Parto: Contracciones

Una ventaja de los partos que he tenido con mis dos hijas (si no los conocéis podéis haceros una idea leyendo el último post «YO NO PUEDO PARIR«), es que tengo muchas contracciones. Tanto en el trabajo de pre-parto o pródromos como en el trabajo de parto, y por lo tanto, creo que puedo intentar ayudar a aquellas mujeres que les toca, en breve o en un futuro, vivir unas cuantas para parir a sus hijos.

Pienso en mi amiga a punto de ser madre o en mi cuñada, que ha de parir a mi querida primera sobrina… y desde aquí me gustaría contarles a ellas y a todos aquellos que me quieran leer, cómo me las arreglé para soportar aquella infinidad de contracciones. Me centraré en este último parto porque llegué a dilatar casi completa.

Mi parto se produjo en dos «rounds» o en dos «asaltos» y fueron absolutamente marcados y diferentes el uno del otro. El martes 8 de abril me ponía con contracciones intensas y rítmicas y me lo tomé con ilusión. Estaba contenta porque sabía que aquello ya arrancaba y tenía ganas de ver la carita de Lua.

Pero a medida que fue avanzando el parto, y ya con las comadronas en casa, mi cabeza me empezó a traicionar. Sentía un dolor fuerte en la zona de las caderas y no lo llevaba bien. Dicen que las contracciones se tienen que surfear, porque es cierto que son como olas que vienen, suben, y se van, pero yo empecé a llevarlas mal, y tenía la sensación de que alguna contracción, en vez de surfearla, me pasaba por encima.

Lo que me pasaba en realidad es que tenía miedo. Miedo del dolor. Miedo de no soportarlo, de no ser capaz. Yo, que había decidido parir en casa, tenía dificultades para controlar la mente, que me jugaba malas pasadas.

Y cuando empiezas así, cuando el coco te falla, es difícil mantenerte centrada, serena y tranquila, que es lo que se necesita para parir. Porque sino, llega el triángulo maldito: miedo, que provoca tensión muscular y que a su vez provoca más dolor. Y cuanto más dolor, más miedo, y cuanto más miedo, más tensión… y es aquel pez que se muerde la cola y del que cuesta horrores salir.

Pasaban las horas y yo parecía que me había instalado en los 5 centímetros y medio. En cada contracción creo que decía «no puedo!» y frases como “¿cuánto falta?» o «no lo podré soportar». Se me hacía largo, cuesta arriba y las fuerzas me flaqueaban. No había dormido esa noche y además, había comido poquísimo.

Pero el cuerpo o la vida, quién sabe, es sabio y las contracciones se fueron espaciando. Yo, que estaba rendida, obedecí lo que me decía mi comadrona Inma Marcos «aprovecha para dormir, aprovecha para coger fuerzas» y eso hice. Aún dentro de la piscina de partos y luego en el sofá, intentaba (y lo conseguía), dormir entre contracciones (aunque fuera sólo 5 minutos). Es espectacular como el cuerpo se adapta a las situaciones.

Nunca hubiera dicho que podría dormir 5 minutos, o 3, para despertarme, gritar durante la contracción y volver a dormir. Son aquellas cosas que si no las vives o las ves, no lo crees.

Aquellas contracciones cada vez venían más espaciadas; el parto se estaba deteniendo, se desinflaba el motor y sin motor, la dilatación se detiene. Como Lua estaba bien y yo necesitaba un break, decidimos descansar y esperar que todo se volviera a poner en marcha. Fue mi salvación. En ese estado yo me sentía incapaz de todo. Estaba frustrada de cómo había llevado las contracciones hasta ese momento y me entristecía saber que aquello se paraba mientras al mismo tiempo pensaba «gracias a Dios». Pura contradicción, fruto del desmadre que era mi cabeza en ese momento. La mente me machacaba y decidí dormir todo lo que las contracciones me permitieran.

Dediqué las siguientes horas a dormir, descansar y comer. Necesitaba coger fuerzas físicas, mentales y emocionales para cuando llegara el 2º round. Recuerdo que decidimos salir a pasear. Laia y su padre se quedaron en los columpios mientras yo fui a caminar un rato. Estábamos en el Parque de la Agulla. Los del Bages sabréis qué vistas tiene este precioso parque. Pues bien, entre contracción y contracción (entonces bastante soportables) miré hacia Montserrat, un lugar muy importante para mí, para nosotros, e intenté llenarme. De fuerza, de valor, de centramiento. Respiré y me perdoné por no haber vivido el primer tramo de contracciones como yo intuía que podía vivirlo.

