3.2.2012
En el post: «NIÑOS DIURNOS, NIÑOS NOCTURNOS» ya expliqué que nuestra hija pertenece al segundo grupo. Pero una cosa es ser nocturna y la otra es, a las seis de la tarde, ya recordarte que NO quiere ir a la cama. Sí, en esta fase estamos ahora. La del: «no quiero ir a dormir». Y yo que pensaba que era una etapa que llegaba muuuucho más tarde.
Porque de hecho, a la mayoría de bebés les cuesta dormirse, y eso es normalísimo y no es tanto porque no estén cansados ni con ganas unas horas de sueño reparador, sino porque les cuesta hacerlo, simplemente y necesitan un poco de ayuda. Pero, inocente de mí, pensaba que cuanto mayor fuera más fácil le sería dormirse. Y no es que no tenga sueño o que no esté cansada, es que no quiere. No quiere abandonarse, relajarse y dormir.
Cuando empieza a oscurecer a veces dice: «a dormir aún no», y yo le digo que no, que todavía son las seis de la tarde, que aún tenemos que jugar, bañar, cenar… Y veo que respira aliviada. Pero a medida que se va haciendo más tarde es habitual que vaya aumentando también el ritmo de juego, más movidos, con el tono de voz más alto… porque de hecho ella sabe que si se relaja demasiado le entrará la «morriña» y se dormirá y claro… ¡eso es pecado! 😉 Cuando veo que tiene esos ojos que más que ojos son una línea fina horizontal, que medio se le cierran, que tropieza con todo y que no puede más, le digo: «ven, vamos a la cama». «¡NO! No tengo sueño, no estoy cansada». A menudo es la frase con la que me responde. Y entonces le digo que de acuerdo, pero que venga a mi regazo, que haremos mimos, que iremos bajando el nivel de intensidad… Y entonces dice: «¡pero teta no!» Porque sabe que si le doy el pecho entonces en menos de un minuto está KO. Al pecho no hay resistencia que valga; la leche y el contacto hacen que le sea imposible no abandonarse al sueño.
Y hago memoria y lo entiendo. Yo tampoco quería irme a dormir y siempre encontraba alguna excusa, algo importantísimo que tenía que hacer, y así intentaba ir arañando minutos al reloj que avanzaba inexorablemente. Era la batalla de cada noche porque no quería desconectarme. Y dormir, de alguna manera, es desconectarse. Supongo que hay un punto que es las ganas de no parar, seguir jugando, experimentando, descubriendo, riendo… y por el otro, y sobre todo en la edad de nuestra hija, el miedo de abandonarse, de dejarse llevar por el sueño, y supongo que de separarse. Aunque estemos juntas y abrazadas, dormir es separarse. Porque cuando duerme está sola con sus sueños y a veces ahora también con sus pesadillas, y hay ratos que pasa miedo y tengo que decirle al oído «tranquila, estoy aquí, estás soñando»… Por eso, cuando no quiere ir a dormir, le explicamos que entendemos que no quiera, que es muy divertido jugar. Le explicamos lo importante que es descansar y hacerlo durante todas las horas que necesitamos. Que tiene que parar para recuperar fuerzas, que debe dormir para descansar cuerpo, mente y alma, que vendrán muchos días más y muchos nuevos descubrimientos. Que no sufra, que el mundo no se le escapa. Y que nosotros estamos cuando duerme y cuando no.
Y creo que es importante que poco a poco vaya introduciendo todos estos conceptos y la importancia de abandonarse y dormir o descansar. Porque ahora, veo muchos adultos que no son capaces de hacerlo. Que quieren dormir y no pueden, que quieren parar y no pueden. ¿Cuánta gente duerme con la ayuda de alguna pastilla? Y tengo la sensación de que cada vez está más integrado como algo normal… Ir estresado, no poder descansar ni dormir, no poder decir «ahora basta» y realmente abandonarnos a lo que siente el cuerpo, a las necesidades más profundas de nuestros estados físicos… es considerado cada día más normal. Y que haya muchos casos de personas que no puedan hacerlo no significa que sea normal. Lo normal para los adultos sería poder dormir cuando tenemos sueño, no tener miedo de abandonarnos y descansar, saber parar la mente, respirar acompasadamente para que nos entre el sueño… Pero tenemos tan poca práctica… ponemos tan poca conciencia en todo lo que pasa dentro de nuestro cuerpo, que vamos dejando que el estrés gane terreno, y terreno, y terreno… hasta que nos damos cuenta que tenemos sueño pero que no podemos dormir por más que lo deseemos.
Y cuando vemos una madre que acuna a su bebé en brazos mientras él duerme plácidamente y seguro, pensamos: «ojalá me pudiera acunar a mí».
7 respuestas
Muy cierto Miriam. Es importante que nuestras bebés entiendan que está bien relajarse y descansar. Que soñar y disfrutar del sueño es también algo inmensamente necesario y reparador. Más gente debería reflexionar al respecto porque, como dices, hay demasiadas personas por ahí que no pueden parar. De alaba el hecho de trabajar sin medida, de ir por la vida sin limites para nada y sin tiempo y espacio para el descanso. Sara desde pequeña pelea con el sueño unos cuantos minutos pero realmente no se resiste demasiado. La teta siempre la seduce y ahí queda inmediatamente en los brazos de morfeo.
Tienes toda la razón, no se da valor a «poder parar», al contrario. Y si nosotros no sabemos parar, ¿cómo integraran lo importante que es el descanso nuestros hij@s?
Ya verás como poco a poco irá cogiendo el ritmo. Yo noté un cambio muy importante en mi hijo mayor cuando empezó P3. Se acabaron las siestas largas. Los niños aguantan hasta cierto punto. DEsde entonces, entre semana, a las 9 ya ronca. Pero el fin de semana, como está descansado y a veces hasta duerme siesta, a las 10 aun da vueltas en la cama.
Creo que lo que pasará es justo lo que explicas. En septiembre os lo cuento 😉
Besos!
Jo amb el peque (17 mesos) encara tinc l’arma de la teta i no si resisteix (encara!) però a vegades a les 4 o les 5 del matí li sembla que ja ha dormit prou, s’incorpora, em dóna les meves ulleres de la capçalera i em diu «hola» volguent dir «bon dia, ens llevem?».
Amb el gran (ja té 5 anys) vam patir-hi fins quasi els 3 anys, i encara ara té alguna coseta puntual. Per ell dormir era «perdre el temps», li semblava inncessari i mai era prou tard com per intentar-ho. Perquè s’adormís havia de ser «sense voler», mirant la tele, explicant un conte, anant en cotxe… mai s’adormia conscientment. Fa pocs mesos que ha sigut capaç de dir «estic cansat, me’n vaig a dormir». I ara no em puc queixar perquè realment sempre s’adorm primer ell i després el peque.
Molt ben explicat i reflexionat Miriam. És molt fort però és cert que hi ha gent que quan s’adona que valora les hores de descans és quan ja fa temps que són incapaços de dormir. A casa li ha passat els darrers mesoos al meu home, massa feina, massa estrés, massa problemes i massa deixar-se arrossegar. I els nens també ho noten. Segurament si nosaltres dormíssim com troncs ells respirarien més tranquils i disfrutarien més el son.
M’ha agradat molt això de dormir «sense voler»! Em sona tant… Segur que a poc a poc anirà entenent com n’és d’important descansar i dormir. Segur que quan tingui 15 anys li encantarà 😉
Una abraçada i gràcies per compartir la teva experiència!
t’he deixat un regal a la meva llar virtual