28 de junio de 2011
Ir de vacaciones con hijos no es lo mismo que ir de vacaciones cuando aún no lo tienes. Es absolutamente distinto y eso es algo que hay que tener claro tanto si estáis a punto de tener hijos como si queréis tener descendencia algún día. Yo no lo tenía nada claro, o más bien, no había pensado en ello, hasta la primera vez que nos fuimos los tres una semana fuera de casa. Esta nueva familia se disponía a pasar sus primeras vacaciones juntos y no os negaré que nos hacía una ilusión tremenda. A los adultos, porque nuestra hija no sabía todavía que eran ni qué quería decir «ir de vacaciones».
Ella tenía meses, seis me parece, y yo había pasado todo ese tiempo de madre leona las 24 horas del día. O sea que aparte de hacerme ilusión marcharnos unos días los tres, también tenía ganas de descansar, de dormir mucho, de estar en pareja, y de sentirme «de vacaciones». Había hecho un montón de planes (error) y mi cabeza hervía con un montón de expectativas (error, otra vez). Llegamos y estábamos tan emocionados que se lo contagiamos a Laia. Esa alegría, esos nervios de estar en un lugar nuevo… «¿Has visto, Laia, qué lugar más chulo?», «Mañana iremos a caminar y veremos montañas muy bonitas», «Oh, qué bien estaremos aquí, ya lo verás…». Y lo primero que debéis saber si aún no os habéis ido de vacaciones con hijos es que si les cambiáis todo tipo de ritmos y costumbres (casa, cama, horarios, etc.) no podéis pretender que, una vez fuera, hagan la misma rutina que hacían en casa. Para mí fue una sorpresa cuando, el primer día, acostumbrada a que hiciera siestas de dos horas, durmió sólo media hora. Cuando estábamos tumbados en el sofá a punto de ver el DVD que nos habíamos llevado de vacaciones, ella se despertó. La película no es que se quedara a medias, sino que ni la vimos empezar. Sólo tuvimos tiempo de ver aquel anuncio que dice que si copias una peli eres súper, súper malo, delincuente y que, sí, ¡te acojona!
Pensé que había sido fruto del viaje, que seguro que al día siguiente dormiría como en casa. Error; estaba tan contenta de estar los tres, tan estimulada de ver cosas nuevas, hacer cosas nuevas, que no durmió nunca más de media hora seguida durante el día. Y si lo hacía, era siempre en los trayectos de coche. ¡La película directamente la guardamos en la maleta! También pensaba que yo dormiría más que en casa, pero por las noches, ella se despertó más de lo normal y yo, tampoco estuve cómoda en aquella cama más pequeña que la nuestra, los tres juntos. Vamos, que continué cansada.
Otra cosa importantísima que tenéis que saber, cuando vas de vacaciones con hijos ya no puedes hacer el amor cuando a los dos os apetece, sino sólo cuando los astros os sean favorables. Vaya, ni hacer el amor, ni leer, ni hacer la siesta, etc. ¡Con las ganas de «pareja» que tenía yo, de estar juntos, relajados de vacaciones…! Todo ello hizo que los dos primeros días me pusiera un poco de malhumor, como si estuviera enfadada con alguien por haberme dado unas vacaciones diferentes de las que yo había imaginado. Mi tonta manía de hacer planes y tener expectativas. En aquél momento mi compañero, que es mucho más sabio que yo, me sentó en un sillón y me dijo: «Tienes que relajarte. Hasta que no te relajes no podrás disfrutar de estas nuevas vacaciones. A partir de ahora, lo que hacíamos ha cambiado, y haremos otras cosas y a otro ritmo.» Y después de admitir que la había cagado, tuve que cambiar el chip. Efectivamente me relajé, me abandoné a lo que había, a lo que era. Y todo empezó a cambiar. Empecé a pasarlo realmente bien, de estar los tres juntos, simplemente. De verla feliz con su padre y con su madre juntos. De ver que también podíamos hacer cosas, eso sí, a otro ritmo y velocidad. Empezamos a dormir mejor por la noche y acepté que las vacaciones con hijos son, simplemente, diferentes.
Ahora, que hemos hecho ya unas cuantas, os puedo asegurar que para mí son mejores. Es cierto que ni vamos a Kenia, Bolivia, o Mongolia, y tampoco subimos 3 miles, pero son mucho más divertidas. Jugamos los tres, nos reímos los tres, descubrimos el mundo con sus ojos. Volvemos a darnos cuenta de lo lentos que van los caracoles, nos estamos ratos largos mirando lo que hay en el bosque, o tiramos piedras en el río. Vamos a lugares donde sabemos seguro que ella disfrutará porque si ella no disfruta, nosotros tampoco podemos hacerlo. Buscamos actividades que sabemos seguro que la harán feliz porque si ella lo es, nosotros también lo somos. Fluimos con este nuevo ritmo y con estas nuevas vacaciones. Sabemos que volveremos a hacer de las otras, porque un buen día, ella querrá ir con los amigos o con el novio a Nueva York, o a Siberia. Y como sabemos que crecerá y lo hará más rápido de lo que pensamos, intentamos saborear cada segundo, cada día, que pasamos los tres juntos, de vacaciones.
3 respuestas
Que cierto!!! nosotros también tuvimos las 2eras vacaciones los 3 cuando Sara tenía 4 o 5 meses. Afortunadamente mis expectativas eran bastante prudentes y lo disfrutamos mucho. Ahora, cuando cumpla 1 año y medio vendrán las 2das. Espero nos vaya tan bien como en las 1eras. Me encantó!!
Estas serán nuestras primeras vacaciones con la pequeña. Hemos alquilado una casita en una zona tranquila de playa, no hemos decidido nada más e iremos viendo que hacemos según vayan saliendo los días. Muchisimas gracias por tu entrada porque me ha parecido muy interesante y de gran ayuda. Un besazo
Naltros en breu farem unes vacances de gairebé 15 dies, amb 2 nens de 6 mesos. Em fa por. Ja sé que podrem fer poca cosa, això no m’atabala. Però em fa una mica de por no poder dormir gaire i que cada vegada que ens asseiem a menjar sigui un drama, amb un dels nens plorant perquè té gana i l’altra enganxat a la teta, mentre provo de menjar-me unes gambes.
Em fa por, però hi vaig més o menys preparada, crec. Espero que no sigui massa terrible 🙂