Horas después, el motor se ponía en marcha de nuevo y lo hacía con fuerza, mucha más que en el primer asalto. Las contracciones eran intensas y muy seguidas. Las matronas volvían a casa y creían, como yo, que «ahora sí». Hay un mantra que me gusta mucho. Se llama Om Tryambakam y me fue muy bien para tener la mente ocupada. Mientras mentalmente o con sonido lo pronunciaba, la cabeza no tenía fuerzas para pensar en otra cosa; ni en el dolor, ni en sí podría, ni en nada. Y eso me centraba. Estuve horas así hasta que el mantra se me hacía demasiado largo. Entonces empecé a hacer los sonidos Ommmm y Ammmm, no por nada místico, sino porque me salió así, espontáneamente. Necesitaba hacer estos sonidos. El cuerpo me lo pedía.

¿Posturas? Dentro de la piscina (bendita agua caliente), todas las que os podáis imaginar. Las comadronas alucinaban con mi elasticidad (hice gimnasia deportiva durante muchos años de mi vida) y me contorsionaba intentando atenuar el dolor en el sacra, que es donde lo sentía. Necesitaba agarrar la mano de alguien. De él, de las matronas… Y así horas y horas…

Perdí el mundo de vista. Ya no había ni espacio ni tiempo. Me dejó de importar cuánto faltaba y vivía cada contracción como la única, porque cada una me acercaba a Lua. Celebraba cada ola que venía, le daba la bienvenida y, ahora sí, la surfeaba.

Me movía, gritaba, cantaba, respiraba… y sin hacer mucho esfuerzo me encontré, sólo, viviendo el presente. Sin pensar en nada. Centrada exclusivamente en vivir cada contracción lo mejor posible. El mundo se fundió y ya no tenía miedo. No temía nada. Ni por mí, ni por Lua, ni por la vida. El miedo había desaparecido de mí. Me había abandonado y a pesar de que creo que el dolor era mucho más fuerte que en el primer asalto, yo lo vivía mucho mejor.

Creo que hablé muy poco toda aquella noche. Diría que nada. Y sé que en alguna ocasión lloré. «¿Qué pasa?» me preguntaban, y yo, sollozando, sólo decía con los ojos cerrados «soy feliz». Y así era. Sentía una alegría interior difícil de explicar e increíble de vivir.

Como tenía tantas contracciones y no quería perder el hilo, empecé a dedicarlas. En cada contracción pensaba en una persona de mi vida y se la dedicaba. Por ejemplo, me venía una y pensaba, mientras hacía el sonido Ommmmm, «Esta por Laia, porque te quiero infinito, eres preciosa y me encanta ser tu madre, eres un regalo y te doy las gracias por haber venido a mí». Esta por Lua, esta por mi marido, esta por mi madre, mi padre, mi abuela, y así con todas las personas que me importan en mi vida… Lo disfruté mucho. Me centraba en lo que siento por ellos y así la cabeza no se iba al dolor. Fue un baño de amor que espero que Lua también recibiera bien adentro. Fue como irle presentando las personas de nuestra vida con todo lo que me hacen sentir… Fue bonito.

No sé cuánto duró aquel juego, pero diría que horas. A ratos, también surfeaba las contracciones sintiendo sólo Lua dentro, llenándome del final del embarazo. Y en muchas otras, excepto el sonido y el movimiento del cuerpo para asumirlas, no pensaba nada ni hacía nada más. Centrada absolutamente en el presente, no pensaba ni cuánto llevaba, ni cuánto faltaba, ni si acabaría como esperaba, pariendo encima de mi cama.

Todo esto duró hasta las 8 de la mañana del 10 de abril, momento en que a Luci Alcaraz le tocó el duro papel de anunciarnos que mejor que fuéramos al hospital porque Lua, no podía bajar, y aquello ya estaba durando demasiado. Justo después aquel «¿Por qué?» fuerte, doloroso, que debía oir todo el barrio, y el abrazo íntimo llorando con mi marido.

Después, mucho dolor en las contracciones porque ya estaba más descentrada y el miedo volvía a mí. ¿Qué pasaría? ¿Qué me harían? ¿Como acabaría todo? Después lo que ya intuía… Pero todo esto, ya es otra historia.

Si tienes que parir quizás te vaya bien saber que para mí la clave es el miedo. Si lo vences, la vivencia puede ser espectacular. Y así viví yo el 2º round hasta las 8 de la mañana. Como una experiencia maravillosa y de crecimiento personal que nunca habría imaginado. Allí crecí, allí me hice mayor y allí me empoderé.

A pesar de que nada fue como yo esperaba, allí, desnuda y pronunciando sonidos que mi cuerpo me pedía hacer, viví el presente como nunca lo había vivido antes, me empoderé, me abrí y conecté con un lugar muy profundo de mi ser.

