De la oscuridad a la luz

De la oscuridad a la luz

“¿Lo tiene todo?», fue lo primero que le dije a mi marido cuando me puso Lua, desnuda, encima de mi pecho. Estábamos en la sala de reanimación los 3, después de que en quirófano me cosieran la cesárea. Yo ya la había visto, a Lua, me la habían puesto justo al lado de la cara, tocándonos la piel y, llorando y emocionada, me la había comido a besos. Ella me miraba, tranquila, con unos ojos como platos.

«Lua, bienvenida, soy yo, mamá. Te quiero, te quiero mucho»… Sé que le iba repitiendo esto mientras le besaba las mejillas, la nariz, los ojos… Todo esto en un quirófano lleno de gente pero que parecía que, de repente, fuera sólo para nosotras dos. Pensé que era preciosa y que era idéntica a su hermana.

Luego… ella con su padre, piel con piel, teniendo su momento íntimo. Y yo las prisas. La espera se me hacía eterna y, de repente, oigo un ginecólogo que dice «ey, que esto no se contrae» «lleva oxcitocina?» «Sí», dice el anestesista, “súbesela” y noto que me aprietan. Siento miedo, mucho miedo, de tener una hemorragia bestia. «No, ahora no, que me espera, que quiero ir con ella» … No puedo más y pregunto «¿qué pasa?» «¿De qué?» «¿Cómo de qué? ¡Del útero! ¿Se contrae o no? ¿Va todo bien?» «Sí, mujer, ¡ya está!»… Y pienso «pues decídmelo! Explicadme que todo está bien y que quedan diez minutos para reunirme con ellos!», Pero no digo nada porque quiero que acaben. Que acaben ya, que acaben rápido. Mientras tanto, el anestesista habla con la auxiliar de un piso que se quiere comprar y le enseña un video en el móvil. Lo encuentro tan fuera de lugar, que los miro sorprendida pero no me ven, a pesar de tenerme a tocar. Decido que nunca trataré a las personas como me acaban de hacer sentir a mí.

Y finalmente, se acaba. Se acaba aquella espera, aquel tormento. Me mueven con la camilla y todavía no sé si estaré sola o no. Tiemblo y siento los nervios a flor de piel. «Te llevamos aquí al lado, con tu niña», y entonces sí, por fin, respiro y ¡lloro!

Mi sueño, reanimación juntos, piel con piel, se cumple. No tengo que esperar una hora sola en aquella sala fría como me tocó cuando nació Laia (de los peores ratos de mi vida)…. Y los veo allí, él con la misma cara que cuando llevaba a Laia en brazos recién nacida: de feliz. Me la da.

“¿Lo tiene todo? ¿Los dedos, las manos,… Todo?» «Sí, lo tiene todo. Es muy guapa»

Respiro.

La siento, desnuda, sobre mí, que también lo estoy. La noto calentita y nos miramos. Tiene los ojos abiertos, enormes y me mira. Tranquila, serena. Me mira. Lua me mira, igual que ha hecho hace un rato en quirófano.

Me mira y parece que lo sabe todo, parece que no hace falta decir nada. Parece que todo es entendido y compartido. Parece que así, sólo mirándome, me lo cura todo. No me duele nada. No siento nada desagradable, absolutamente nada.

Levanto la cabeza y lo miro a él. Sonrío. «Oh…. Que bien…. Que bonita es ¿verdad? ¿No te recuerda a Laia? Son igualitas» «sí, lo son!» sonríe. silencio… Para poder admirar, podernos admirar los 3 juntos. Sin interferencias…. Placer. Placer sublime, placer eterno…

Ella no busca el pezón, todavía. Parece que está bien así, mirándonos, juntos, ahora fuera de la barriga. Le miro las manitas, la nariz (¡casi no tiene!) y soy feliz. Profundamente feliz.

Nos besamos. Yo a ella, yo a él, él a mí, él a ella, los tres. Besos que curan, besos que animan, besos de «por fin».

Y empieza a moverse, piernas que empujan su tronco arriba, hasta que se mueve, nariz que huele…. Cuerpo caliente que reta en mí. Que reta por el pecho solita, ella solita, buscando la aureola. No la ayudo, sé que no es necesario, que ella sola lo hará, por instinto natural. Tarda su rato y vamos mirando, admirados, lo sabia que es la Naturaleza. Qué alegría siento de poder vivir esto. Qué alegría tener la calma, el tiempo, la paciencia de esperar que Lua se coja sola al pecho por primera vez.

