El día que se conocieron

 

«¿Cuánto hace que has llamado?»

Esta soy yo, impaciente, preguntando a mi marido sobre esta noción de tiempo que a mí (todavía bajo el efecto de mil calmantes debido a la cesárea) y a él nos pasaba a velocidades distintas. Estaba impaciente porque ya estábamos en la habitación, yo con Lua piel con piel, y anhelaba que llegara Laia, su hermana.

Tenía tantas ganas de verla… Con tantas horas de parto, hacía tanto que no la abrazaba, que no la miraba a los ojos… Tenía miedo de que ella hubiera tenido miedo. Tenía ganas de saber que estaba bien, que no sufría. Quería saber cómo le había ido todo el día con los abuelos. Quería saber qué había preguntado sólo conocer la noticia del nacimiento de Lua. Quería verle la cara y saber si era feliz.

Y ese rato esperándola se me hacía eterno. «Dame el móvil», le dije, y envié este mensaje a mi madre “¿Os falta mucho?» o algo así. Ya estaban en el hospital. Le habíamos explicado que llamaran a la puerta y que él las recibiría. Que primero sólo entraría Laia y estaríamos un rato nosotros cuatro solos. Después, estaríamos encantados de ver a mi madre y presentarle a su nueva nieta. Y así lo hicimos.

Recuerdo que yo estaba nerviosa. ¿Qué cara pondría Laia en ver a Lua? ¿Tendría celos? ¿Se pondría a llorar o no? ¿Tendría ganas de abrazarme y hacernos mimos o preferiría sólo estar con su padre?

Y el toc-toc llegó. Yo sentía que el corazón me saldría desbocado. Entró y fui tan feliz de verla… La había echado de menos sin saberlo y entonces me daba cuenta.

«Hola preciosa! Mira… Lua ya está aquí, por fin… ¿Quieres verla?” y cogida de la mano de su padre sonrió y fue entrando en la habitación, viniendo hacia mí, hacia nosotras. Sonrisa inmensa en la cara, feliz. “Que pequeña», dijo. Y la empezó a tocar muy suavemente de la manita. Recuerdo darle besos, yo a ella. Recuerdo tocarla, necesitaba tocarla. Reíamos los tres mientras mirábamos a Lua que dormía.

Hablamos, comentamos la jugada con sonrisas de esas tontas, de esas de amor dibujado en la cara, de las que no quedan muy bien en las fotos… Éramos tan felices entonces…! Tanto…! Ella estaba contenta, Laia estaba feliz de ver a su hermana. Le noté enseguida que para ella era un buen momento. Noté enseguida que era feliz de conocerla. Y para mí, eso, fue un regalo. Me di cuenta que me hacía cierto miedo este momento. Y fue bien, mucho mejor de lo que nunca en mi vida me hubiera podido imaginar. Te cuentan tantas cosas…. sabes de tantos primeros encuentros que no son como los padres esperaban, que yo estaba absolutamente mentalizada para no frustrarme.

Y mi sorpresa fue que estaba viviendo uno de los mejores momentos de mi vida y no me lo esperaba. Entonces entró mi madre y el momento precioso e idílico siguió. Abrazos, besos, no recuerdo si también alguna lágrima. Predominaba la alegría, la felicidad, la fiesta. Laia se fue soltando y cada vez era más ella, más contenta, más emocionada con su hermana. Le miraba los piececitos, las manos, la tocaba, la acariciaba, le daba besos… Me los daba a mí y a su padre. Era, sí, una auténtica fiesta…

Me sabía mal que fuera ya casi de noche, porque yo no tenía ganas de que ese momento terminara. «Mañana no irás al cole y vienes aquí con nosotros, ¿de acuerdo?», le dijimos, y se le iluminó la cara. Queríamos estar juntos, los 4, todo el tiempo del mundo. Queríamos no volvernos a separar nunca más. Queríamos estar así para siempre. Viviendo en la fiesta, en la celebración de la llegada de una nueva miembro en el nido. Y yo no quería que se fueran… Tenía ganas de seguir así, todos juntos, en la habitación de aquel hospital. Teníamos, compartiendo espacio, otra pareja recién convertida en familia, pero no me importaba. No los veía, no los notaba, porque tenía todos mis sentidos allí con nosotros, con el encuentro de Laia y Lua, por fin, hermanas que se tocan.

Pero se fue haciendo tarde y ella tuvo que irse. Lo hizo con su padre, se fueron contentos, muy contentos. Riendo y saltando, la recuerdo todavía. «Lueta, hasta mañana, mañana te vendré a ver», le dijo al oído. Lua, ya con los ojos bien abiertos, miraba a su hermana y parecía que le pasaba el escáner. La observaba y se la comía con la mirada.

Yo volaba, yo volaba, yo volaba… era tan extremadamente feliz… me sentía tan descansada… con Lua encima, con Laia feliz de tener una hermana… Sólo tenía hambre. Ganas de comer, después de tantas horas, de tanto esfuerzo y de tantas, tantas, emociones…

«Ahora te traemos la cena», y eran casi las 12 de la noche! Lo hicieron y la devoré, todavía con Lua encima, sin dejarla ni un segundo, latiendo a la vez. Recuerdo aquella cena como un regalo con el hambre que tenía. No sé ni qué me trajeron pero tenía tanta hambre, y sed que la disfruté como si fuera la última…

Y luego, allí, con la barriga llena y el corazón caliente, muy caliente, le dije a mi madre que era feliz como nunca, que me salía ya la oxcitocina por todos los poros de mi piel. «No sé ni si podré dormir«, le dije, y nos pusimos a reír porque hacía varias noches que no dormía!