No me arrepiento de nada y celebro cada contracción, cada minuto de lo vivido ese día. Abrazo toda la experiencia, por muy dolorosa que fuera a ratos, porque todo aquello también me ha hecho quien soy hoy. Y soy distinta de la que era antes del parto de Lua. Sin duda.

Continuará….

PD: Marta y Laura, os deseo la mejor surfeada de vuestras vidas! 😉

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Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

8 respuestas

  1. Quin part tan intens Míriam! M’agradarà molt ser capaç de surfejar les contraccions! A veure com va…
    Com sempre… Grans vivències i grans consells els que comparteixes!

    Una abraçada molt dolça!!

    1. Laura, guapa,
      Sigui el part que sigui, serà el vostre! I serà el que hagueu de viure… i jo hi seré, per encendre-us una espelmeta, per enviar-vos bons pensaments i perquè m’ho expliquis quan et vingui de gust. Una abraçada dolceta també, per tu i per la meva nebodeta! 😉

  2. Estic d.acord amb moltes coses…tot i que he acabat tots dos parts amb epidural vaig viure les contraccions de forma diferent. El primer concentrada amb la incertesa i la preocupacio de no saber. El segon vaig estar de part tot el dia a casa fins que de matinada vaig anar a lhospital. Vaig fer de tot fins i tot jugar amb la meva filla. A estones no em podia ni.moure i a estones semblava que tot shavia calmat. Vaig disfrutar molt.el dia vaig arribar dilatada de 8 i va ser un part mes facil…pero sempre.em.pregunto si en el.moment clau podria ferho sense epidural…

    1. Hola Lai…
      A partir dels 7, aquella etapa de «transición» en què moltes vegades sembla que haguem de cridar (o ho fem), amb el «no puc»… Jo vaig estar moltes hores en aquesta etapa de transició, a 8 i va ser quan vaig perdre realment el món de vista i, curiosament, no en tinc un mal record.
      Suposo que no ho sabrem mai, Lai, què hagués passat si…. i potser tampoc no cal. Les coses, en el fons del fons, suposo que van com han d’anar (malgrat que molta gent pensa que això són tonteries), jo sí que ho crec.
      Una abraçada guapa.

  3. Miriam, gracias por compartir esta experiencia que considero tan útil para las futuras mamás. Me ha encantado la manera en que trasnmites, la emoción que se puede sentir en tus palabras, tanto en el primero como en el segundo round. Y la decisión de pasear, hasta de tomar fotos, de vivir el presente y de «rendirse» a lo que tenga que ser, poner todo lo que está en tus manos para ser tu con Lua, sintiendo emociones elevadas y logrando así que tu mente deje paso a la sabiduría de tu cuerpo para hacer todo lo posible y beneficioso.
    Lo he compartido para que las clientas y seguidoras de mi página de HipnoParto, pueden leerlo, ya que precisamente de la diferencia entre el primer y segundo raound va el HipnoParto. He comentado esto:
    Para que todas las futuras mamis tengan una visión, muy bien explicada, de cómo la mente crea la realidad del re-encuentro. Las cosas son como son, pero la mente y los pensamientos hacen que se vivan de una manera o de otra, y eso, al final, es lo importante. Ya sabes, cuanto más agradecimiento…. más oxitocina!!! y cuanta más oxitocina, más tranquilidad, más dilatación, más facilidad, más amor en el re-encuentro, todos más a gusto y felices 😉
    Gràcies per contribuir a una major conciencia desde el primer moment de vida!!!

    1. Hola Oscar,
      Qué bien que lo explicas y expresas tu también! Encantada de poder ayudar a las mamás que atiendes. Y absolutamente de acuerdo con el texto que les has escrito.
      Un abrazo!

  4. Ja m’ho havies explicat però llegir-ho així tant detalladament m’ha impressionat molt. Ja saps que les meves contraccions van ser amb oxcitocina i per aquest motiu no les vaig viure com a tals, no notava que eren contraccions que m’unien a l’Arnau, no notava que era ell el que volia avisar-me que ja venia, que aviat estariem junts…potser per aquest motiu no dil·latava..no ho sé, crec que encara no he fet les paus amb aquell dia.
    També saps que desitjava amb tot el meu cor que la Lua naixés com tu esperaves però estic feliç de veure que vas saber gaudir d’aquelles hores a casa, envoltada dels teus estimats i acceptant el que vindria.
    Ets genial!!!!!!!

    1. Hola Alba,
      Sí, guapa, sé que tu i tota la teva família em desitjàveu el part que ens hauria agradat. Però també hi vau saber sé en saber que no havia pogut ser. T’ho agraeixo. I això e les paus… estic segura que arribarà el dia.
      Una abraçada

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