Y chassss…. llega y lo agarra. Se coge bien, como si lo hubiera hecho toda la vida. Y vuelvo a dar el pecho, un año y un mes después de habérselo dado por última vez a Laia. Y vuelvo a sentir esa felicidad de amamantar a mi hija.

Qué rato más bello vivido en esa sala de REA destartalada y fría. Y qué luminosa y caliente la sentíamos entonces….! ¿Cuánto tiempo pasó? 2 horas quizás o 3 en total… De estar juntos, de miradas, besos y alguna foto robada con el móvil para decir a familia y amigos impacientes «Lua ya está aquí».

Ya no importaba el parto que no había sido. Ya no importaba la herida enorme de la barriga ni las horas de contracciones. Entonces, piel con piel con Lua, ya nada más importaba que ese preciso instante.

Era eso, justamente, esa celeridad en estar los tres juntos, lo que más me ha faltado del parto de Laia. El rato con Lua juntos los tres con esa mirada de ojos redondos que todo lo saben, parecía que curaba no sólo la nueva cesárea sino también la espina clavada del rato separadas con Laia. El rato de añoranza intensa 5 años atrás, de añoranza infinita, se disipaba…

Y de repente, me doy cuenta: «Mira, ya puedo mover las piernas!» (¡Qué emoción siento!) “Díselo a la enfermera y llama a mi madre, que venga Laia a conocer su hermana!»

Whatsup: «Hola! Ya está mamando! Parece que ya nos suben. Cuando estemos en la habitación os avisamos y venís»

Continuará….

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Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

25 comentarios

  1. Hola Bonica! Sempre em poses la pell de gallina! Jo també vaig trobar a faltar molt estar els 3 junts després de la meva cesària…aquelles dues hores se’m varen fer eternes…Espero algun dia també poder treure’m aquesta espineta. Una abraçada!

    1. Ai Jèssica…
      Ho sé, sé que també vas patir molt…! És impressionant com es pot enyorar tantíssim una personeta que ni tan sols has vist bé, que ni tan sols has conegut fora de la panxa… És impressionant com aquesta separació pot arribar a fer tan mal… Tan de bo cada vegada hi hagi més REAs on no es separin les famílies. Tan de bo…
      Una abraçada guapa!

  2. Guapa que bé que descrius aquells moments. Molt i molt sovint recordo el moment en què em van acostar l’Arnau a la cara i com tu vaig omplir-lo a petons, li vaig dir tantes i tantes vegades que l’estimava, que per fi estavem junts. Sentia la seva escalfor a la meva galta i em mirava, els seus ulls estaven del tot oberts i com la Lua, em deien que ho entenia tot, que no calia dir res més.
    Aquell moment em van donar forces per aguantar els 45 minuts que em tindrien a la sala de reanimació. Jo també desitjo que les polítiques dels hospitals canviïn…

    1. Hola guapa,
      suposo que mai podrem oblidar un impacte tan bèstia com el del primer col que veus la cara del teu fill, que el toques, que li dius «t’estimo». És massa fort. I per això mateix aquells 45 minuts que vas passar sola també són tan bèsties i queden marcats a foc roent a la pell… Si els que fan els protocols hospitalaris visquessin en pròpia pell què se sent en aquell moment de solitud, canviarien els protocols més ràpid que el vent. N’estic segura.
      Una abraçada

  3. Ostres, Míriam, la mirada de la Lua que has descrit m’ha recordat la del Pere. Aquella mirada sàvia de ja ho sé tot, de tranquil·litat, de ja sóc aquí i tot està bé. Uff, aquella mirada que com cap altra al món ningú em podrà repetir. Revisc les meves cessàries, com la de l’Adrià, fent esforços per moure primer els dits del peu, després el peu, després la cama… Les tremolors provocades per l’anestèsia. La impaciència per veure’l perquè no podia suportar aquella separació després d’haver-lo vist només uns segons quan me’l van ensenyar. Per sort, en els dos casos, sabia que estava fent pell amb pell amb el seu pare… Quins records més bonics i més intensos. Fa ja vuit anys del primer i cinc del segon i em sembla que són els moments de la meva vida dels que sóc capaç de recordar més detalls.

