BABIES

6.8.2011

Tenía muchas ganas de ver la película Babies y finalmente, lo he conseguido. Me ha fascinado tanto que he tenido que escribir sobre ella. Ya la he visto dos veces y la verdad es que no me canso de mirarla. Es sublime. De hecho, seguro que se podrían hacer millones de películas como estas, observando a cualquier bebé, durante mucho tiempo, sin intervenir. Es simplemente, fascinante. Y lo mejor de todo, es las diferentes culturas y países que han escogido para hacer el filme, Mongolia, Japón, Estados Unidos y Namibia.

Lo primero que me provocó Babies es amor. Quiero a los niños, todos, no lo puedo evitar, y viendo esta película volví a notar este sentimiento con una fuerza imponente. Me gustan los bebés cuando acaban de nacer, cuando tienen un mes, cuando tienen seis y cuando estos bebés ya no son bebés y se han convertido en niños. Atención a los que no deseéis tener hijos porque si veis Babies algún día puede que provoque en vosotros algún cataclismo y acabéis cambiando de opinión! A mí me entraron unas ganas locas de tener más. De volver a estar embarazada, de volver a parir, de volver a cuidar a un bebé, de volver a criar… Sé que ahora no es el momento y todavía no sentimos mi compañero y yo el deseo intenso que queremos sentir para irlo a “buscar”, pero este film me hizo pensar que sí, que quiero más hijos. No sé cuándo, y sé que no será ahora, pero quiero más.

Pero lo más importante de esta película es que plasma de una manera brutal las diferencias en la crianza de los hijos en partes del mundo tan alejadas unas de otras. Y por supuesto, de todas, me quedo con la historia de África. Quizá no estaréis de acuerdo pero en las secuencias de Namibia había armonía entre ese bebé y su madre, en contacto permanente, en conexión permanente. Entre aquel bebé y sus hermanos, sus amigos y vecinos. Entre aquel bebé y los animales del poblado y sobre todo, entre aquel bebé y la tierra. El bebé de Namibia está en contacto permanente con la tierra, con la arena, jugando, explorando, investigando, aprendiendo. No necesita ir a sesiones de estimulación precoz, le basta vivir cómo y dónde lo hace. Su madre necesita ir a sesiones de crianza para encontrarse con otras madres como las de San Francisco o Tokio, porque su madre vive en tribu. Su madre le deja hacer, le deja observar y tocar todo. También en el de Mongolia pero está más solo, pasando muchas horas encima de una cama, envuelto y sin nadie más.

Ni vivo en un poblado de Namibia, ni vivimos con gallos y cabras en casa, lo sé. Pero pensé que quizás nuestros hijos están demasiado poco en contacto con la Naturaleza, con la Tierra. ¿Acaso eso no es responsabilidad nuestra, intentar que no pierdan la conexión con el bosque, los árboles y los animales? ¿Acaso los vigilamos demasiado?: «no toques eso, no hagas aquello, no ensucies, no hagas, no vayas allí, con cuidado, no caigas,…» ¿Nos preocupamos demasiado? ¿Confiamos demasiado poco en sus posibilidades? No sé las respuestas. Lo que está claro es que la madre africana y la mongola daban mucha más libertad a sus hijos de la que damos las madres de aquí. Sin duda.

Babies tiene momentos fantásticos. No tiene diálogos ni voces en off y pasa increíblemente bien. No se hace larga, ni pesada. La música es perfecta y es una película ideal para ver con vuestros hijos. Yo lo he hecho y le ha encantado. Tanto, que desde hace dos días me pide: «¡Ver bebés!«.

¿La habéis visto? ¿Os ha gustado? ¿Qué os hizo pensar? ¿Qué os removió?

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Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

3 comentarios

  1. Jo també l’he vist aquest dies, i em va fascinar! I sens dubte em quedo també amb la història de Namíbia, els nens fan i desfan a voluntat sense que la mare i intervingui gaire, i és que estàn en TRIBU; quanta llibertat!
    Molt recomenable, fins i tot per als nostres fills, al Cauâ no l’hi agrada gaire mirar la tele, estar sentat gaire estona però amb aquesta pel-lícula va ser ben diferent, i com la Laia me l’ha demanat vàris dies.

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