Misión imposible

De puntillas …

26.4.2012

Hay algo que durante el primer año de Laia no llevé muy bien. Y lo quiero contar, a ver si de esta manera, si alguna vez tengo otro hij@, lo llevo un poco mejor… La situación era esta: de noche. Ella (de unos 5 o 6 meses, por ejemplo) mamando mucho rato hasta que finalmente, se dormía plácidamente en mis brazos. Yo intentaba dejarla en la cama muuuuuy lentamente, intentando no hacer ningún movimiento brusco. Misión cumplida; continuaba durmiendo, ahora encima del colchón. Después tenía que salir yo de la cama también muuuuuuy despacio para que no se despertara, intentando no hacer ruido ni con las sábanas, ni tropezando con nada una vez pusiera los pies en el suelo… Parecía que todo iba bien. No me ponía los zapatos por miedo a hacer ruido. Iba de puntillas. Tenía ganas de estar un rato con él, de estar solos, de poder charlar, ver la tele y dejarme llevar por alguna película (¿he dicho película? ¡Hacía más de seis meses que no veía ninguna!)… o quién sabe, quizás ella no se despertaba y podíamos incluso… ¡hacer el amor!

Volvamos a la habitación: yo de puntillas, caminando muuuy poco a poco, abriendo la puerta y deseando que no chirríara nada. Fantástico. Ella seguía durmiendo… Yo hacía unos cuantos pasos más hasta que llegaba al sofá, con él, y soltaba un «¡Buf…! Tres cuartos de hora he tardado hoy en dormirse… He tenido que hacer esfuerzos para no quedarme frita» Y justo cuando me repapaba en el sofá, cuando elegíamos la película para mirar, o cuando iniciábamos una conversación interesante… oíamos ruido y seguidamente un «ueeeeeeeeeeee». «No puede ser… no puede ser que haya despertado… ¡si no he hecho ruido!» Y aquí me enfadaba. No con ella, ni con él, ni conmigo, sino con la situación… con las ganas que tenía de estar un rato a solas. Bueno, quizás sí que me enfadaba un poco conmigo misma, porque yo sabía perfectamente que eso pasa, que eso es normal, que los niñ@s tienen un detector de distancia escondido en algún lugar porque en esta etapa, la de bebés dependientes, necesitan otro tipo de gestación, la extrauterina, y necesitan sentirte cerca, respirando, desprendiendo calor… O sea que lo que hacía ella era normal y comprensible. Mis ganas de evasión, de estar un rato en pareja también eran normales y comprensibles, claro, pero había días que las dos necesidades no eran muy compatibles y chocaban. La mía y la suya.

Evidentemente volvía corriendo al lado de Laia, intentando que no se desvelara del todo y cuando ella me sentía cerca y sobre todo, notaba que no me iba, se volvía a dormir plácidamente. Yo, muchas veces, me quedaba definitivamente dormida a su lado. Sobre todo si dejaba de machacarme por desear estar en el comedor y no tumbada en la cama cuando todavía no quería ir a dormir, por ejemplo. Si finalmente aceptaba el momento, me perdonaba el haberme enfadado con la situación y conmigo… podía relajarme y me dormía, tranquila, celebrando que ella estuviera con nosotros, y que yo fuera tan feliz desde que era madre.

Pasé varios meses intentando salir de la habitación de puntillas y sin hacer ruido. Algún día con éxito, otros no. Ahora, miro atrás y me queda tan lejos todo… Ahora cuando ella duerme la puedo poner en la cama, puedo bajar las persianas, tropezar con un juguete, tirar sin querer un cinturón al suelo, hacer un ruido digno de despertar a cualquiera, pero ella nada… duerme como un tronco, con la misma expresión y postura con la que la he dejado sobre la cama. Ahora puedo volver al comedor y no se despierta hasta la mañana siguiente. Ahora la podemos sacar de la sillita del coche durmiendo y no se despierta, continúa haciéndolo en brazos de su padre y continúa también cuando la dejamos en el sofá o en la cama para continuar la siesta…

Y hay días que recuerdo aquellas salidas de puntillas de la habitación. No, no las añoro, pero sí que me gusta tenerlas presente, para darme cuenta de cómo cambia todo, para ser consciente de la rapidez con que crece y en el fondo… para apreciar aún más cada minuto que vivo.

*Post relacionado: «SENSORES DE MOVIMIENTO»

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Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

16 comentarios

  1. Hahahaha! Això em sona… el meu va trigar exactament 9 mesos i mig a deixar-me marxar de l’habitació! Va ser tot al seu ritme, i al final em quedava a l’habitació amb el portàtil o un llibre. Però si sortia de l’habitació, es despertava!
    Ara encara estem a la fase «de puntetes» perquè es desperta fàcilment amb qualsevol soroll. Inclús mirem la tele amb subtítols! 😀

    1. Jajaja… quin riure això de la tele amb subtítols, però és que tenen una oïda que ja voldrien molts!!! 🙂

      A vosaltres us queda poquet… ja veuràs com aviat, ni puntetes ni subtítols! Tot passa!