    1. Hola Montse,
      Ai les tremolors… Curiosament en la cesària de la Lua pràcticament no en vaig tenir gens, una gran sort perquè en tinc molt mal record de la de la Laia. Botava de la camilla com posseïda! 🙁 I sí, totalment d’acord, això no ho oblidarem mai; aquelles mirades, el primer cop que el veus, el primer contacte…. és impossible oblidar-ho.
      Una abraçada, guapa!

  4. Llagrimes avall…serà que aviat tindré també a la meva segona filla, serà que ser mare augmenta l’empatia… I que escrius i expresses tan bé!!! Ets molt valenta Miriam, per com saps posar la llum a les situacions… Aprenc de tu. Gràcies, moltes gràcies per compartir sempre…

  5. Que suerte tuviste Míriam. Con mi cesárea no me dejaron tocar a mi pequeño, me lo enseñaron unos segundos y se lo llevaron. Yo me pase toda la noche sola en la REA sin poder dormir de la tristeza por la separación tan brutal a la que nos habíamos visto sometidos después de los nueve meses sin habernos separado ni un momento. Dentro de lo malo le permitieron a su padre hacer el piel con piel pero fue una experiencia muy dolorosa para mi.

  6. Ostres Míriam… de nou m’has remogut tants sentiments… has posat nom a tantes coses… Dos cesàries, dos «estones separades» que s’han convertit en unes de les pitjors estones de la meva vida. I fins avui creia que els meus sentiments d’aquells precisos moments eren exagerats… però al llegir-te he descobert que era lícit el que vaig sentir. Gràcies de nou per la teva complicitat!

  7. Miriam, hace poco te descubrí en Instagram por recomendación de una amiga, me encantan tus post, he estado leyéndolos y quiero aprender y aplicar todos tus consejos para darle una crianza adecuada a mi futura bebé. Estoy embarazada pero desde ya investigando y muy interesada en hacerlo lo mejor posible. Hoy he leído tus historias y me emocionaron mucho, esperando mi momento de dar a luz, imaginando como será todo por primera vez. Te agradezco infinitamente por compartir tu historia, es imposible no emocionarse en la manera que relatas todo, un abrazo para ti y tu bonita familia.

  8. Ay…yo no quiero pensar mucho en el momento por no martirizarme por no saber que es muy importante estar super informada antes de parir y no saber defender y permitir que mi hijo no tuviera la llegada al mundo q se merece. Yo soy muy confiada y confie en el personal sanitario…pero despues de mi parto medicalizado a tope y instrumentalizado tambien, me dejaron coger a mi niño un minuto y se lo llevaron a la incubadora por prevencion. Estaba tan mal fisicamente y con poca informacion q lo vi normal…No lo cogi en mis brazos hasta pasado 9h q cogi fuerzas para ir y solo me dejaban estar un rato cada 3h y encima me decian q descansara q viniera el padre…menos mal q solo estubo un dia y medio alli y ya lo tuve en la habitacion…En el segundo parto ya informada y mentalizada y sin ganas q nadie interviniera tuve a mi niña en un parto natural pese al dolor y en 24h a casa, nada q ver…pero aun me queda la espinita del anterior…

  9. Bufff te leo y recuerdo mi cesaria con mi seguna hija.. Leah en septiembre 4 años. Una de las peores experiencias d mi vida.. yo diciendole a mi marido( lo dejaron entrar) noto una presion en el pecho ke no me deja respirar, el anestesista jugando con el telf al candy e ignorandome, me sigo kejando k hasta llego a creer ke me voy a morir y el me hace callar diciendome k ya me habia puesto todo lo ke tenia k poner.. muy cruel.. nace Leah y no puedo cojerla hasta REA.. pero compenso todo teniendola piel con piel .

  10. Míriam, com sempre, inspires. Què bonic! Jo vaig haver d’esperar un parell d’ hores…el primer que vaig veure de la Júlia va ser una foto d’ella amb son pare a l’habitació… encara gràcies que van deixar passar ma mare a REA …no ho desitje a ningú! Una besaota!!

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