Empecé el blog en febrero de 2011, en este apartado encontraras más de mil posts sobre crianza consciente, reflexiones, consejos y mucho más para ayudarte a vivir una maternidad y paternidad plena, consciente y feliz. En mi canal de YouTube encontrarás más de 200 vídeos que te ayudaran a poner perspectiva y humor a tu día a día.
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Cuando tu hijo/a empiece a decirte «¿Y hoy qué hacemos?»,»Me aburro…» y tengáis planeado un festivo tranquilo para descansar…No te
Son tiempos nublados para la infancia. Y sí, no estamos en guerra ni viven situaciones de vida o muerte, por
En este post encontrarás el directo sobre mi experiencia alrededor del miedo a la muerte y sobre cómo poder transformarlo.
Amarte. Amarte desde el fondo. Amarte con la piel y con los huesos. Amarte, por primera vez, desde la invisibilidad de lo que sólo se piensa. Amarte desde el tacto, después: benditas manos, que podían tocarte. Amarte por todo y por nada. Porque no puedo hacer otra cosa, porque con esto, no hay escapatoria.
Cuando los padres entramos en el mundo de la escolarización de nuestro hijo tarde o temprano nos encontramos con las deseadas o odiadas colonias. Y digo deseadas o odiadas porque la percepción que tendremos de ello estará, en buena medida, condicionado por nuestra experiencia con esto de ir de colonias o de campamentos cuando éramos niños. Por tanto, es importante que cuando nos topamos de bruces con este mundo, seamos conscientes de cuál fue nuestra vivencia para ubicarla en el lugar que le corresponde y tratar de que no tiña el momento actual y menos, la vivencia del nuestro hijo.
El otro día teníamos un encuentro familiar. Celebrábamos un cumpleaños y había algunas personas que hacía mucho tiempo que no veían a Laia. Ella al principio tuvo aquella vergüenza pasajera que hace que esté más cerca de los padres, pero enseguida fue a jugar con otras personas que estaban en la sala. A medida que fue pasando el rato, ella se fue soltando hasta que llegó un momento en que, si tuviera que definir cómo la veíamos, la palabra sería pletórica.
Escric aquest post a la una i deu de la matinada del dissabte. L’últim que he explicat a la ràdio és que havien identificat els 20 nens morts a Newtown, als Estats Units i que la gran majoria tenien 6 anys. Però amb el que no puc deixar de pensar és en l’últim que he llegit: els pares havien identificat els cadàvers a través de fotos, per no fer-los més dur el trauma. I no he pogut evitar pensar: “a mi m’agradaria poder-la tocar”. I això, aquest pensament, m’ha impressionat. Com si de sobte m’adonés de la importància del tacte, fins i tot, en casos així.
«Mira, en casa, que cada cual haga lo que quiera con sus hijos». Esta frase, con alguna variante, seguro que la habéis escuchado más de una vez. Yo no sé por qué, pero últimamente me la encuentro a menudo… Quizás es porque tenía que escribir este post y decir que siempre que la oigo diría: «No, todo lo que quieran no». Porque hay líneas rojas que, en mi opinión, nunca deberían cruzarse, y a veces parece que las cuatro paredes de casa, la intimidad del hogar de cada uno, puedan permitir ciertas «concesiones».
Supongo que los que me seguís desde hace tiempo no os sorprenderá en absoluto esto que diré ahora: y es que en mi opinión, la principal línea roja que NUNCA debería cruzarse es pegar los hijos. «Pero ¿un cachete en el culo cuenta?» Sí, cuenta. «Pero ¿y si ha hecho algo terrible y le tenemos que dejar claro que aquello no lo puede hacer?», para mí, esto también entra dentro de la línea roja. «Pero ¿y si me saca constantemente de quicio?» Pues respiras más hondo que nunca, o te apuntas a meditación, o pides ayuda, o te llenas de paciencia tanta como haga falta, pero en mi opinión, nunca, bajo ningún concepto, los adultos deberíamos pegar los niños. Y da igual la edad que tengan, o lo que hayan hecho, o… me da igual. Con eso soy muy clara y muy contundente. Lo soy aunque sea aquello de «se me ha escapado la mano» o «es que no quería, y ahora me siento fatal…».
Atención padres que tenéis hijos pequeñitos o personas que deseáis, algún día, tenerlos. Hoy os contaré el sentido de la palabra POLLO, más allá de lo que algún domingo compramos para comer asado y con patatas… Cuando tienes hijos esta palabra adquiere otra dimensión, sin duda, y hay que estar preparado, porque los pollos te pueden acosar cuando menos te lo esperas, y os lo aseguro: no son nada agradables. Os cuento todo esto porque primera, los sabréis reconocer cuando ocurren, y segunda, porque de esta manera, ya no os pillará desprevenidos y diréis… «Ah, vale, es lo del Pollo que decía Miriam…».