Ruido

Ruido

A veces cuesta recordar cuánto hace que no hemos estado en silencio con nuestros hijos un buen rato, compartiendo espacio y sensaciones, pero no palabras. Cuando un bebé nace, en muchas casas se dice aquello de «tiene que acostumbrarse al ruido» como si eso, el ruido constante y en todo momento fuera lo más normal del mundo. ¿Pasaría algo si lo que imperara en la casa del recién nacido fuera más bien el silencio? Me parece que no, al menos nada malo, al contrario…

Pero tenemos esta idea, que el ruido es bueno, que es lo normal, porque es lo que tenemos siempre. De hecho, hoy en día ya no encuentras un vagón de tren, una tienda, un restaurante, un espacio cualquiera donde no haya música (a veces, a todo volumen).

En muchas casas, la televisión o la radio están permanentemente encendidas, aunque a veces nadie mire o escuche. «Llenan», dicen algunos. Lo cierto es que hay ruido, mucho ruido, en general en todas partes.

Pero es que la cosa empeora cuando hablamos de espacios para niños: espectáculos infantiles, atracciones de una feria, chiquiparcs,… en estos casos la cosa se desborda y el ruido, a menudo, llega a ser espantoso, hiper-estimulante y agobiante tanto para ellos como para los padres, que temen el día de tener que volver a llevarlos a esos lugares.

«Es que a los niños les gusta así», dicen otros. Y yo pregunto: Seguro? «Somos niños, pero no estamos sordos!», oí decir a una niña de 8 años el otro día en una atracción de una feria.

A veces el silencio asusta, e intentamos llenar todos los espacios en blanco, no vaya a ser…!: «¿Qué haces? ¿qué piensas? ¿qué te pasa? ¿cómo ha ido el cole? ¿a qué juegas? ¿Qué dibujas?» Y hablamos sin cesar a nuestros hijos, inconscientemente y con la mejor de las intenciones. Lo hacemos tanto, porque nos gusta hablar, porque queremos que nos expliquen, pero criarlos con respeto también significa criarlos respetando su espacio y sus silencios.

Permitamos que no hablen, si no les apetece. Dejemos que se entretengan con lo que piensan, con lo que ven, con lo que viven… no hace falta que nos lo cuenten todo, no es necesario que sepamos qué significa aquella redonda que ha dibujado en el papel si no tiene ganas de contarlo o de hablar. A veces los padres y las madres les agobiamos. Les hacemos tantas preguntas, ponemos tantas palabras, tanto ruido, que de alguna forma, terminamos consiguiendo el efecto contrario de lo que, seguramente, pretendíamos.

Si no se sienten respetados en su necesidad de silencio es posible que todavía se cierren más y si tenían un poco de ganas de hablar, se les vayan de repente.

Practiquemos el silencio, no tengamos miedo. Y quién sabe, tal vez incluso, nos gusta y nos sienta, a todos, la mar de bien! 😉
Y vosotros, como lleváis el ruido y el silencio, en casa?

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Míriam Tirado

Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

7 comentarios

  1. M’encanta!!! Nosaltres hem après a gaudir d’aquests instants d silenci fa poc… i és com un moment màgic!!! Quan la bebè d 6 mesos mira com juga la seva germana d 22, en silenci, i els pares ens les mirem i ens mirem a nosaltres mateixos… aquest moment és únic, fantàstic i… per desgràcia poc habitual!! X això és tan especial quan succeeix :_)

  2. Ah! Una altra cosa és el soroll d fons… tan present quasi d continu a Bcn! Xo estem aprenent a aïllar-nos i centrar-nos en el petit entorn q ens envolta (més tranquil). Una bona dosi d’atenció selectiva!!

  3. Me ha encantado tu reflexión y la comparto al 100%. Soy maestra de Infantil y disfrutamos mucho de los momentos de silencio espontáneo que surgen en nuestra aula, señal de que los peques están tranquilos y concentradísimos en su actividad.

    Muaaaaaac

    1. El silencio es eso, placer, cuando sale no de una obligación porque te reprimen que te expreses, sino porque estás saboreándolo…! 😉 Enhorabuena por tener esos espacios de silencio en tu aula! Un abrazo

  4. A casa al estar només nosaltres tres sempre ha estat més en silenci. No hi ha tant de barull com quant anem a casa l’avia. De vegades quant juguem posso musica de fons o simpliment juguem i ja estar. No cal tant de soroll, nosaltres viviam abans a Bcn i ara que vivim a Cubelles es una tranquilat.

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