A menudo pienso que tenemos un concepto erróneo de la perfección. Así en general, pero especialmente en cuanto a la perfección en la maternidad y paternidad. Cuando pensamos en estos términos, supongo que nos imaginamos un padre o una madre que nunca pierden el norte, que saben todo lo que le ocurre a su hijo, que concilian, que saben jugar y que lo hacen, que le cuentan cuentos antes de acostarse, que elaboran comidas exquisitas, que nunca están de mal humor, que mantienen la figura y llevan el pelo impecable… Y eso… es imposible. La perfección, en estos términos, no existe y no ha existido nunca. Desconfiemos de alguien que nos haga creer lo contrario. Intentemos hacerlo lo mejor posible, pero no busquemos este tipo de perfección, porque acabaremos agotados y obtendremos una gran frustración.