      Petons

  2. Je je!!

    O sigui, que en un temps, no hauré de sortir «de puntetes» i podrem sopar sense xiuxiuejar… Què bé!! Tot i així, estic convençuda que trobaré a faltar aquests moments…

    1. Cristina,

      i tant, t’ho asseguro, ja ho veuràs! Podreu parlar sense semblar espies passant informació 🙂
      I si t’he de ser franca… jo això de les puntetes no ho enyoro gaire… 😉

      petons!

  3. Al principio pensamos que es algo que sólo nos pasa a nosotros, que se duerma en brazos, que se despierte en cuanto te vas… Menos mal que podemos compartir nuestras experiencias para darnos cuenta de que lo que pasa es lo normal, de que todas hemos sentido más o menos lo mismo. Me siento muy identificada con lo que cuentas.

    1. Sí!!! Va muy bien saber «no soy la única» porque sino ya empieza el síndrome «pero ¿esto que hace… es normal?» y no se acaban nunca las dudas… Y además llega alguien y te dice «es que te toma el pelo, déjalo llorar» y ya la tenemos liada 😉

      Yo creo que lo de ir de puntillas, casi lo debe de haber hecho todo el mundo alguna vez!

      Un abrazo

  4. Ostres, nosaltres encara estem en aquesta fase (i l’Eloi te 14 mesos), que qualsevol soroll desperta al nen. I per mi, sincerament, es una mica esgotador ja que al vespre es quan tenim temps per nosaltres mateixos i per estar amb la parella pero jo estic amb la tensio de que en un moment o altre es despertara el nen. No crec que quan aquesta etapa passi la trobare a faltar.
    Em sento molt identificada amb tot el que expliques, gracies!

    1. Hola, Raquel!

      Potser et passa com a mi, que no la trobo a faltar gens! 😉 Però pots mirar de practicar una cosa; aprofitar al màxim el moment assaborint-lo mentre no es desperta… Si quan tens el «teu temps» estàs patint per quan es despertarà… ja no és un temps gaire maco, no? Ja veuràs com a poc a poc, els espais que podràs anar assaborint seran una mica més amplis! Ànims. Una abraçada.

  5. Jejeje, cómo me suena esto…y dices que se pasa? y cuándo?? Mi niño tiene ahora quince meses, lo llevo mas o menos bien porque ya me he acostumbrado a que sea así, pero hay días que por lo que sea estoy más cansada y me saca de quicio. Esta semana por ejemplo está con mocos y no he conseguido salir de la habitación ni un solo día! Así que echo muchísimo de menos tiempo para mí… Como dices ayuda saber que no somos las únicas! 🙂

    1. El tiempo… Ese gran desconocido durante el primer tiempo de la crianza! 😉

      Bea, te entiendo perfectamente. Hay veces que es desesperante… pero es lo que hay o sea que a encajarlo lo mejor posible sabiendo que pasará.

      Un abrazo.

  6. Qué bueno saber que pasa, jejeje!!! Yo hay días que tengo que salir a gatas de la habitación, para intentar evitar que me vea, porque aunque parece que está muy dormido si salgo de pie me ve y llora y a empezar de nuevo!!! Nosotros también ponemos la tele con subtítulos y durante la tele descuelgo el teléfono fijo porque ya me ha pasado que alguien llama y zassss se despierta!!!
    Un abrazo!

      1. Buf! Lo del teléfono da mucha rabia, eh! A nosotros también nos ha pasado y hubo un tiempo que siempre, siempre, siempre, descolgaba el teléfono una vez Laia dormía… Por si las moscas!

        Besos.

  7. Pufff Miriam, mi peque tiene 18 meses y aún es complicado. Unas veces me duermo con él y otras lo paso mal. Es difícil cuando dependen tanto de ti. Supongo que después echaré eso de menos pero ahora añoro un poco de espacio.
    Un abrazo

    1. Hola, guapa!

      Pues sí, tienes razón. Recuerdo la edad de 18 meses; por un lado tan mayores y por otro tan pequeños, ¿verdad? La falta de espacio y tiempo es tan común… vivimos demasiado solas, en entornos demasiado pequeños… y por eso echamos tanto en falta tener un «poquito» más de espacio… La entrega 24h a un bebé/niñ@ pequeñ@ es desgastante. Increïblemente gratificante, a la vez. Supongo que se trata de ir encontrando la ayuda y la aceptación del presente para poder gozar de cada momento, por difícil que a veces sea…

      Un abrazo.

  8. Totalment identificada!!
    Jo no recordo el moment en que el seu detector de moviment es va desactivar, potser a l’any..
    Em va ajudar molt llegir a la Rosa Jové, dormir sin lágrimas, per entendre millor les fases de la son i no desesperar.

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