque no pase nunca. Pero cualquier persona que trabaje en temas de gestación, parto y crianza sabe que el miedo es de las cosas que más tenemos que intentar evitar. Una mujer embarazada con miedo no podrá gestar ni tranquila ni en paz. Una mujer embarazada con miedo irá vendida al parto y este mismo miedo puede conseguir que todo vaya al revés. Una mujer que intenta dar el pecho con miedo de todas las cosas que pueden pasar con la lactancia materna casi pondría la mano en el fuego que no lo conseguirá. Una mujer que cría con miedo sufrirá mucho y hará sufrir a su hij@. Una mujer que tiene a su pareja que la acompaña con miedo en todo este camino, no le será de gran ayuda, al contrario, y parecerá que le ponga palos en las ruedas.
El miedo es un gran obstáculo no sólo para la maternidad y paternidad, sino para todo. Por eso hay tanto interés en extender su cultura: porque cuando tenemos miedo no protestamos, ni gritamos, ni reclamamos, ni buscamos soluciones, ni luchamos por lo que es nuestro o por lo que creemos justo. Cuando tenemos miedo quedamos paralizados y vamos siguiendo el gran camino de la masa, por miedo, obviamente, de ser la oveja escarriada que no tiene miedo pero que camina sola.
13 respuestas
M’ha agradat molt el post d’avui. Espero que em serveixi per reflexionar quan tingui la por al cos, per poder-la fer fora de la nostra vida i mirar de viure en pau i harmonia. I sobretot, perque el meu fill no «respiri» a casa aquest sentiment… Serà un esforç que valdrà la pena, segur!
Gràcies Annuska. No és fàcil però ho hem d’intentar.
Una abraçada.
Totalmente de acuerdo y con respecto a los miedos que nos meten (y a veces nos dejamos meter) a las embarazadas te doy totalmente la razón. Yo fui 3 veces al ginecologo en los 9 meses, una vez a las 12 semanas, a las 20 semanas y a las 35… No tenia seguro privado y tampoco tenía ningun problema, tuve un embarazo NORMAL y no necesité más controles; pues bien esto es visto en mi circulo como algo super extraño e incluso la madre una amiga me llegó a insinuar que era una dejada e irreponsable.
El miedo muchas veces nos paraliza y hace que dejemos en manos de otros decisiones que forman parte solo de nuestra vida. La situacion es dificil y es verdad que la crisis está ahí y que está afectando a mucha gente pero no podemos dejarnos llevar por la cultura del miedo que nos incita a desconfiar hasta de nuestra propia sombra.
Estoy de acuerdo, María. Y sabes qué pasa, además? Que los que insinuaban que eras una irresponsable seguramente sentían eso porque tu «falta de miedo» les incomodaba. Cuando tú lo sientes, cuesta entender que alguien no.
Gracias por comentar y darnos tu opinión!
Estupendo post. El miedo no debe atenazarnos. La maternidad, como tantas otras cosas, es un motivo de felicidad, donde no debe caber el temor.
Un abrazo.
Gracias. Celebro que también lo veáis así! Un abrazo.
Cuanta razón! El miedo nos paraliza, en mi caso, cuando la gente o las noticias me «paranoiquean» trato de volver a mi, pensar hacia adentro, que el sentido común y mi propia idea de la vida me salven… Muchas veces logro tranquilizarme y pensar… «Bueno seré la oveja descarriada que camina sola, como bien dices, pero tranquila y un poco mas feliz» Genial post, como siempre nos haces pensar y sentir, lo que está ahí delante nuestro, cada día. Un saludo
Gracias Natalia. Me ha gustado mucho lo que has dicho: «trato de volver a mi». De eso se trata, de conectarnos a nosotros y al presente más inmediato; actuar si tenemos que actuar, ocuparnos de las cosas, no PRE-ocuparnos… Siempre intentando alejar el miedo…
Un beso y gracias por comentar.
Cuánta razón tienes. Mis padres a menudo nos recuerdan que en sus años de infancia no había tiempo de preocuparse de tantas cosas. Que es cierto que es bueno el control y el cuidado que damos hoy día anuestros hijos pero que también es cierto que antes era todo mucho más natural. Tienes toda la razón que cualquier cosa es motivo de preocupación. Y en el tema de los hijos aun más. Creo que se medicaliza y se «problematiza» todo en exceso. Recuerdo una reunión con una profesora de mi hijo que en varias ocasiones me dijo que no me preocupara por lo que hablábamos, que eran niños y debían pasar por distintas etapas. Pues eso. Intentar huir de ese miedo a veces impuesto.
Seguro que te ayudaron mucho esas palabras tranquilizadoras, que te daban un poco de perspectiva en un momento de agobio y preocupación. El peso del miedo, de la cultura del miedo, es grande pero poco a poco y con mucha conciencia podemos alejarlo de nuestras vidas y de nuestros hijos.
Un beso.
El miedo nos paraliza, nos bloquea, corta las alas de nuestra imaginación y nos impide ver más allá, creer, combatir, soñar… Tenemos que esforzarnos por sacarlo de nuestras vidas, porque no se puede, no se debe, vivir con miedo.
No podías decirlo mejor. Absolutamente de acuerdo. ¡Qué bien que lo veas así! Abrazos sin miedo 😉
La verdad es que tienes mucha razón, cuando me quedé embarazada tuve miedo desde el primer momento, a perder al bebé, a engorar, a no coger suficiente peso, a que no lo cogiera ella, a tener diabetes gestante, a la tensión alta, iba al ginecólogo constantemente porque él mismo me programaba las citas, y en realidad nunca hubo nada malo en mi embarazo, curiosamente a lo único que no le tenía miedo era al parto, pero pronto el ginecólogo se encargó de esto también amenazándome con epidurales, forces y niños muertos,… después de que todo haya salido bien,he empezado a tener menos miedo dejando de escuchar a demasiadas personas, pero ciertamente nos va mejor, un saludo!!