11.4.2012
Sabes que has superado la ruptura con tu ex pareja cuando un día os encontráis por la calle y cuando te cuenta que es feliz o que está con otra persona, puedes alegrarte. Es el día en que ya no sientes ni tristeza, ni rabia, ni pena… sólo felicidad de saber que está bien y gratitud por el tiempo compartido. Nada más.
Sabes que has superado el duelo por la muerte de una persona querida cuando, tiempo después, puedes hablar de ella y recordarla, y la única emoción que se mueve dentro de ti es amor y la añoranza es de aquellas que acompañan, no de las que rompen el alma. Lo sabes porque ya no hay esa tristeza infinita, ni la sensación de injusticia permanente, ni la pena que sale de la entraña. Aquel día sólo viene amor; amor de recordar cómo era, lo que habéis hecho juntos, y de sentir (a pesar de todo) que está cerca.
Del mismo modo sabes que has superado un parto difícil y en cierto modo traumático el día que alguien te cuenta un parto magnífico y sentir esa bella historia ya no duele. Ya no te recuerda inevitablemente el tuyo, o el miedo que pasaste, o los llantos interminables… aquella rotura emocional y física vivida de la peor manera ya no se remueve y simplemente, puedes alegrarte. Alegrarte infinitamente de que aquella mujer haya podido parir como quería y ahora sea feliz después de un parto mucho más fácil de lo que ella creía en un principio.
El otro día fui al hospital. Tenía que dejar una bandolera a una buena amiga que acababa de parir su segundo hijo después de un parto natural. Muchas veces, después de un parto complicado, las mujeres hacemos muy mala cara; yo estaba casi desfigurada después de la cesárea supongo que por los calmantes, las horas sin dormir, el agotamiento infinito y la llorada monumental llena de sentimientos ambivalentes que hice en reanimación. Ella no. Ella estaba guapísima. Yo era feliz de estar allí, estaba contenta de que hubiera tenido el parto que quería, y de que me lo contara. Sentí amor y alegría.
No mucho tiempo antes, cuando me contaban un buen parto se me removían tantas cosas dentro que no podía sólo alegrarme y nada más. Había un también un poquito de envidia, de «¿Y por qué yo no?», una pregunta que me venía siempre, siempre, siempre… Y el pesar de sí alguna vez podría vivir las sensaciones que me contaban, si alguna vez sentiría el contacto de mi hijo recién nacido sobre mi vientre, de si alguna vez le vería aquellos ojos tan abiertos de cuando llegan a este mundo… Cuando me contaban un buen parto me entraba la pena. ¡Claro que celebraba que lo hubieran podido tener!, pero a la vez, junto con este sentimiento iba otro pegado: la culpa de no ser capaz de alegrarme del todo y también el de: «quizás yo no viva eso nunca». Cuando hacía poco más de medio año que había dado a luz a mi hija, algún día incluso había llorado después de saber que aquella o aquella otra habían parido de la manera más fácil y más preciosa. Revivía un sentimiento de no haberlo hecho lo suficientemente bien, de haber fallado a Laia, de haberme fallado a mí. Revivía el «qué ha fallado en mí… ¿por qué no pude?» a pesar de saber que no era culpa de nadie.
Con el tiempo, la conciencia que he ido poniendo en mi parto y las lágrimas que he derramado recordándolo, me han permitido pasar al siguiente paso: aceptarlo. Sacar todo el aprendizaje posible, agradecerlo y vivirlo también con amor y alegría porque me permitió llegar a entender, finalmente, que en la vida hay cosas que no controlamos y sobre todo y lo más importante: me trajo a Laia.
Pero hasta el otro día no supe hasta qué punto estaba aceptado y digerido mi parto porque en el fondo pensaba que quizás nunca llegaría a hacer las paces. Cuando sentí el amor que me venía escuchando a mi amiga explicarme el parto natural que había vivido, cuando vi que no sentía ni una pizca de envidia, cuando vi que me alegraba profundamente… fui feliz. De poder escucharla, presente, alegrándome, celebrándolo juntas sin ningún otro sentimiento que pudiera romper aquel precioso momento.
Y tú, ¿tuviste un parto que necesitó también ser aceptado?
