10.1.2013
La crisis tiene mil caras y más de mil consecuencias. Hoy quiero hablar de una que he ido detectando en el último año y medio más o menos respecto a la maternidad. Hace un tiempo muchas madres después de parir, te contaban que alargaban la baja maternal con un permiso sin sueldo de unos meses, o que volvían a trabajar pero con una reducción de jornada. Ahora no. La crisis, la situación que viven muchas familias con, a menudo, un miembro en paro buscando trabajo desesperadamente, ha hecho que muchas madres ni siquiera se planteen otra opción que la de volver enseguida al trabajo. Y volver como les dicen, aunque les hayan cambiado condiciones, horarios, lo que sea. Basta echar un vistazo a los testimonios que van recibiendo la gente de Conciliación Real Ya. Cosas que antes no se permitían, ahora no sólo se permiten, sino que se aceptan sin rechistar.
Y es lógico. Con un hijo recién llegado a casa, las familias no se pueden «permitir» discutir con su jefe, ni quedarse sin trabajo. Son tiempos en los que la gran mayoría de madres vuelven al trabajo al cabo de 16 semanas, y no se permiten ni quejarse de ello porque parece que ahora, si tenemos trabajo, lo único que podemos hacer es estar contentos. Entiendo ese sentimiento. Entiendo la decisión que toman tantas mujeres, tantas familias y al mismo tiempo, me sabe tan mal… Porque una cosa no quita la otra: podemos tener trabajo y estar felices por el hecho de tenerlo y al mismo tiempo, lamentar profundamente tenernos que separar de nuestro hijo a las 16 semanas y tener que trabajar 8 horas sin verlo.
Este post no es para nada más que para decir que tenemos el derecho, hombres y mujeres, a sentir que estos efectos de la crisis son nefastos para nuestras familias: que la conciliación de la vida laboral y personal ha quedado un poco más lejos con la crisis económica y que podemos llorar, gritar y sacar todo lo que el momento actual de necesidad, y por tanto, de no poder elegir lo que más nos gustaría, nos hace sentir por dentro.
Lo que no debemos permitir que nos haga la crisis es, encima, hacernos sentir culpables, malas madres, malas personas, o poco agradecidas porque no estamos suficientemente contentas de volver a trabajar. No.
Ver nuestro hijo casi recién nacido sólo dos horas, o tres o una al día, debería estar prohibido. Así, de entrada. Porque nuestros hijos nos necesitan. Necesitan nuestra presencia, necesitan nuestros brazos, nuestras palabras… y no tienen suficiente, evidentemente, con tenernos sólo una hora al día. Por muy bien que les cuiden otros.
Yo digo bien alto y fuerte que esta crisis tiene unos efectos devastadores para muchas familias y sobre todo, para los más pequeños y vulnerables. Que me entristece ver cómo retrocedemos, como hemos ido dando pasos de cangrejo en conciliación laboral y personal. Que una vez más queda patente que vivimos en un mundo que no tiene en cuenta los niños, que los desprecia y que lo único a lo que aspira es a poder escolarizarles lo antes posible, para que sus padres puedan hacer lo que les «toca»: trabajar.
Este post pretende ser un abrazo a tantas madres que se tienen que separar tan temprano de sus hijos a pesar de que hace unos años creían que después de parir, se pedirían un permiso o una reducción de jornada. Un abrazo a las que ya no pueden escoger, a las que no tienen más remedio que aceptar cambios de trabajo, cambios de horarios, cambios de destino, etc cuando vuelven a trabajar porque tienen miedo. Miedo de perderlo. Miedo de que no lleguen ingresos a casa. Un abrazo a las mujeres que han terminado creyendo que lo único que tenían derecho a hacer era a estar contentas por tener trabajo y se sienten culpables cuando no tienen ganas de volver después de la baja maternal. Un abrazo profundo a las madres que cuando se van de casa lloran y se sacan leche en una sala de la empresa para intentar alargar la lactancia. Un abrazo a las que combinan dos trabajos porque con uno no llegarían a final de mes, a las que llegan tarde y cansadas y ven que su hijo sólo quiere ir en brazos de quien ve más horas al día: la canguro o la abuela. Un abrazo a las que se despiertan cuatro, cinco y seis veces cada noche porque su bebé quiere comprobar que mamá no ha desaparecido todavía, y se despiertan a la mañana siguiente con mala cara, ojeras y agotadas, pensando «vaya mierda». Porque sí… no poder disfrutar de nuestros hijos es una mierda y verlos sufrir (poco o mucho) también.
Los efectos de la crisis, en este aspecto, son nefastos y notaremos sus consecuencias a corto, medio y largo plazo.
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12 respuestas
Un aplauso, me ha encantado tu post. Estoy totalmente de acuerdo. Al final los más perjudicados son los más vulnerables. Entre ellos, los niños. Un abrazo.
Gracias guapa!
Sí, es una pena… Ya sabes aquello de «total, si los niños no se enteran…» 🙁
Besos
Molt ben expressat! M’uneixo als aplaudiments 😉 Una abraçada a totes les que es troben en aquesta situació…
Gràcies guapa!
Sí, perquè són moltes i necessiten més abraçades de les que segurament els donen…
Petons
Jo tambe m’uneixo als aplaudiments i abracades.
Gracies Miriam
Petons
Gràcies guapa!
Petons
Has descrito mi caso tal cual. Con mi primer hijo pude permitirme reducirme la jornada para estar toda la tarde con el. Ahora a punto de tener a mi segundo hijo mi marido va a quedarse en paro y yo tendré que regresar a las 16 semanas volando al trabajo y rezar para conservarlo porque tal y como están las cosas veo complicado que mi marido encuentre algo pronto. En fin difícil situación. Y sobre todo muy triste.
Hola Arual!
Buf… no sabes cuánto lo siento… Y francamente, cuando una madre me cuenta lo mismo que tú, sólo puedo hacer que acompañarlas, decirles que entiendo que les sea tan duro, y que lo siento… Ojalá tu marido encuentre trabajo pronto y puedas reducírtela otra vez. Un abrazo profundo y muchísima suerte.
Yo vivo en Viena y aquí la baja por matenidad de un año (muchas veces compartida entre el madre y el padre) es un derecho asumido y aceptado por las empresas, del cual hacen uso todas las familias (percibiendo el 80% del suelo a partir del 4ª mes). Y en España tengo amigas que incluso se han visto obligadas a trabajar desde casa durante la baja para no poner en riesgo su empleo. Me parte el alma. Estamos inmersos en un sistema que está mal planteado. No creo que es cuestión de la crisis solo, sino de algo más fundamental. Ojalá consigamos educar a la generación venidera para que haga las cosas de forma diferente. Porque como tú señalas, todo esto es nefasto y tiene graves consecuencias.
Hola, Mamá Práctica!
Qué suerte tienes… Es que en este país estamos a años luz y no sabes como me cabrea… Y estoy contigo, no es sólo la crisis, es algo más fundamental. Cuando las cosas iban mucho mejor, tampoco se hicieron grandes avances. Una pena.
Besos y gracias por comentar!
Jo hi penso molt sovint en tot això. M’agradaria passar molt més temps amb el meu fill i haig de donar les gràcies per una feina que m’allunya cada dia d’ell…I tant que és nefast.
Petons.
Em sap greu Mo… És tan trist que tantes mares i pares puguin veure tan poques hores els seus fills…
Una abraçada