Las visitas en el hospital

5.7.2011

Una de las cosas que me preocupaban cuando estaba embarazada era qué pasaría una vez hubiera parido en el hospital. Muchas mujeres me habían comentado que las visitas al hospital las habían agobiado muchísimo y que habían significado un cierto obstáculo para instalar correctamente la lactancia. Yo no quería que me pasara y por eso fui avisando de que preferíamos que la gente nos viniera a ver en casa, al cabo de unos días, con la calma. En el hospital sólo la familia más cercana y nadie más. Tuvimos de suerte y diría que nadie se ofendió, pero suerte que avisé, porque con el parto que tuve («MI PARTO«) y agotada como estaba no hubiera soportado una avalancha de visitas. No estaba para eso, sinceramente. Cuando, después de la cesárea, me reencontré con mi compañero y mi hija en la habitación de hospital estuvimos así, juntos los tres, cuatro horas. Yo NECESITABA este tiempo para llenarme de familia, de niña, de paz, después de las horas bestiales que había vivido no hacía mucho. Laia empezó a mamar enseguida y, estando solos como estábamos, tranquilos, relajados ya por fin, no tuvimos ningún problema.

Después cogí el teléfono y llamé a mi madre, «Hola. (llorando) ¿Vienes? «, Y al cabo de un rato estaban allí. En ese momento yo ya tenía muchas ganas de verlos y sobre todo, de que vieran la niña preciosa y enorme que había salido de mi cuerpo pequeño. Pocas visitas más tuvimos ese día y los siguientes; padres, hermanos y amigos íntimos. Agradecí mil veces que todo el mundo respetara nuestro deseo de dejarnos entonces un poco de calma. Yo no tenía fuerzas para «quedar bien». Estaba hinchada, cansada, con una herida en la barriga que no me dejaba mover e intentando digerir (con dificultades) que el parto no hubiera ido como yo esperaba. No hubiera podido atender visitas de cortesía porque no tenía fuerzas, ni ganas, ni ánimo.

Pero por suerte, los primeros días de post parto no son siempre como el mío, faltaría más, y muchas mujeres que acaban de parir, con las hormonas a mil, se encuentran exultantes, con una energía que no habían tenido nunca hasta entonces. Están pletóricas y con ganas de que todo el mundo vea la obra de arte que acaban de parir. Son felices y quieren, NECESITAN ver a gente. Fantástico. Entonces que llamen y que pidan que las vayan a ver. Y la familia, los amigos, los conocidos… que respeten la necesidad genuina de cada mujer. La de ser visitadas o de no serlo. Es importante. Es un momento muy especial, muy íntimo, que no se repetirá nunca más en la vida, no con ese hijo. Son los primeros instantes, de instalar el vínculo, de ir conociendo aquella persona que antes llevabas en la barriga y que por fin, puedes ver, acariciar, abrazar, besar. Y para él o ella, ese bebé que acaba de nacer, lo más importante es ser acogido por quien, hasta entonces, conocía sólo a través de la respiración, del tacto, de la voz, de la vibración y energía: mamá. Necesita irla conociendo. Ir conociendo al padre, irse vinculando poco a poco e ir integrando la avalancha de cambios que han llegado a su vida, la gravedad, el ruido sin atenuantes, la luz sin filtro, el tacto inmóvil de lugares como la cuna, el cambiador… No es fácil. Es un cambio brutal que tienen que ir asimilando y deben hacerlo acompañados de una madre y de un padre tranquilos.

Restringir las visitas, respetar ese espacio y ese tiempo por parte de familia y amigos no es un capricho, ni tampoco algo que se tenga que aceptar sólo cuando la madre ha tenido un parto difícil y está agotada. Es algo que se debería tener mucho más en cuenta de lo que se tiene, probablemente porque no hay conciencia de la inmensa importancia de la primera mirada, el primer contacto, de la instalación del vínculo, de la instalación de la lactancia… tampoco por parte de los profesionales que atienden a tantas familias. Es, también, un momento sagrado, lleno de sensaciones y emociones nuevas y a veces, lleno de nervios, incertidumbre, inquietud, y sufrimiento para aquel bebé, que quién sabe, quizás no para de llorar y no sabemos qué le pasa. Quizás porque, inmersas en el huracán del parto y el nacimiento, viviendo lo que será probablemente uno de los momentos más importantes de nuestra vida, nos sentimos vulnerables, asustadas y desbordadas por tantas cosas nuevas. Igual como se siente ese bebé, que hasta ahora lo había tenido todo mucho más fácil.

Si nos dicen «no vengáis al hospital, os esperamos en casa», no nos sintamos ofendidos. Respetemos ese deseo, ese tiempo, aquel momento. Porque luego, cuando vayamos a ver esa nueva familia en su casa, probablemente ya estarán mucho más serenos, tranquilos, felices, y con ganas de vernos y contarnos lo orgullosos que están de aquel bebé que les ha convertido en padre y madre.

