Todo es efímero
Amanece que no es poco. Porque no lo es. La vida es efímera, familia. No sé si somos realmente conscientes
Empecé el blog en febrero de 2011, en este apartado encontraras más de mil posts sobre crianza consciente, reflexiones, consejos y mucho más para ayudarte a vivir una maternidad y paternidad plena, consciente y feliz. En mi canal de YouTube encontrarás más de 200 vídeos que te ayudaran a poner perspectiva y humor a tu día a día.
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Amanece que no es poco. Porque no lo es. La vida es efímera, familia. No sé si somos realmente conscientes
Hoy explicaba a una persona que en el mundo de la crianza de los hijos, ( y digo «crianza» entendiendo que termina cuando ellos ya son muuuuy mayores), todo son etapas. Lo que te preocupa ahora no te preocupa dentro de medio año, porque cambia todo. Tu hijo, los procesos por los que pasa, cambiamos nosotros, todo evoluciona, y llegan siempre cosas nuevas. Nuevos retos, nuevos obstáculos, nuevas ilusiones y nuevos malos momentos. Tener cierta perspectiva al respecto ayuda a, cuando estás inmersa en una etapa difícil, ampliar la mirada y pensar que pasará, que esto no se quedará para siempre. Digamos que el mal momento no lo cura, pero pone distancia y ayuda mucho saber que pasará y que vendrán cosas nuevas, que así es la vida. Ayuda a aceptar el momento y a estar más presente con lo que toca vivir intentando aprender el máximo.
Hoy te escribo porque quería que supieras algo importante. Después de 14 años trabajando en Catalunya Ràdio, esta es mi última semana en la empresa. Lo dejo, por voluntad propia, porque tengo ganas de dar un giro a mi vida a nivel profesional y caminar por otros senderos.
He llegado muy tarde de trabajar y hoy estamos solos tú y yo en casa. Tu padre y tu hermana han ido a dormir fuera. Mañana por la mañana iremos allí donde están ellos para pasar juntos el día. Me gusta sentirte, quería decírtelo. Te siento constantemente cerca, me siento constantemente acompañada y esta sensación, ya me pasó con Laia, me gusta. Estamos de 8 semanas, dijo el ginecólogo, y resulta que haces un centímetro, que tienes un corazón fantástico y precioso que late rápido y que creces sin cesar dentro de mí.
El día que explicamos a tu hermana que estabas en mi vientre pareció contenta, pero no habló mucho de ti. Nosotros decidimos que lo haríamos sólo si ella sacaba el tema porque no queríamos agobiarla, todavía faltaban casi 9 meses de embarazo, o sea que no había prisa. Cada uno va asimilando las noticias a su manera, y queríamos respetar su ritmo. Estábamos de vacaciones y al poco llegó un día que comenzó a estar excesivamente demandante. Sospechosamente demandante. «Mamá, mírame, mamá, mamá, mamá, mírame, papá, papá, papá, papá», constantemente. Yo estaba muy cansada, aquel cansancio que ya te conté, y tanta demanda me era difícil de sostener. Pero lo hacía. Como podía, pero lo hacía .
Escribo en el silencio de una tarde de últimos de agosto que parece más de otoño que de finales de verano. Cuando hago esto, escribir, me siento en conexión contigo, quizás por eso he vuelto a tener esa necesidad imperiosa de re-encontrarme de nuevo cada día con el ordenador a solas. Es como si este tiempo fuera sólo nuestro, ahora, cuando puedo plasmar en una pantalla lo que siento, lo que experimento desde que estás aquí. Lo mismo que me pasaba con Laia y me ha pasado durante muuuucho tiempo. Ahora, la diferencia con ella, es que todo lo que le quiero decir se lo digo, y me entiende, y podemos hablar, y esta conexión ya no es sólo en silencio.
Hoy he vivido 100 días en 1. Me he levantado a flor de piel y he sentido que quería tener un hijo en mi vientre. Al cabo de un momento, he deseado una barriga grande, un buen parto y un puerperio revelador. Pero al cabo de otro he pensado «no, no, ahora no» y he deseado más tiempo a solas, más tiempo de tres y más tiempo de dos, todavía…
Hoy he vivido 100 días en 1 y a ratos he tenido ganas de llorar. Lo he hecho, un momento, pero es que enseguida ya no me ha apetecido y he reído de corazón con lo que hacía y decía ella bailando en el comedor.
Dar y recibir. Parece sencillo… pero a veces, no lo es tanto. Hay quien sólo quiere recibir y está cerrado como una almeja a darse, a entregarse, ya sea a los demás, a la profesión o vocación, a la familia, a la vida, en general. Otros, en cambio, han basado su existencia en dar, y a menudo, lo que les cuesta es aceptar que también pueden recibir. El equilibrio quizás es sencillo pero yo creo que no lo es…
Puedo decir que soy feliz, feliz porque sí. Feliz en general y también en particular.
Puedo decir que este sentimiento de profunda felicidad se ha ido gestando a lo largo de los años y sobre todo, pudo nacer tras conocer la infelicidad. Soy feliz, sobre todo, porque un día decidí que quería serlo. Que a mí no me servía lo que decía todo el mundo de que la felicidad son instantes efímeros que vienen sólo de vez en cuando.
Laia, mañana cumples 3 años. Mañana a las 6:29 de la mañana hará tres años que saliste de mi vientre, y que empezamos un camino de aprendizaje profundo una al lado de la otra. Tus cumpleaños, a tu padre y a mí, nos hacen mucha más ilusión que los nuestros y sabes por qué? Por qué no sólo celebramos que aquel día llegaste a nosotros en cuerpo y alma, sino que contigo también nació una nueva familia. Yo mañana celebraré muchas cosas: que me llenas y que sé que te lleno. Celebraré la luz que has traído a nuestras vidas porque es imposible mirarte y no ver cómo brillas… Celebraré cada noche que hemos pasado juntas y también cada día. Los buenos, los que han sido fáciles y maravillosos, y los difíciles, de aquellos que parecía que no tuvieran que acabar nunca. Celebraré cada sonrisa tuya pero también todos los llantos, los gritos y los enfados (que también los has tenido) porque cada uno de ellos me ha hecho crecer como madre y sobre todo, como persona.