6.2.2012
Cuando pienso en mi parto, hace días que me vienen a la cabeza aquellos momentos que no viví, no míos, sino de los que estaban preocupados por mí. Hace días que me imagino cada historia que no compartí porque estaba dentro del quirófano o dentro del hospital, e intento ponerme en su piel; de los que estaban fuera y veían que pasaban horas y horas y nadie les llamaba para decir: «ha ido todo bien».
Y me sabe mal. Siento saber que lo pasaron mal, que sufrieron mucho, y me sabe mal no haber notado la intensidad de su dolor hasta ahora. Supongo que por eso llega este post, porque en mi parto y en el nacimiento de Laia, pasaron muchas cosas aunque en ese preciso momento, pasaran a segundo término.
Lo siento, papá; aquellos días en que yo estaba en trabajo de preparto y no tenía ningunas ganas de hablar por teléfono con vosotros, ni que me viniérais a ver. Necesitaba oscuridad, calma y no desanimarme del todo con aquellas contracciones que no paraban pero que tampoco acababan de ser ni rítmicas ni efectivas. Siento que sufrieras. Siento no haberte podido decir contenta: «ven, Laia ya está aquí», simplemente porque no podía con mi alma, estaba tan agotada y hecha polvo, que quería recuperarme porque no me vieras tan destrozada. Lo siento.
Lo siento, abuelos, que aquellas noches os costara dormir, porque aunque no me lo hayáis dicho nunca, sé que os hice sufrir como el que más. Siento que estuviérais tan pendientes y que fuérais viendo como aquel parto no había manera de que arrancase, que os preocupáramos, y tuvierais ese nudo en la boca del estómago que no te deja respirar tranquilo. Ojalá hubiera sido todo más corto y más fácil.
Lo siento mama, las horas interminables que pasaste sin saber cómo acabaría mi parto. Siento haberte desorientado con aquello de «ahora necesito estar sola» o «por favor, ven, necesito llorar contigo»… Siento que me vieras tan triste a ratos, cada vez que me decían «no dilatas». Siento haberte hecho sufrir, preocuparte y sobre todo, me saben muy mal aquellas más de 13 horas que pasaste sin saber nada de nosotros, sin saber si yo estaba bien, si Laia estaba bien… Sé que fuiste feliz cuando él te llamó y te dijo: «ya está, Laia ya está aquí, ha nacido por cesárea», pero también sé que sufriste horrores de imaginarme sola en reanimación, sin mi niña y sin él. Sé que esos minutos se te hicieron tan interminables como a mí y te agradezco los hilos que moviste para que me subieran a la habitación una hora escasa después de haberme separado de Laia. No te lo podré agradecer nunca lo suficiente.
Y finalmente, me sabe muy mal que tú, mi compañero del alma, sufrieras como sufriste aquel día. Que me vieras tan agotada, que sintieras mis gritos rompedores que me salían del alma y que, de alguna manera, querían ser también un «no puedo más». Siento haberme desanimado a ratos y sobre todo, lamento que te alejaran de mí cada vez que pasaba algo muy importante; cuando me ponían la epidural y tú sabías lo peligrosa que era porque conocías todos sus riesgos. Siento que el anestesista te tratara con desprecio haciéndote salir de aquella sala. Todavía tengo tu cara grabada cuando te hicieron salir. Sé que fue duro y difícil esperarte fuera, como sé que sufriste horrores cuando se me llevaron a quirófano y te tuviste que esperar, sin poder ver a tu hija nacer, ni saber cómo estaba yo, ni poderme coger la mano,… Me sabe mal que te quedaras solo en una habitación fría en aquel momento, que queríamos que fuera el más bonito de nuestra vida.
Y sobre todo me sabe mal no haberte dicho nunca que me lo sentía tanto, que tu pena era también la mía. Supongo que aún tenía que digerir muchas cosas de mi parto antes de poderme fijar en lo que habíais sufrido, también vosotros. Fijarme en el vuestro, de dolor. Lo siento mucho. Te quiero.
7 respuestas
quanta emocio que hi ha en el que he llegit! Havies de digerir masses coses com per fixar-te amb els demes. Es bo donar-se compte i posar-se en la pell dels altres, els que no vivien el teu dolor pero que estaven patint molt.
Jo, com visc a Edinburgh, vaig tenir a la meva mare i avia sense saber res durant un munt d’hores. La vaig avisar com a les 2 de la tarda i l’Eloi va neixer a dos quarts de dotze de la nit. Ara que soc mare entenc tot el patiment que deuria passar. I si tornes endarrera, no ho tornaria a fer. Li ho vaig explicar i em vaig treure un pes de sobre.
Me’n alegro que l’extraccio dels queixals no hagues estat gaire dolorosa…
una abracada, Miriam!
Buf, sí… suposo que un cop ets mare, aleshores t’adones també del que deuen haver patit els teus pares per tu… De com patirem nosaltres quan tinguem els nostres fills en moments difícils… en les esperes, que segur que se’ns faran eternes… I a vegades costa adonar-nos d’aquest «altre» dolor… A mi m’ha anat bé, posar-me al seu lloc i alhora, dir-los el que els he dit avui.
Una abraçada.
Que emotiu Míriam…. m’he ben emocionat. Al cap d’uns moments però, me alegrat de què ho hagis d’alguna manera «tret» de dins i verbalitzat, un gran pas!! Els teus deuen estar ben emocionats també, una abraçada per a tots ells! Tenen una gran sort amb tu. Una fortíssima abraçada.
Hola, Queralt.
Sí, és un gran pas… i ja fa dos anys i mig que vaig parir…! Sembla estrany que hi hagi moments de la vida que es triguin tant de temps a digerir… Però com diu la meva àvia… a poc a poc, i bona lletra. Petons.
Aisssssss, otra vez! se me han vuelto a saltar las lágrimas! El parto es algo que mueve tantas cosas, a tantas personas, tantas sensaciones…
mua!
Senzillament preciós! Quina sort que tenen els qui t’estimen de rebre aquestes paraules. Segur que hi haurà un efecte dominó… o en tot cas a mi, m’has fet adonar que ja se sap que aquestes coses es noten, però també està molt bé dir-les!
Gràcies,
Lali
Que lindo.. que me has arrancado lagrimas de lo profundo de mi corazón. Me hiciste reflexionar el dolor ajeno que sin querer se provoca en el parto. Gracias por compartir tanto que nos hace reconectarnos con nosotras y nuestros seres querido. un abrazo.