16.9.2011
La siesta es aquella colega que os acompañará durante muchos años de vuestra vida. Los que no tenéis hijos debéis pensar que hablo de «vuestra» siesta. Los que sí los tenéis sabéis perfectamente que la vuestra ha pasado a ser circunstancial y que hablo de la «suya». De la siesta de vuestro o vuestros hijos, de aquel rato que os permitirá descansar algún día, y aprovechar para hacer un montón de cosas, la mayoría. Y en el «montón de cosas» entra de todo: desde hacer el amor con tu compañero/a, a quien hace mucho que no tocas de esta manera porque no ha habido ni el tiempo ni el espacio, desde ver la tele tranquilamente, pudiendo escuchar lo que dicen (¡detalle importante!). Desde leer, o poner una lavadora, o pasar la escoba, o enviar unos mails, o conectarte a Twitter, o planchar, o ducharte, o aprovechar para pintarte las uñas sin tener que decir «¡no lo toques, no lo toques!», o ordenar, o hacer una llamada importante que tenías que haber hecho hace 2 días, o para preparar la cena y así avanzas tiempo, o para estirarte e intentar dormir pensando «debería estar aprovechando este rato… tengo mil llamadas que hacer!», o para buscar en Internet información de lo que te preocupa, o por…
Hay tantas cosas que se pueden hacer durante la siesta de un hijo, tantas, tantas, que sólo lo sabes cuando lo tienes y lo compruebas. La siesta, además de ser tu compañera que te permitirá hacer todo lo que he dicho antes, también acabará, muchos días, convirtiéndose en ama y señora tanto de tu mente como de tus conversaciones. Nunca me hubiera imaginado que pensaría CADA DÍA en la siesta. Atención:
Si se ha despertado a tal hora pienso: «ok, entonces tendrá sueño a las tal, y si duerme lo que acostumbra a dormir… por la noche, sí, irá a dormir temprano» o por el contrario, y me doy cuenta que si hace la siesta demasiado tarde ya la hemos liado y acabaremos a las 12 de la noche una jornada demasiado larga. O, «caray sí que duerme hoy… que raro» o «Laia, sólo has dormido media hora, esta noche no te aguantarás». Es alucinante como siempre está presente, siempre. Pero no sólo en tu cerebro, sino en el de todas las madres y padres que te encuentras. «Hola, guapa, ¿qué tal?» «Pues mira, agobiada porque éste no ha querido dormir y me tiene frita porque está insoportable y ya verás, que como a las 20h no tenga la cena lista, este me cae redondo sin cenar!» . O «quedamos a las 18h?» «Buf, yo vendré más tarde, es que todavía duerme y no creo que se despierte antes de las 18.30h…» Vamos, que siempre, siempre, siempre, la siesta termina monopolizando la vida de los padres o las madres. De acuerdo, no generalizo; monopoliza la mía.
Y no es para menos. Si este pitufo que tienes viviendo contigo desde hace una temporada no duerme en algún momento del día, entonces sí que la has cagado porque no hay quien lo aguante. Se frota los ojos, cae todo el rato porque está hecho polvo, llora por todo, todo es un drama y una tragedia… y estás deseando que algún día entienda que por dormir un ratito no pasa nada, que el mundo no desaparecerá (¡espero!), y que cuando se despierte podrá continuar jugando más y más. Pero para ellos, muchas veces, dormir es una pérdida de tiempo. Cuando sean padres ya verán que no, ¡os lo aseguro! Y hacen lo posible y más por no abandonarse al sueño más profundo y estar siempre al acecho, no sea que mientras ellos duermen pasara algo guapísimo que no pudieran ver!
En medio de todo esto… YO. Que hace siglos que no hago la siesta, porque cuando ella duerme o no tengo sueño o tengo que hacer mil y una cosas y en cambio, justo cuando se despierta es aquel rato, cuando he terminado de comer, que me entra la «morriña «y que me tumbaría en el sofá y yo sí me abandonaría a un sueño profundo porque sé perfectamente que por mucho que duerma, cuando me despierte, el mundo seguirá igual de chungo como hasta ahora, así que no me voy a perder gran cosa. Pero no, ella tiene otros planes para mí. O que le vaya a comprar manzanas a su tienda, o que quiere hacer de peluquera y lavarme la cabeza (¡por suerte, con simularlo le basta!), o que le haga gusanos de plastilina,… Y cuando cierro los ojos un momento y deseo que ella esté a mi lado jugando tranquilita enseguida me dice: «¡Mamá, despierta!» No sea que me duerma…, hasta tiro la toalla y le digo : «Quiero tres manzanas, un calabacín y una cebolla, señorita de la frutería!», y ella que sonríe feliz y corre a servirme la compra!
7 respuestas
Que ben expressat!!!
jo porto 22 mesos organitzant el dia al voltant de la migdiada!! Quan més em preocupa: en els dinars familiars del cap de setmana que es fan just a l’hora de la seva migdiada!
Òstres, tens raó! M’he oblidat de parlar dels famosos dinars de família, que trenquen la migdiada pel mig… però clar, tampoc és plan demanar-los que els facin a les 5 de la tarda quan els nens ja s’hagin llevat, no trobes? 😉 Tothom tindria massa gana!!! Nosaltres estem en una fase en què si hi ha sarau, la migdiada se’n va a fer punyetes i directament, no en fa. Però aleshores ja va passada de voltes la resta del dia! Una abraçada.
Para nosotros la siesta es algo de los tres, aprovechamos para descansar juntos un ratito en la cama. Yo hay días que no me duermo pero me quedo en la cama leyendo o navegando con el movil, Jose es de siestas de siempre, «aunque sea 20 minutillos» me decía cuando todavia estabamos estudiando… Ahora es feliz cuando la peque se duerme un par de horas y él puede acompañarla jajaja. Es algo importante para ellos, ya que después de una buena siesta las tardes son más divertidas porque la peque está mas descansada y con más fuerza. Ahora lleva unos días durmiendo menos de una hora, el hecho de haberse lanzado a andar-correr supongo que le tiene más alterada, pero aún así se despierta muy contenta! Un besito
María, qué suerte! Nosotros sólo lo hacemos el fin de semana o algún día que estamos rebentados, pero no puedo evitar pensar «Tendría que estar aprovechando el tiempo y escribir, o lo que sea!»… En fin. Celebro que os podáis tumbar los tres cada día, es un momento realmente precioso. Un beso.
Ai la migdiada! A mi ja m’ha passat més d’una vegada d’estar al sofà, el Cauâ dormint, jo a punt d’aclucar els ulls i de sobte tenir pensaments de culpa, de que he d’aprofitar aquella estoneta per a fer coses. I ja no dormo… 🙁
El meu petit ara torna a fer migdiada a la llar d’infants, però s’ha passat tot l’estiu portant a dormir el seu pare. El pare es quedava fregit i ell sortia de l’habitació tan content i satisfet que qualsevol li deia res. Per sort, aquest s’entreté sol i de seguida troba alguna cosa per fer.
Jajajaja…. si de cas no et tornaré a dir que nhe fet una… Pobreta… 😉