Era todo perfecto. Perfecto.

Lo que no sabía entonces, es que me quedaban sólo 4 horas de perfección.

Continuará…

PD: Y tú, tienes más de un hijo? Recuerdas el momento en que se conocieron? Fue bonito? Tienes un bonito recuerdo de ese instante? Cuéntame…

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Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

15 comentarios

  1. Recuerdo esa sensación, esos nervios y esas ganas de que llegara Leo para conocer a su hermana… Yo estaba tan preocupada por él… Él era más pequeño que Laia, 2 añitos. Me veía a mí misma como una adolescente en su primera cita!

    Fue un momento bonito, pero yo veía el miedo en mi niño, el descoloque… Por suerte o por desgracia yo sí sabía que nada era perfecto, y también lo comprobé muy pronto! 😉

    Sigue contando! Un saludo!

    1. Hola Bichilla,
      Reconozco esos nervios y el mirarle la cara para ver qué se podía descifrar… Sin duda, 2 añitos es mucho más pequeño que lo que era Laia y entiendo su descoloque. Siento que también tuvieras que comprobarlo…
      Besos

  2. Que maco Miriam! Les meves es porten dos anys i la veritat es que la gran va passar de la petita quan la va coneixer (només volia veure la mama), pero despres van començar les observacions, les caricies, les mirades, i ara és tan maco veure-les juntes…

    1. Hola Lai,
      Normal, us va passar igual que a la Bichilla, que comentava més amunt. 2 anys són molt petits per poder entendre tot el que està passant, i volen la mama, o no els agrada que estigui a l’hospital i l’enyoren… Es tracta d’acompanyar-los tan bé com sapiguem, com segur que vau fer.
      Una abraçada

  3. Com tu dius un moment per enmercar! Jo estic de sis mesos i mig quan neixi la petita el gran tindrà 3 anys, els meus nervis són per pensar com reaccionara ell en el moment…
    Es un plaer llegir-te…gràcies

  4. Oh!!! Que bonic posar paraules a tantes emocions que es viuen en tan pocs dies! El nostre retrobament també va ser meravellós, recordo com també la gran mirava la petita i la va voler agafar al coll, i des d’aquell moment ja no la va deixar, sempre als braços cuidant-la i estant pendent de la seva germana, fins a dia d’avui que la petita d’aquí 15 dies també en farà 4! Gràcies per fer-nos reviure moments tan màgics! Moltes felicitats a. La Lua!

  5. Guille con 3 años se enamoró perdidamente desde el primer momento en que la conoció, y yo de ellos, de esa relación tan especial que siempre van a tener. Cada vez que quiere dormir dándole la mano, que se la come a besos, que le dice a la gente ehhh, has visto a mi hermanita? Anoche me decía, mama verdad que nadie se la va a llevar?

  6. Hola Miriam! Como me están gustando y emocionando tus escritos estos días! ( Siempre me gustan y me ayudan)
    Acabo de ser mamá de mi segunda hija, imagínate, estoy con las emociones desatadas! Mi primera hija tiene 4 años y la segunda una semana. Todo está siendo muy emocionante, natural, vivido… y te quería dar las gracias, por qué tus vídeos y tus escritos nos han ayudado a su padre y a mi a preparar la llegada de la petita, seguimos tus consejos sobre el primer encuentro, pudimos expresar nuestro deseo a la familia y lo respetaron. Gracias por ayudarnos a pensar y ser más conscientes del momento que estamos viviendo y cómo afrontarlo!
    Espero impaciente tus siguientes entradas!
    Gracias de nuevo! Gracias por compartir!

  7. Doncs fa un mes q nosaltres vam viure un moment semblant. Gràcies as teus consells tb vam fer q el germà gran, l’Adrià, entrés sol a l’habitació (sense els avis) pq coneixés el seu germà, rl Pau. Van anar mes o menys com en el teu cas, va ser preciós. Jo tb tenia moltes ganes de veure a l’Adrià i la seva reacciló. No l’havia vist desde la tarda anterior quan el vam deixar a casa quan vam anar cap a l’hospital, jo ja amb contraccions regulars. I la veritat es q va ser perfecte!

  8. Hermoso. Me pregunto cómo será el encuentro de mi niña con su hermano o hermana. Sólo va a tener 2 años y 3 meses. Todavía toma teta tengo tanto miedo de dejarla sola por primera vez y que después vea a su bebé como competencia. Espero que todo sea mejor de lo que pienso también.

  9. Hola Miriam! Me has emocionado, yo tengo un peque y estamos planteandonos ir a por el segundo…pero uno de mis miedos es él, aunque está deseandolo, me da tanto miedo que el lo pase mal, o se sienta desplazado…muchos besos y gracias! Gracias por compartir tus experiencias, ayudan muchisimo

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