15 respuestas
Ai Miriam! Que bé!
Jo encara sento enveja, no tant del part sinó del post-part de les dones que m’expliquen, que al segon dia ja estaven a casa, que a les poques hores ja estaven aixecades i agafant a la seva criatura! I jo, per culpa d’una mala praxis 6 dies estirada al llit sense gairebe poder-me moure, i per suposat sense poder atendre a la meva nineta!
Espero, que aviat, algú m’expliqui que que bé ha anat tot, i que al dia següent ja eren a casa i poder-me’n alegrar al 100%, sense enveja! 🙂
Me n’alegro per tu, era una espina clavada que havies de treure!
un petó!!!
Hola, Mireia.
T’entenc. I espero i desitjo que algun dia puguis pair i acceptar com va anar tot, per poder-hi fer les paus, per poder fer marxar la ràbia, i poder-te quedar tranquil.la amb el que us va tocar viure. Tan de bo un dia t’expliquin un bon postpart i puguis gaudir-ne sense recança.
Una abraçada.
Pues curiosamente tu hija me ha dicho que has elegido su nombre por que «habla bien de ti»… para ella su parto fue perfecto por que le permitió conocerte y llegar a ti…. Me da gusto que lo superaras y que veas que también las cicatrices nos hacen fuertes—son heridas de guerra y eso al fin y al cabo es lo que les enseñamos a los hijos: lo importante no es caerse si no saberse levantar. Un beso
Hola, Desmadreando.
Sí… las cicatrices nos hacen más fuertes, tienes razón, sobretodo si podemos sacar todo el aprendizaje que llevan.
Gracias por tus palabras.
Besos.
Jo també he tingut dos parts que he necessitat superar i llegint-te he entés perquè no era capaç d’alegrar-me del tot quan una amiga tenia un part natural i ràpid.
A mi m’ha costat gairebé quatre anys superar-ho, sempre pensant perquè no havia estat capaç de tenir un embaràs i un part normals. Ara he acceptat que no és culpa ni meva ni de ningú altre, que hi ha coses que no podem triar ni decidir.
I com molt ve diu Desmadreando, les cicatrius ens fan més fortes i el que importa no és caure sinó saber-se aixecar.
Hola, Anna.
No, no va ser culpa teva! Tu ho vas fer molt bé… hi ha coses que no controlem, moltíssimes, i que arriben a la nostra vida també per ensenyar-nos alguna cosa, o per fer-nos més fortes, o perquè entenguem que no tot depèn de nosaltres!
Però entenc com t’has sentit perquè jo també ho he viscut. Una abraçada.
ojalá me llegue ese momento también!!! mua!
Te lo deseo de todo corazón, Haydee!
Besos.
Cuanto me alegro de que lo hayas superado, porque realmente nos podemos sentir muy mal por esa herida.
Un abrazo
Gracias Carol. Sí… son heridas que cuesta horrores sanar.
Besos.
Me encantó.
Te felicito!! Me alegro inmensamente que esa sea una herida sanada! Un abrazo.
Después de pasarlo tan mal, que llegue un día en el que te descubras mas en paz es maravilloso, has aprendido y has crecido. Enhorabuena Miriam!
Tot just descobreixo el blog i el primer que llegeixo és aquesta entrada. M’hi sento tant identificada!! Jo encara no tinc superat el meu part, que havia de ser natural i va acabar en cesària i amb el nen a l’UCI… Quan sento altres mares parlar del seus parts (llargs o curts, dolorosos o no…) només desitjo poder passar pel mateix i treure’m l’espineta.
Hola i benvinguda al blog!!!
El superaràs… quan l’hagis pogut plorar prou, parlar prou, pair prou… arribarà un dia que t’explicaran un «bon» part i simplement, podràs gaudir-ne. El podràs superar també el dia que entenguis i puguis integrar que el part que vas tenir va servir també per ensenyar-vos, de ben segur, moltes coses… Hi ha grans aprenentatges que cal assimilar a poc a poc… Quan puguis fer tot aquest treball, finalment un dia veuràs que has superat el part traumàtic que vas tenir. Molta sort.
Una abraçada