No es una tontería y no es tan difícil, ¿no creéis?

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Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

12 comentarios

  1. Completament d’acord; jo tenía molt clar que no volía una allau de visites, i així va ser. Volía compartir aquells moments unica i exclusivament amb el meu fill i el meu company i va ser genial. Ara bé, ens va tocar compartir habitació i vaig haber d’aguantar les visites de l’altre família… però em quedo amb el millor de l’experiència.
    Petons.

  2. Me encantó tu post ! Tuve problemas con que respetaran nuestro momento y espacio. Mi parto fué vaginal, con dolor y sin medicamentos pero igual se complicó bastante. Sufrí, me tomó varias semanas recuperarme y volver a caminar como Dios manda asi q tampoco queria visitas en la casa. Y lo MAS q me sorprendió es q personas con hijos no pudieron entender ! Tuve a muchos ofendidos, insistiendo todo el tiempo para visitar. Yo, no estaba lista para nada, asi q ignoré mi telefono por completo. Hablo un poco de eso en mi ultimo post, «Postparto». Si tienes tiempo leeme. Me acabo de convertir en madre y estoy comenzando a escribir de mi experiencia. Paz ! https://lolaviajera.blogspot.com

  3. Totalmente de acuerdo. Pero yo necesité a mi madre en Primera línea de fuego, si no es por ella doy a luz en la habitación a mi segundo hijo, menos mal que salió corriendo a avisar.
    En mi primer parto me agobiaron tanto las visitas que hasta lloré porque no conseguía estar tranquila para que mi nińa aprendiera a mamar. Tenía los pechos para reventar, pero no salía nada… Me quería morir! Y cuando por fin nos quedamos tranquilos, de noche, los tres en la habitación después de 12 horas de haber dado a luz… Toc-toc… Me quería morir! Unos amigos a las 21:00, que en un hospital no son horas. Le dije a mi marido que les dijera que se fueran, por favor, pero no dieron opción, se metieron y tan felices… Cuando a ellos les vino bien…
    Sin embargo, con mi segundo hijo, entre que la gente no se toma el mismo interés(sí, es así de frío, pero es así, ya verás) y que no avisé a casi nadie, vino poca gente. Sin embargo, como el parto fue mucho más fácil,y más rápido, casi sin anestesia y sin episiotomía, y con práctica de dar el pecho, pues estaba exultante, como tú dices, y entonces, eché de menos a la gente.
    Cada mujer, cada parto y cada bebé son un mundo

  4. Pues la gente se siente ofendida… o uno sabe que se lo van a tomar tan mal que directamente ni se atreve a decirlo. Yo pasé unos dolores terribles con la cesárea y ahí estuve aguantando que se me llenara la habitación de gente gritando como si estuvieran en un botellón, les faltaba el calimocho.

  5. Si, al meu primer part no vam avisar perquè vam pensar que la gent no gosaria (erem en una casa de parts, no a l’hospital, i vam ensar que ni sabrien on estava)…i no va ser cap allau però jo sortia d’una cesària després de 3 dies i 4 nits de contraccions cada 10 minuts, i hagués necessitat una setmana d’intimitat absoluta…
    Aquesta vegada, ara que torno a estar embarassada, penso que potser em passarà al revés, potser voldré estar amb gent, però ja ho decidiré en el seu moment, quan hagi parit. Abans vull enviar el missatge de calma, de «ja us trucaem quan veiem que us podem rebre»…
    Crec que com que hi haurà familiars que no ho entendran els enviaré l’enllaç d’aquest post, si tu Míriam em dones permís és clar!!! És aclaridor i respectuós…
    D’altra banda, no sé quin coi de pressa entra al personal quan ha nascut un nen/a, no ve d’un mes per conèixer-lo/la, no??

    1. Maria, tens tot el meu permís, i més si és perquè entenguin que després de parir, potser voldreu estar tranquils i en la intimitat. Una abraçada.

  6. Totalmente de acuerdo!! Mi parto fue muy bueno pero las vistas del día siguiente fueron gratas pero agotadoras. Por eso, el día después me lo tome para mi sola, con mi esposo y mi bebé. Es justo y necesario!

  7. No és cap tonteria, i jo ho trobo ben fàcil. Només és qüestió de respectar espais.
    En els meus dos anteriors parts (cesàries els dos) vaig agrair moltíssim que només vinguéssin al hospital «els imprescindibles», igual que ho agrairé quan neixi el meu proper fill d’aquí a unes tres setmanes.
    Acompanyada? sí que m’agrada estar-ho, però no agobiada de gent!
    Tu ho has explicat molt bé.
    Una abraçada

  8. Buenas

    Yo creo que lo mejor es no avisar a nadie si hay riesgo de que la gente se te presente por cojones en el hospital y punto.

    Si la gente es comprensiva, entenderán que son momentos que se deben pasar en la intimidad de la familia padre-madre-hij@. ^_^

    Un abrazo a tod@s.

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