Reflexión

Por protocolo

25.11.2011

La palabra protocolo no me gusta y cuando la oigo, se me ponen los pelos de punta. Y no me refiero a si para comer gambas es mejor tenedor y cuchillo o los dedos. Más bien me da miedo cuando quiere decir que tú, como persona humana, entras a formar parte de la propia palabra y te ponen dentro de un grupo grande de personas que, supuestamente, son iguales que tú o que, supuestamente, les pasa lo mismo que a ti.

Si me volviera a quedar embarazada, por ejemplo, dentro de un tiempo (unos años, pongamos por caso), entraría en el protocolo de «embarazo de riesgo». ¿Qué quiere decir? Pues que me controlarían mucho más, me harían hacer muchas más pruebas, tendrían menos paciencia en caso de que el parto se retrasara y un largo etcétera. No quiero decir que no esté bien, en determinados casos, prestar más atención a situaciones «diferentes» (lo que sea). Sólo digo que los protocolos tienen un peligro y es que generalizan excesivamente y claro, como ya sabemos… cada caso es un mundo.

En este blog ya he explicado que cuando nuestra hija tenía 2 meses se puso, de repente, a 40 de fiebre («EL PRIMER GRAN SUSTO«); infección de orina. Tras dos días de ingreso y de irse con la medicación correspondiente, nos dijeron que Laia se tendría que hacer una serie de pruebas preventivas. «¿Por qué?», ​​preguntamos. Era la primera infección de orina (hay muchos niños y niñas que las tienen cuando son pequeños) y nos dejaron marchar del hospital al cabo de tan poco justamente porque todo estaba bien. «Por protocolo», nos dijeron. Por protocolo, Laia debía tomar antibiótico un mes y medio, hasta la próxima visita que teníamos con el médico. Entonces, la volverían a sondar y le harían unas radiografías después de haberle inyectado un líquido de contraste. Al cabo de seis meses debería repetir alguna prueba, por precaución. Cuando, antes de recibir el alta me explicaron todo este periplo de pruebas, me agobié. Para mí ya había sido suficientemente horrible todo lo que había pasado durante los dos días de ingreso como para imaginarme más pruebas, más llantos rompedores, más (no nos engañemos) situaciones desagradables. Necesitaba digerir. Necesitaba llegar a casa y pensar en todo ello.

El fin de semana siguiente lo pasé casi en estado de shock; me había salido todo el cansancio. Físicamente, era como si me hubiera atropellado un camión. Emocionalmente era como si me costara digerir la sensación de ver sufrir a nuestra hija y darme cuenta de que ella tampoco era inmortal. A los padres, de alguna manera, nos cuesta aceptar que les pueda pasar algo. Y a mí, me angustiaba la idea de hacerla pasar por más pruebas, sobre todo si no eran estrictamente necesarias. La respuesta de «por protocolo» no me había convencido nada. O sea que hice lo que suelo hacer en estos casos; buscar información. Llamé a un urólogo, una doctora de familia, a una homeópata y a una amiga que trabaja en el mismo hospital. Todos me respondieron lo mismo, no era descabellado esperar a ver si Laia hacía infecciones repetidas. Si se volvía a producir lo que había pasado, entonces habría que hacer todo el montón de pruebas. Y preguntando, preguntando, descubrí que apenas unos meses antes, el protocolo del hospital era otro: había que esperar a que el bebé hiciera 3 infecciones de orina repetidas antes del antibiótico prolongado, del nuevo sondaje, de la radiografía con líquido de contraste… Y tomamos una decisión. Esperaríamos.

No os diré que me quedé tranquila. Hacer algo diferente de lo que te han dicho los que llevan bata blanca y saben más cosas que tú cuesta y te deja, de alguna manera, en alerta. Fueron pasando los meses y no apareció ninguna otra infección de orina. Todo ello me hizo pensar en esto de los protocolos; nuestro caso y el de tantos otros niños, tantas mujeres embarazadas que en nombre del protocolo los hacen pasar por auténticos calvarios. O niños recién nacidos que, por protocolo, deben ir a neonatos por A o por B… Entiendo que los protocolos existan pero a mí me dan miedo. Porque no tienen en cuenta la individualidad, cada caso particular, cada circunstancia… y hace grupos demasiado grandes de personas y casos. Lo siento mucho pero yo, si puedo elegir, prefiero que la palabra «protocolo» no se fije en mí, y a poder ser, que pase de largo!

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Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

9 comentarios

  1. Que cosa esta de los protocolos. Ayer hablaba con unas mamá en internet sobre el tema, de como a los bebés, por protocolo, los médicos les mandan un montón de medicinas que además de ser una tortura administrárselas, son totalmente innecesarias. Creo que hicieron bien con esperar. Yo creo que hubiera hecho lo mismo.

  2. He de dir que la paraula protocol si que fa una mica de por o si més no genera un cert rebuig. Malgrat això també cal dir que gràcies als protocols s’han establert normes bàsiques d’actuació que han permés avançar molt en medicina i salvar moltes vides. Tot i així és veritat que cada persona és un món i que encara que s’entri dins un protocol sempre s’ha de tenir en compte la individualitat de cadascú, cosa que a vegades es perd de vista entre tants protocols. Molts petons.

  3. Totalmente de acuerdo. No me ha pasado nada parrcido (y que siga asi), pero cuando alguien con la bata blanca te dice algo respecto a tu bebe,no te lo tomas nunca a la liguera. Tuviste criterio a la hora de no conformarte con el tortuoso protocolo.

    1. No lo sé, yo lo único que sabía es que por una única infección de orina que todos los médicos me decían que era normal, encontraba exagerado tanta prueba por prevención… Y no podía soportar la idea de hacerle pasar aquel calvario si no era estrictamente necesario…
      Un beso.

  4. Un altre protocol: si hi ha febre per més de 72 hores, el pediatra et recepta antibiòtic. Al meu nen li va passar amb 8 mesos i just unes hores després de prendre’s la primera dosi va tenir una erupció cutània. Resultat: no prendre més amoxicilina per descartar una al·lèrgia: al cap d’uns mesos proves i més proves, ingressat un dia per fer proves orals…

    Al final res de res, no era al·lèrgic, va resultar ser un virus, un exantema. Després em vaig informar i vaig veure que hi ha molts casos en lactants. Ara, per si de cas m’ho penso bé abans de donar antibiòtic.

    Suposo que és difícil per un metge que no coneix el pacient, estudiar la individualitat de cada cas i que és una manera d’unificar una mica el criteri entre els diferents metges en un mateix hospital. La solució és difícil, també hi ha molta gent que es queixa a la mínima, els sembla que si el metge no recepta res no fa bé la seva feina…

    1. Òstres, Estel, quin pal tot això que expliques! I sobretot perquè va ser inútil… quin greu! I sí, tens tota la raó, ha de ser molt difícil veure la individualitat de cada cas, i d’alguna manera cal unificar criteris… però no ho sé, jo quan sento la paraula «protocol» se m’encenen els llums d’alarma! Sóc així de «poruga» 😉 Gràcies per explicar la teva experiència! Una abraçada.

  5. Jo per mala sort també conec els protocols. L’Adrià se’l van endur a neonats per protocol, ja que tenia una mica de taquimnea ( respirava ràpid)i als 15 dies per infecció d’orina 7 dies d’ingrés i punció lumbar, també per protocol.

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